La Catedral de la Asunción de Nuestra Señora (en francés: Cathédrale de l'Assompion de Notre-Dame), es una iglesia catedralicia de culto católico romano bajo la advocación de Nuestra Señora, la Virgen María en la ciudad de Chartres, en el departamento de Eure y Loir, en Francia, al noroeste de país, a unos 80 km de la capital estatal, París. Asimismo es la sede de la Diócesis de Chartres, en la Archidiócesis de Tours.
Esta catedral marcó un hito en el desarrollo del gótico e inició una fase de plenitud en el dominio de la técnica y el estilo gótico, estableciendo un equilibrio entre ambos. Es sumamente influyente en muchas construcciones posteriores que se basaron en su estilo y sus numerosas innovaciones, como las catedrales de Reims y Amiens a las que sirvió de modelo directo.
En 1979 fue declarada, por la Unesco, "Patrimonio cultural de la Humanidad".
Hacia 1220 el cuerpo principal estaba concluido, en un plazo de sólo unos 26 años, tiempo notablemente corto para una obra de estas características. Se empleó piedra local de unas canteras situadas a unos 8 km. Conserva del edificio anterior la cripta y la fachada oeste con el Pórtico Real. Fue consagrada el 24 de octubre de 1260 en presencia del rey Luis IX el Santo.
El maestro que trazó sus planos es anónimo y poco se sabe de él. Pudo proceder de Laon pero es cierto que conocía también los ensayos constructivos realizados en otros lugares. Sea como fuere, realizó un trabajo extraordinario de gran unidad estilística empleando técnicas constructivas del siglo XII pero dándole nuevos usos y soluciones. Si bien el plan constructivo original fue respetado nunca se concluyó el conjunto de pináculos que parece ser fueron previstos inicialmente.
La catedral de Chartres es conocida como la catedral de las vidrieras, admirables porque terminan por inmaterializar la atmósfera de la basílica, haciendo de ella según palabras de Edmond Joly “el navío encantado de una música muda, celebrando por los colores, en la luz, el secreto de la eterna travesía”.
De la primera mitad del s. XII quedan los de Nuestra Señora de la Bella Vidriera, realizados en tonos de un azul tal que parecen haber aprisionado el cielo. Esta vidriera logró salir indemne del incendio que destruyó en 1194 la construcción del s. XI, de la que prácticamente solo quedó la cripta.
En torno al 1150 se construyen las tres grandes vidrieras de la fachada occidental, que también lograron escapar al incendio de 1194. Son el vitral del Árbol de Jessé, “el más bello vitral del mundo” según Emile Mâle, de la Infancia y la Vida de Cristo, de la Pasión y de la Resurrección, con figuras en las que unos trazos de grisalla son suficientes para traducir una gran profundidad de sentimientos.
Fotos: m.carrasco.m