46.- El Infante Don Luis (Luis Antonio Jaime de Borbón y Farnesio) XIII Conde de Chinchón. (Historia)
Al cambiar su
residencia definitivamente a Italia, el duodécimo conde de Chinchón, el Infante
don Felipe de Borbón, vendió el Condado de Chinchón a su hermano pequeño
don Luis Antonio Jaime de Borbón y Farnesio el 28 de mayo de 1761, lo que va a
suponer un cambio significativo en la actitud del nuevo conde en comparación
con su antecesor. Mientras éste no se ocupó personalmente del Estado de Chinchón
por estar centrado en asuntos oficiales de mucha mayor importancia, ostentando
títulos de mayor rango, don Luis eligió para sí el título de Conde de Chinchón,
porque, según decía, era el único que había conseguido por sí mismo.
El nuevo conde
había comprado un poco antes el señorío de Boadilla a la señora de Mirabel, por
1.200.000 reales, que aumento con compras a los concejos de Boadilla y Pozuelo
de Alarcón, a los premonstratenses de San Joaquín de Madrid, y a las monjas de
Santa Clara de Boadilla. Por la compra del Condado de Chinchón pagó a su
hermano Felipe catorce millones de maravedíes.
Impulsó las
obras de restauración de la Iglesia de la Piedad y respaldó la creación de la
Sociedad Económica de Amigos del País de Chinchón; pero vamos a empezar por el
principio.
Don Luis
Antonio Jaime de Borbón y Farnesio había nacido en Madrid el 25 de julio
de 1727, hijo de Felipe V y de su segunda esposa Isabel de Farnesio. Sus
primeros años los pasó en Sevilla, porque allí se había trasladado la corte para
que el rey pudiese superar uno de sus estados de postración en los que caía
frecuentemente. A los seis años regresa a Madrid y vive en el Palacio del Buen
Retiro y en los distintos Sitios Reales, bajo la tutela de su viejo ayo, el
marqués Aníbal Scotti, demasiado mayor para imponer ninguna clase de disciplina
al displicente infante, que no mostraba demasiado entusiasmo por el
aprendizaje.
Su madre,
autoritaria y ambiciosa, se había ocupado en buscar para todos sus
descendientes honores y títulos; y como no quedaban en Europa más reinos por
repartir, para el pequeño Luis Antonio le reservó altos honores eclesiásticos y
a los 7 años es nombrado arzobispo de Toledo. El papa Clemente XII no había
visto con buenos ojos este nombramiento pero tiene que claudicar y concederle
el capelo cardenalicio y 4 años después es, también, nombrado arzobispo de
Sevilla. Estos dos cargos eclesiásticos eran los que mayores rentas disponían
en toda España.
A los veintinueve años renunció a los honores eclesiásticos, que había
recibido cuando era un niño, porque su conciencia no me permitía vivir una vida
que no fuese acorde con las altas dignidades que ostentaba... aunque, bien es
verdad, con ello no perdió las rentas de las mitras de Toledo y de Sevilla, que
le permitieron realizar el sueño de construirme una pequeña corte en Arenas de
San Pedro y terminar de construir el palacio de Bobadilla que había
diseñado su amigo Ventura Rodríguez.
Su padre llegó
a ser rey de España por una carambola del destino, y él o sus herederos no lo
fueron por las artimañas de su hermano Carlos III que se encargó de urdir una
sofisticada trama que se plasmó en la real Pragmática que se publicó el 27 de
marzo de 1776.
Cuando el
Infante tomó la decisión de contraer matrimonio, su hermano, vio amenazado el derecho de sus hijos al trono, porque
según la ley Sálica no podían reinar los no nacidos en España, y ellos habían
nacido en Nápoles, y se negó sistemáticamente a que me casase con mujer de
igual condición. Al fin, permitió la boda con doña María Teresa Vallábriga, que era demasiado joven; él tenía entonces 49
años y ella sólo 17.
Se casaron en Olías del Rey el día 27 de junio de 1776, en el Palacio
de Fernardina, y en la ceremonia se estrenó la Serenata en Re Mayor que había
compuesto Boccherini expresamente para ese día.
Tuvieron cuatro hijos. El primero Luis María, que nació en el palacio de
Villena de Cadalso de los Vidrios, el 22 de mayo de 1777.
