Nada tan inútil como el arco iris. Posiblemente, el suave terciopelo de un rojo pétalo de rosa o un beso lanzado al viento por la diminuta mano de una niña. El sueño despierto de la enamorada o el suspiro en la soledad de una tarde tediosa de invierno; posiblemente.
A mí me gusta lo inútil. Me gusta el arco iris cuando las gotas de lluvia me caen sobre la cara y el sol anuncia que llega la bonanza. Podría pasar horas acariciando ese pétalo que se ha caído de la rosa que muere temblorosa en el vaso lleno de agua con una pizca de aspirina. Los suspiros son trocitos de alma que se escapan para no volver, pero que alguien los guardará entre las páginas de su diario que nunca terminará. En los días de frío me entretengo en cazar besos perdidos entre dedos de niños y los colecciono con cuidado para que no se marchiten. Tengo más de doscientos y los he puesto nombre. Uno se llama "lulú" y otro "copito"; al último le puse "luciérnaga", porque era de una niña con luz en los ojos, y el que más me gusta es "pimpollo", porque es el primero que me tiró mi nieta, cuando todavía no sabía decir mi nombre.
Y es que a mí me gusta lo inútil, pero no lo puedo decir porque la gente me mira como con lástima, porque piensan que ya debo de estar algo mayor. Por eso no lo digo, pero a mí si me dan un poquito de pena los que sólo se ocupan de las cosas útiles, los que piensan que un coche más grande les hará importantes, los que todos los días entran en internet para ver cómo sube el saldo de su cuenta corriente, los que se han olvidado de sonreír de tanto engordar su patrimonio... pero es que yo soy bastante raro, tanto, que hasta se me ha ocurrido escribir una loa a lo inútil...
A mí me gusta lo inútil. Me gusta el arco iris cuando las gotas de lluvia me caen sobre la cara y el sol anuncia que llega la bonanza. Podría pasar horas acariciando ese pétalo que se ha caído de la rosa que muere temblorosa en el vaso lleno de agua con una pizca de aspirina. Los suspiros son trocitos de alma que se escapan para no volver, pero que alguien los guardará entre las páginas de su diario que nunca terminará. En los días de frío me entretengo en cazar besos perdidos entre dedos de niños y los colecciono con cuidado para que no se marchiten. Tengo más de doscientos y los he puesto nombre. Uno se llama "lulú" y otro "copito"; al último le puse "luciérnaga", porque era de una niña con luz en los ojos, y el que más me gusta es "pimpollo", porque es el primero que me tiró mi nieta, cuando todavía no sabía decir mi nombre.
Y es que a mí me gusta lo inútil, pero no lo puedo decir porque la gente me mira como con lástima, porque piensan que ya debo de estar algo mayor. Por eso no lo digo, pero a mí si me dan un poquito de pena los que sólo se ocupan de las cosas útiles, los que piensan que un coche más grande les hará importantes, los que todos los días entran en internet para ver cómo sube el saldo de su cuenta corriente, los que se han olvidado de sonreír de tanto engordar su patrimonio... pero es que yo soy bastante raro, tanto, que hasta se me ha ocurrido escribir una loa a lo inútil...
- ¡Oye, Manolo, yo creo que hay algo más inutil..!
- ¿Si...?
- ¡Publicar un blog..!
- Puede que tengas razón... posiblemente.