CAPÍTULO XIV. CAMINO A LA TRANSICIÓN.
Oficialmente
había terminado la posguerra. El 28 de octubre de 1956 se habían iniciado las
emisiones de Televisión Española, y ya todo parecía más moderno. Pero en
Chinchón, como he dicho, las cosas iban mucho más despacio. Aquí, todavía nos
quedaban unos años de camino hacia la transición.
Estamos
recordando los años de la posguerra. Unos años que en Chinchón duraron un poco
más de lo normal, porque aquí en Chinchón se dieron una serie de
circunstancias, que como he comentado de pasada, tendrían una influencia
decisiva en el futuro social, político y económico de nuestro pueblo.
Fueron la
emigración de muchos jóvenes que tuvieron que salir del pueblo para buscar su
futuro; la descapitalización económica que se produjo por no tener valor el
dinero de la Republica, y la oposición frontal de las fuerzas vivas a la
industrialización, cuando en el resto de España se estaba desarrollando un
paulatino abandono de la agricultura. Estas fueron algunas de las causas del
estancamiento que se produjo en nuestro pueblo y que duro prácticamente hasta
casi los años ochenta.
Así, nuestras
autoridades, no saben o no quieren acogerse a las facilidades estructurales que
se promueven para la creación de "polos industriales", pero tampoco
son capaces de conseguir una concentración parcelaria que entonces hubiera sido
una solución para la atomización de la propiedad agrícola del pueblo. Durante
estos años se va deteriorando también la presencia política de Chinchón en las
estructuras provinciales. En el año 1964 Chinchón deja de ser cabeza de partido
judicial, desaparece el juzgado y la cárcel que se trasladan a Aranjuez, y
después hasta el Registro de la Propiedad es dividido para trasladarlo a
Arganda del Rey y Aranjuez. Todo ello hace que la actividad comercial también
decaiga aunado a la facilidad que existe de trasladarse a diario a la capital
por el aumento del servicio de los autocares de línea.
Mientras, en
España, se estaba iniciando un cierto aperturismo político y se aprueba la
existencia de las asociaciones. En el año 1967 se promulga la Ley de Representación
Familiar en las Cortes. Se convocan elecciones para elegir a los representantes
familiares y el 10 de octubre de 1967 fuimos a votar por primera vez los que ya
habíamos cumplido los veintiún años. En Madrid salieron elegidos don Juan Manuel
Fanjul y doña Josefina Veglison.
Esta
fotografía podría ser un ejemplo de cómo se fue deteriorando el casco urbano de
Chinchón, durante la guerra y la posguerra. Las casas a medio hundir, las
calles sin asfaltar, todo el pueblo estaba así de descuidado. Aunque, por
suerte, cuando se fue restaurando se conservó su estructura y se mantuvo el
sabor de su historia.
El año
anterior, no obstante, ya habíamos sido convocados a las urnas, aunque yo
entonces aún no tenía derecho a voto. Fue el día 26 de diciembre de 1966 y se
celebró el referéndum político para aprobar la Ley de Sucesión a la Jefatura
del Estado. Ese día el señor alcalde da órdenes a la guardia civil de que no
salga nadie del pueblo a trabajar en el campo sin el justificante de haber
cumplido con su derecho y deber de votar. La participación supero el 80% y
triunfó el "Si" con un abrumador 95% y con un solo 1% de votos en
contra. Uno de los eslóganes más usados aquellos días fue el de "FRANCO,
SI. COMUNISMO, NO" . Mucho después, en el referéndum para aprobar la Ley
para la reforma política (Ley 1/1977, de 4 de enero) que tuvo lugar 15 de
diciembre de 1976 con la que se finiquitaban de hecho las Cortes franquistas, y
se posibilitaba la transición a la democracia, y que también fue aprobada por
amplia mayoría, Chinchón fue la demarcación nacional con mayor porcentaje de "noes".
Eso indica la condición conservadora que siempre ha marcado al electorado de
nuestro pueblo.
En el año 1970
Francisco Grau es nombrado alcalde de Chinchón, en sustitución de Baldomero
Martínez Peco y se inician una serie de actuaciones en el pueblo, como la
creación de un Instituto de Enseñanza Media y la cesión de varias propiedades
del Ayuntamiento al Ministerio de Información y Turismo que culminaría con la
construcción del Parador de Turismo.
Unos años antes
se había publicado el periódico "Fuentearriba" dirigido por el
sacerdote don Luis Lezama Barañano, que en el año 1963 había sido el creador de
la Pasión de Chinchón, que desde entonces se viene celebrando
ininterrumpidamente como uno de los actos más importantes en su promoción
turística.
Ya en estos
años había prácticamente desaparecido la Agrupación Juvenil de la Falange, que
tanta importancia había tenido durante la posguerra; sin embargo todavía tenían
amplia presencia social las organizaciones de la Iglesia, centradas en la
actividad del Club Santiago, que iniciará en los años cincuenta don José Manuel
de Lapuerta y que después potenció don Luis Lezama. Desde allí se organizaban
las funciones teatrales, la Pasión, el periódico y otras muchas actividades
culturales y recreativas.
El cartel de turismo con lo que la
plaza de Chinchón se convirtió en el emblema turístico para decir a todo el
mundo que
¡¡España (como Chinchón) es diferente!!
El Centro
Parroquial "Club Santiago", ubicado en la casa de la Fundación
Aparicio de la Peña de la calle Benito Hortelano, que fue colegio de Cristo Rey
antes de la guerra y que después acogería el Colegio Libre Adoptado, fue el
centro de reunión de la juventud de aquellos años, y en lo que fue la capilla
del colegio llego a instalarse una sala de cine donde se proyectaban las
películas de "El Zorro" del "Gordo y el Flaco" y de
"Charlot" los domingos por la tarde. En los patios se iniciaron los
primeros ensayos de la Pasión de Chinchón, con la dirección de Pilar Montero y
la supervisión del cura Lezama.
