No, no estoy hablando de la película de Almodóvar, estoy hablando de programas de televisión. Y da lo mismo si son de política, del corazón o deportes; solo hace falta reunir a un grupo de tertulianos, sean periodistas, influencer’s, comunicadores, polemistas o cualquier otro participante que se haya puesto de moda. Que por cierto no hay tantos, porque son casi los mismos los que se reparten por todos los platós.
Lo importante en estos programas es conseguir audiencia, y para eso vale todo: el insulto, la descalificación, la mofa, el ninguneo, el despreció, la mentira, (la mentira cotiza al alza en estos programas), el ridiculo, sea propio o ajeno, o sea todo lo que de pequeños nos enseñaban en casa y en el colegio que era de mala educación.
Desde “El chiringuito” a “Todo es mentira”, pasando por el corazoneo de Telecinco, vemos cómo se zahiere sin piedad a propios y extraños sin el menor pudor y ante la pasividad de la dirección, causando el malestar y desasosiego en cualquier espectador con un mínimo de sensibilidad que no esté ya “idiotizado” e insensible de tanto consumir estos deleznables productos.
Pero el caso es que son precisamente esta clase de programas los que tienen más éxito, y esto nos debería hacer pensar que algo está fallando en nuestra sociedad.
Es una lástima que para esto no haya una vacuna como para la gripe; posiblemente sería necesario programar unos cursos, aunque sea a distancia, para enseñar un poco de educación y urbanidad, como cuando los de mi generación éramos niños… o posiblemente es que nosotros somos ya un poco mayores.