Estamos en la Ribera Alta del Duero a pocos kilómetros de Peñaranda, ese pueblo que dicen mágico. Nos recibe Jaime Postigo en su Bosque de Matasnos, una finca que cuenta en la actualidad con 42 hectáreas de viñedo en producción.
Lo primero que adviertes es la pasión que Jaime pone en contarnos su proyecto. Un proyecto sostenible en busca de la excelencia.
Se apresura a decirnos que este proyecto no es ecológico, es sostenible. “Al igual que hacían nuestros mayores, nos dice, utilizamos todos los recursos que nos regala nuestro entorno. El Bosque es una fuente inagotable de recursos naturales y así queremos que siga siendo.
Utilizamos las ovejas como herramienta de limpieza de nuestro Bosque a la vez que compostamos nuestros raspones con sus desechos.
Y para completar el ecosistema, también hemos introducido el ganado vacuno en el Bosque de Matasnos.
También practicamos la lucha biológica reintroduciendo aves autóctonas como el búho chico, el cernícalo y el autillo.
Toda la necesidad eléctrica de nuestro Bosque es 100% sostenible, gracias a nuestras placas solares.
La idea es no contaminar en ningún paso de nuestro proceso productivo.
Nuestras abejas son el mejor certificado de calidad medioambiental, su miel está cien por cien libre de pesticidas y herbicidas.
Un reciente estudio demuestra que el 75% de las mieles están contaminadas con pesticidas, pero la nuestra no es una de ellas.
Prácticamente todas las labores que se realizan en el viñedo son llevadas a cabo de forma manual. Es importante destacar que la vendimia se realiza así siempre.”
Y todo esto, ¿Para qué?
“Para conseguir un producto de máxima calidad. Un vino que pueda competir con los mejores del mercado”.
Por eso, la exigencia fue máxima desde los comienzos. Las dos primeras cosechas no vieron la luz porque no daban la talla, a tenor del listón dispuesto por sus gestores. "Tampoco pretendemos hoy una gran producción. Y desechamos más de la mitad de los racimos. Solo nos quedamos con los que alcanzan los mejores niveles de fructosa y polifenoles. Hacemos dos cintas de selección para que entre la uva entera", detalla Postigo. La bodega aún no está aledaña a los viñedos, pero esa migración estilo châteaux ya está en marcha.
Mientras tanto, un desenfadado txoko sirve a los Postigo para agasajar a sus visitas, realizar catas y maridajes (ya sean productos del cerdo ibérico, quesos, cortes vacunos o caza), y conversar amigablemente sobre lo divino y lo humano.
Para ello, descorchamos Petit Blanco de Matasnos (dentro de la IGP Vinos de la Tierra de Castilla y León), un goloso coupage de viognier, verdejo, chardonnay y albillo mayor, y del que solo se producen apenas 20.000 botellas. Mucha fruta negra madura asoma en el Bosque de Matasnos Etiqueta Blanca 2019 , con su 94% tempranillo, y unas pizcas de merlot y malbec, con la madera bien presente (robles franceses y del Cáucaso) y los taninos aún por pulir. Los otros hermanos de la casa, el untuoso Blanco de Matasnos, o las ediciones limitadas (muy bien ponderadas por las guías) de ese Bosque de Matasnos de etiqueta negra como la noche y compuesto por 95% tempranillo y un 5% de merlot. Aunque el vino que tuvo más éxito entre los entendidos, que nos acompañaban, fue el Matasnos etiqueta roja, 75% tempranillo 25% malbec.
Desde el txoko, templo gastronómico, se adivina la fauna que pulula fuera, como centinelas que vigilaran la tranquila vida de los viñedos. Zorros, rapaces, aves nocturnas, ovejas que desbrozan y ramonean, perdices, corzos, o jabalíes suponen otro puntal de estos parajes, donde se cultivan trufas y se cuida de colmenas de las amenazadas y vitales abejas.
Después pudimos degustar un delicioso lechazo asado, unos sabrosos callos, una morcilla de Burgos, una finísima cecina, un queso acompañado con unos tomates del huerto que maridaba perfectamente con los distintos vinos de Matasnos que nos iban ofreciendo los anfitriones.
Después, un placido paseo entre los viñedos en plena vendimia en una tarde ya otoñal, pero con una temperatura impropia de estas tierras de la alta Ribera del Duero.
El grupo de amigos disfrutamos de este día diferente, en el que conocimos este proyecto ideado por Jaime Postigo y que está realizando el grupo BMA bajo la dirección de nuestro ya amigo Jaime.
Unos vinos diferentes, porque están creados de forma diferente, y que si aún no conocéis los vinos del Bosque de Matasnos, debéis probarlos, y podréis comprobar la diferencia.
Gracias Jaime, por haber compartido con nosotros tu proyecto.