Un extracto del artículo de Rosa Maria Artal en El Diario.Es. Del día 15 de septiembre de 2020.
“Los idiotas están tomando el poder, son decisivos, lo saben y presumen de su forma de ser. Un fenómeno que antes era infrecuente en el mundo civilizado. Solía aspirarse a saber, a contar con fundamentos serios para actuar. José Ortega y Gasset llamaba la atención ya en 1929 acerca del orgullo de la ignorancia que se atesora en España. "El tonto se parece discretísimo, y de ahí la envidiable tranquilidad con que el necio se asienta e instala en su propia torpeza". Porque históricamente, la mayoría de los estudios sobre la ignorancia destacan que induce a obrar en contra de los propios intereses y ni se enteran. Y así aceptan que les recorten en servicios esenciales, que les mientan y saqueen incluso, si "les gusta" quien lo hace, o si eso puede dañar a quienes "no les gusta". Una sociedad regida por estos principios va al caos irremediable. Les están inoculando unas barbaridades que, sin saberlas digerir, resultan incompatibles con un cerebro adulto y desarrollado. Y son individuos que forman parte de la vida diaria y sus actividades colectivas.
Esas hordas de negacionistas de lo más evidente, los odiadores irracionales, sin criterio alguno, sin cultura, son la prueba de su ser y expansión. Los vemos, nos parece imposible que puedan pensar lo que dicen pero no parecen pensarlo, razonarlo, lo sienten y ya les vale. La pandemia, como elemento desconocido, imprevisible y no fácil de controlar, ha acentuado el número y la intensidad de este tipo de personas. Los bulos que se han comido forman parte de la historia del disparate.
Los idiotas tienden a creer lo que coincide con sus sentimientos previos. La realidad pasa a ser una sensación subjetiva. Ocurre con los mundos paralelos de Trump. Los montajes inverosímiles del PP o de Vox, en otro ámbito, todavía son percibidos por una parte de la población, pero otros los engullen sin problema. Hace falta estimarse en muy poco para tener en cuenta las proclamas de algunos predicadores mediáticos, o de los tontos útiles del sistema llamados a reclutar a sus similares. Gota a gota van logrando sus objetivos. O en aluvión, como cuando amplifican y difunden manipulaciones masivas del tipo de la que operó en Facebook para engañar a la opinión pública española y condicionarla en contra del Gobierno durante la pandemia a través de una red de 672.000 bots.
El auge de los idiotas es un problema difícil de revertir, solo se avanzaría desandando el camino torcido, volviendo a hincar los codos para aprender y a abrir los ojos para ver, no solo mirar. La trivialización de la educación y la desinformación han contribuido a esta situación dramáticamente. Multitud de fuentes de atención llevan a mucha gente a decir que es "largo" el desarrollo de argumentos. Es una sociedad de tuits y titulares. De zascas y gritos en el debate entre la mentira y la verdad. Y como se precisa su concurso para vender, cada vez son más llamativos los ganchos, buscando más despertar la curiosidad que informar. ¿Quién se resiste a un titular que incluya un "enigma" o un chisme o un insulto de gentes notorias o la oferta de un contorno de ojos que es lo "más vendido" en una plataforma? Pues la progresión llega hasta a lo más serio y en todos los campos.”
Pues eso...