En Chinchón se
daban una serie de circunstancias por las que no había demasiado paro en la
agricultura, que era la principal ocupación. La mayoría de los agricultores
eran propietarios, al menos, de pequeñas parcelas y en ellas se ocupaban cuando
terminaban las temporadas de la recolección, de la vendimia o de la aceituna.
Estos trabajos estacionales absorbían toda la mano de obra disponible e incluso
llegaban jornaleros de fuera. Cuando faltaba el trabajo, se aprovechaba para
limpiar las acequias, y a ellos se dedicaban una cuadrilla de quince o veinte
personas que lo compaginaban con los otros trabajos agrícolas. Eran los
“paleros” que limpiaban la maleza de los caces y caceras y después los gastos
se repartían proporcionalmente entre los regates.
La pequeña
extensión de muchas fincas, que se hubiese solucionado, entonces, con una
concentración parcelaria, dificultaba la mecanización agrícola, y aunque se compraron
bastantes tractores, no se les sacaba un rendimiento adecuado a la inversión
realizada. En muchas ocasiones se utilizaban solo como medio de transporte para
llegar a la Vega.
En estos
tiempos se crearon la Cooperativa Vinícola “San Roque” y la Cooperativa
Aceitera “Virgen del Rosario” y empezaron a desaparecer las almazaras y las
bodegas particulares. Los beneficios fiscales y financieros que se concedían a
estas entidades les permitieron acceder a una mecanización a la que no podían
llegar los particulares. Ambas cooperativas se dedicaron a la transformación de
la uva y de la aceituna para producir el vino y el aceite, pero ninguna de las
dos se atrevió a afrontar la comercialización al por menor de sus productos y
se limitaron a vender su producción al por mayor, generalmente a otros
productores o comercializadores.
Sin embargo,
fracasaron los intentos de organizar otra clase de cooperativas, como el
relanzamiento de la antigua “Cooperativa Unión Agraria de Chinchón”, para
comercializar el ajo –producto emblemático de Chinchón- ni agrupaciones para
compartir la moderna mecanización agrícola. Varios intentos fracasaron, sin
duda por el individualismo en el caso de la mecanización y por ser el ajo un
producto que en Chinchón tenía un carácter especulativo, por la gran variación
en los precios que se podían conseguir, dependiendo de la producción en España
y las importaciones que ya entonces empezaban a llegar desde Argentina primero,
y después desde China, además de las nuevas técnicas de conservación del ajo,
con la aparición de las cámaras frigoríficas.
La
industrialización en Chinchón se había reducido desde el siglo XIX, a las
fábricas de anís –el otro producto insignia de nuestro pueblo- y a varios
intentos de otras actividades que no llegaron a fructificar.
La ubicación de
Chinchón, apartada de las principales vías de comunicación nacionales, a quince
o veinte kilómetros de las carreteras nacionales a Valencia o Andalucía, y sus
intrincadas carreteras de acceso, se unieron a la oposición interna a que
llegasen industrias para tener mano de obra para la agricultura. Entonces se
decía que la fábrica de penicilina que luego se instaló en Aranjuez, se quería
instalar en nuestro pueblo, y después también fracaso la llegada de la fábrica
de galletas Cuétara, que se instaló en Villarejo, para la que se llegaron a
expropiar varias fincas. Pero todas estas circunstancias no pudieron evitar que
el éxodo laboral hacia la capital se fuese haciendo cada vez más importante.
Por aquellos años empezó a funcionar el "coche de los obreros" de
"La Veloz" que salía de Chinchón a las seis y media de la mañana y
que volvía de Madrid cuando terminaba la jornada laboral.
También estos
años tuvieron una importancia capital en el urbanismo de Chinchón. Durante los
años de la posguerra el casco urbano se había ido deteriorando. El aspecto del
pueblo era cada vez más deplorable, pero esta circunstancia permitió que en
Chinchón no se cometiesen las agresiones urbanísticas que se estaban
produciendo en la mayoría de los pueblos de España, donde el progreso y la
bonanza económica producían un crecimiento incontrolado no siempre unido al
buen gusto y a la racionalidad.
El Centro Parroquial "Club Santiago"
Esta
circunstancia fue la que, a la larga, potenció el turismo amparado en la
cercanía con la capital y una conservación arquitectónica que había mantenido
la esencia de pueblo castellano que parecía rescatado del pasado, y que
permitiría después una rehabilitación supervisada por las autoridades del
Patrimonio Nacional, lo que contribuyó a que el casco urbano de Chinchón fuese
declarado, en 1974, Conjunto Histórico Artístico por el Consejo de Ministros;
una de las causas que contribuyeron al apogeo del sector hostelero y turístico,
que hace de Chinchón uno de los destinos más conocidos, tanto a nivel nacional
como internacional, definiéndose la Plaza de Chinchón como "uno de los más
valiosos ejemplos de plazas españolas, genuina representación de arquitectura
popular".
En el año 1967,
la Dirección General de Arquitectura, Sección de Ciudades de Interés Artístico
Nacional, aprueba una remodelación integral de la plaza de Chinchón, y de la
fachada de la iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción. Las obras duran varios años
bajo la dicción de D. Miguel Ángel García Lomas, que después fue Alcalde de
Madrid, y a quien se le concedió el "Ajo de Oro" de la Asociación de
Amigos de Chinchón, en el año 1971.
Continuará....