CAPITULO IV.
En estos años de la posguerra , el cine era, casi, la única oferta lúdica para los domingos en Chinchón. Había tres sesiones, una infantil, a las cuatro y media de la tarde, con películas siempre "toleradas" y otras dos sesiones, a las 7 de la tarde y a las 10 de la noche, en las que llegaban a poner películas "granas", que las autoridades religiosas desaconsejaban y la clasificación moral indicaba solo para mayores "con reparos". Había muchas personas abonadas y en muchas ocasiones era difícil encontrar entradas. Las carteleras de las películas se colocaban en los soportales de la plaza.
La Plaza de Chinchón , los domingos y los días de fiesta, presentaba un aspecto apacible aunque bullicioso. Los niños jugaban a la pídola, a las “canicas”, a los “güitos”, a la “taba”, a la “chita” y al “rescatao”. Las niñas jugaban a los “alfileres”, al “aparato”, a la “comba” y a los “cinturones”. Los jóvenes paseaban intentando acercarse a las mozas, que siempre en grupo, se dirigían a los soportales para ver las carteleras de la película que esa tarde ponían en el Teatro Lope de Vega. La tía Nuncia, junto a la Columna del Café - también llamada de los franceses - preparaba su cesta de mimbre sobre una pequeña mesita de madera, y se sentaba en un pequeño asiento de anea, esperando que llegasen los niños con su perra gorda para comprar los dulces de malvavisco, las bolitas de anís y los chicles de "Bazoca" que cortaba con un cuchillo en trozos pequeños para poderlos vender más baratos. Años después el tío Huete montó un puesto de chucherías en una especie de carromato que colocaba en los soportales; eran los primeros indicios del desarrollo, de las multinacionales y de la globalización.
También en los soportales se montaba un pequeño mercadillo en el que se cambiaban los tebeos del "Guerrero del Antifaz", de "Roberto Alcázar y Pedrín" y de las "Hazañas bélicas", el "TBO" y “Pulgarcito"; después vendrían los del "Jabato" el "Capitán Trueno" con Crispín y Goliat. y mucho después "Superman". Los tebeos nuevos se compraban en el estanco que regentaban Juana y su hermana Enriqueta en la calle de los Huertos, donde las niñas también compraban los recortables con los vestidos para sus muñecas de papel. También se cambiaban los cromos de futbolistas que salían en el chocolate “Dulcinea” de Quintanar de la Orden. Cuando reunías toda la colección podías canjearlo por un balón de fútbol o una muñeca "gisela" para las niñas. Era la democratización de los juguetes. Hasta entonces sólo las niñas ricas podían tener una "Mariquita Pérez" y tener una pelota de goma era un signo de riqueza digno de la envidia generalizada de todos los chavales.
En el año 1950 los jóvenes de la Acción Católica editaron un periódico que titularon "Vida" que tuvo la vida efímera de 6 meses, de enero a junio de de ese año.
Sobre la cornisa de la fachada principal del Grupo Escolar, años después, se entronizó una estatua del Sagrado Corazón de Jesús.
Van pasando los años y en España se inicia un cambio paulatino en el Régimen en el que se va produciendo una lenta apertura con la llegada de los tecnócratas del Opus Dei. Se crean los “Polos de Desarrollo” y se empieza a hablar del "milagro español". La industria va absorbiendo la mano de obra que sobra en la agricultura por la llegada de la mecanización y se inicia la sociedad del bienestar.
Y es aquí cuando en Chinchón se va a desperdiciar la oportunidad de unirse al progreso. Las autoridades no facilitan la llegada de industrias que creen nuevos puestos de trabajo.
Pero, por otra parte, tampoco consiguen que se lleve a cabo la concentración parcelaria, que podrían haber ayudado a la modernización de los sistemas productivos agrícolas, con lo que se paraliza toda posibilidad de solución a la falta de trabajo que empieza a generalizarse en el pueblo.
La propiedad agrícola en Chinchón estaba muy atomizada, pues además de los grandes terratenientes casi todos los agricultores habían ido adquiriendo pequeñas fincas por lo que casi todos eran también propietarios. En estos años en los que cada vez era menos rentable la agricultura por el incremento de los salarios, era fácil conseguir tierras en aparcería, por lo que las familias de agricultores con varios hijos consiguieron labrar gran cantidad de tierras.
En estos años se aumenta la producción de ajos, que en Chinchón habían conseguido una merecida fama por su calidad y duración. Este producto genera buenos beneficios y facilita el enriquecimiento de los agricultores que saben aprovechar el factor especulativo del mercado.
Pero cada vez son más lo que tienen que emigrar a la capital en busca de alternativas laborales que el pueblo ya no les brinda.
También se resiente la vida oficial. En el año 1964 Chinchón deja de ser cabeza de Partido Judicial y, unos años después, el Registro de la Propiedad de Chinchón se divide en dos y uno se traslada a Aranjuez y otro a Arganda del Rey.
En el mes de julio del año 1974, se suprimiría también el Juzgado Comarcal con motivo de una reestructuración en el sistema judicial español, quedando, desde entonces en Chinchón, sólo el Juzgado de Paz.
Con esto, Chinchón pierde toda la atracción que tenía sobre los pueblos de la comarca, con las consecuencias lógicas para el comercio y los servicios.