En el año 1974, el Servicio de Extensión Cultural y Divulgación de la Diputación Provincial de Madrid, publicó una Guía de la Provincia de Madrid y encargó los textos de la de Chinchón a don Moises Gualda Carmena, entonces Párroco de Chinchón. Es un folleto de 48 páginas, al que se acompañaban 36 diapositivas con vistas de Chinchón. Yo tengo un ejemplar y lo podéis encontrar también en la Biblioteca de Chinchón.
CHINCHÓN:
A Chinchón se llega desde Madrid por la carretera que parte del Puente de Arganda. Antiguamente se iba por San Martín De la Vega y, atravesando el Jarama en barca por donde luego habría un puente - hoy ya desaparecido- atravesando los cerros, se descendía hasta San Galindo, se cruzaba el puente del Tajuña y se terminaba de correr el llamado “camino de Madrid”
Pues bien, hoy se viene desde el Puente de Arganda y, pasado el “Alto de Morata” nos encontramos con la primera sorpresa, una de las sorpresas que encierra la naturaleza en la provincia de Madrid: la Vega del Tajuña. Es un rompimiento el que se contempla lleno de impresionante belleza y enorme riqueza vegetal; una alfombra verde de diferentes tonalidades - en otoño con verticales amarillos - sobre el pardo suelo castellano, bien custodiada por los escuadrones alineados de los olivares emplazados en las atalayas de los cerros que la defienden.
- Ya no ha sido un viaje inútil. Merecía la pena, piensa uno para sus adentros.
Pero nos esperan más sorpresas. Después de cruzar el rio, con un cambio de rasante que nos lanza a los aires aires bajo un toldo formado por chopos y acacias que, enfilados, en,árcanos la carretera, presentimos que, como los poetas, vamos a caminar por senderos de pájaros y de brisas. Subimos la empinada y tortuosa cuesta, a veces entre trinchera de yeso cristalizado, atravesamos alcores, más curvas y, después de la última entramos en Chinchón por el “Boliche De Santiago” un, monolito con inscripción alusiva a la construcción de la carretera y puente del Jarama.
Después... Boquiabieros y con los ojos ensanchados, uno se concentra para no perderse nada de la belleza de un pueblo que se durmió en el pasado y que parece concebido por pintores en una calenturienta noche de engendros luminosos.
Comenzamos a vagar por las empinadas calles de la localidad. La Plaza Mayor, unos cuántos monumentos, no pocos escudos en las fachadas y muchísimos planos de tejados en perfecta sintonía de rejas árabes, mientras empezamos a sentir la compañía de espíritus misteriosos, los de los personajes históricos de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Chinchón, porque Chinchón es esencialmente historia.
Plaza de armas del castillo. Desde la barbacana se asomó un día Felipe el Hermoso antes de entrar en la fortaleza. Le extrañaron las formaciones de los olivares de la Fuente Pata. Y pensó que en Castilla hasta los árboles forman militarmente para rendir homenaje a su rey y están en pie de guerra ante el extranjero que quiere tomarla.
En la Plazuela de Palacio, el Teatro Lope de Vega, otrora Palacio de los condes. El emperador don Carlos, alojado en él, camino de Barcelona, ha dicho al conde don Fernando:
- En verdad que es una mansión de las mejores aderezadas que vieredes en toda Castilla.
Lope de Vega habría de confirmar un siglo más tarde tal aserto. Y añadió:
- Y sus amos, los más hospitalarios que he conocido. Aquí deben vivir sus señorías mejor que en el Palacio que poseen frente al Alcázar de Madrid, junto a la Iglesia de San Nicolas, porque aquí pario la condesa a sus hijos.
Cerca de la Plaza Mayor, la Casa de la Cadena. El rey Felipe V, al terminar de cenar, ha dicho a Antonio el Freile, su dueño:
- Buena cena y una casa para descansar de las durezas de una guerra. No me olvidare de Chinchón.
Repican las campanas de Santa Maria de Gracia. Luego misa solemne. Por la noche luminarias. Chinchón celebra la noticia del embarazo de la infanta Luisa Isabel, esposa del conde don Felipe.
- ¿Quien es ese señor regordete con bastón y chistera, de pobladas patillas que, absorto y erguido pasea por la calle de la Iglesia?
Es don Francisco de Goya y Lucientes que ha salido de casa de su hermano Camilo.
Nos acercamos a él y le preguntamos:
- De verdad, don Francisco, ¿no habrá contemplado usted ya en el cielo de Chinchón durante una puesta de Sol el cuadro del fusilamiento del 2 de mayo?
Abajo, la “Esquina Olalla”, pasa Frascuelo camino de su casa.
- ¿Maestro, se ha enterado de que Ugarte lleva gratis a los viajeros a la Corte?
Decid al de Colmenar que quien no tiene miedo a los pitones de los toros de Veragua, tampoco teme a las personas. Yo doy el viaje gratis y un pollo a cada viajero que monte en mi diligencia.
En la plaza de Chinchon se encuentra la infanta más amante y más amada de su pueblo. Hoy ha venido desde Aranjuez la Infanta Isabel. Y hay vino de honor y risas y bailes y fiesta.
No podía ser de otra manera. Porque “la Chata” es la personificación de la fiesta popular.
En la misma plaza descubrimos, observador y ensimismado al tiempo, a don José Gutiérrez Solana, que acaba de dar las últimas pinceladas a su lienzo. Admira complacido su obra.
Sigue andando el tiempo. El pueblo en masa aguarda en la plaza. Hay mucha gente con camisa azul de la Capital y de los pueblos de la comarca. Del ayuntamiento sale don Francisco Franco Bahamonde, caudillo de España. Pasa revista. Sube, marcial, por la calle Grande. En la “Esquina de Pedro” una vieja, espontánea como la del evangelio, le dirige el piropo que más gracia le ha hecho en su vida, digno de ser catalogado por Camilo Jose Cela. Ríe. Prosigue el camino hacia los Grupos Escolares.
Primera Subida al Alamillo. Balconada impresionante. Luces de embrujo.
- ¿Fue aquí, señor Vaquero Turcios, donde engendró usted su célebre Albadalejo?
Bajamos. Subimos. Las piedras nos saludan como viejos amigos. El visitante primerizo que nos acompaña, exclama:
- Entramos en Chinchón por el “Boliche de Santiago”, ¿Por donde salimos?
Con ceño de persona ofendida:
- ¡Caballero, de Chinchón no se sale!
Moises Gualda Carmena
Y cierra la historia de Chinchón con estos sentidos versos:
Yo te sueño, Chinchón, porque te quiero
Al vagar por tus calles empinadas
Hago mias historias ya pasadas,
Los cantares del yunque del herrero
Y el chillar del vencejo mañanero,
De ilusión las alforjas bien preñadas
Para poder hacer muchas jornadas
Con el pájaro, el viento y el lucero.
Y te sueño, Chinchón, en mi desvelo
Con tus hierros de forja castellana,
Tus escudos y tus luces en revuelo
Los cardos polvorientos de tu suelo
Y, en un rincón, velando una ventana,
Soñador, un ciprés besando el cielo.
Don Moises. Dibujo de Manolo Gómez-Zia, en Aleluyas Chinchonetas.