Luego, en Arenas de San Pedro, nació, el 6 de marzo de 1779, su segundo
hijo que llamamos Antonio María, y que fue apadrinado por el obispo de Ávila,
Don Miguel Fernando Merino; aunque sólo viviese unos meses y murió en diciembre
de ese mismo año y decidió que fuese enterrado en la cripta de la
Iglesia de Chinchón. Allí don Miguel Ramón, que entonces era el párroco de
Chinchón, mandó colocar una lápida en la que se leía:
ANTONIO MARIAE AEXIMIAE VENVSTATIS
CVMVLO
QVI COCLO DIGNVS TERRAM NONDUM
ACCAM COMPLETIS MESIBVS
TENVIY
DILECTISSIMO FILIO
LVDOVICVS HISPANOVM INFANS
ET MARIA TERESA DULCISSIMA CONJVS
HOC SVAE PIETATIS TESTIMONIVM
ET
MAXIMI AMORIS MONIMENTVM
R
Sus otras dos hijas nacieron en el palacio de Velada: el
26 de noviembre de 1780 nació María Teresa Josefa y el 6 de junio de del año
pasado, María Luisa Fernanda.
La toma de posesión del condado se realizó con fecha 11 de junio de 1761,
estando representado el conde por el Caballero de Santiago don Sebastián
Fernández de Helices. Asistieron a la ceremonia representantes de todas las
villas del Condado y Estado de Chinchón, y se celebró en el salón de juntas del
Ayuntamiento. El testimonio de este acto lo redactó el escribano Manuel
Machuca, y por él sabemos que los representantes de Chinchón en este acto
fueron el Corregidor don Francisco Rivero Ramírez de Arellano, abogado de los
Reales Consejos, don Francisco Irala alcalde ordinario del estado noble, Juan
Antonio González Recas, alcalde del estado general, don Blas Dusmet y don
Vicente Carrasco regidores del estado noble, y don Gabriel Díaz y don Francisco
Ortego, del estado general. Asistieron como testigos muchos caballeros y
personas de distinción de todas las clases, como don Juan Carrasco y Latorre,
don Bernardino de Calba, y don Francisco Ortiz de Zárate, de Chinchón y los
representantes del conde don Juan Antonio de Pinillos, don Manuel Moreno y don
José de Echevarría.
Después de este acto, el apoderado del Infante acompañado de todos, tomó
posesión de los distintos patronatos: Capilla mayor de la parroquia; Capilla de
la Piedad en la iglesia nueva, representada por el capellán mayor don José de
Fominaya Monterroso; Convento de Santa Clara representado por la madre abadesa
Sor María Antonia de la Santísima Trinidad y por el padre vicario Fray José de
Cobos, y la capilla mayor del convento de San Agustín, representado por su
Prior Fray Francisco Salcedo.
A las seis de la tarde pasó al castillo, en cuya puerta estaba el
gobernador de estos Estados don Blas Manuel Dusmet que le entregó las llaves de
la fortaleza, recorriendo el apoderado del infante sus estancias, paseando por
sus almenas y abriendo y cerrando puertas en señal de posesión. Devolvió
después las llaves al gobernador para que las tuviera a orden y disposición del
Infante.
D. Luis, utilizó el título de Conde de Chinchón, en vez de otros de mayor rango,
y se preocupó de los asuntos del pueblo. Envió a su arquitecto personal,
Ventura Rodríguez, para que se encargase de la restauración de la Iglesia.
Efectivamente, en el año 1782 don Miguel Ramón Linacero, cura
párroco de Chinchón es el promotor de la remodelación y ornamentación de
la Iglesia de la Piedad. Consigue que el Conde, el Infante don Luis, envié a
Chinchón a su arquitecto Ventura Rodríguez, que se encarga de planificar las
obras, haciendo grandes cambios en todo el templo, sobre todo en el
presbiterio.
Fue protector
de Francisco de Goya, quien le visitaba frecuentemente en el Palacio y quien
hizo varios retratos de toda su familia.
Gracias a su
intervención, don Camilo de Goya y Lucientes, hermano del pintor, fue nombrado
capellán de la Iglesia de la Piedad de Chinchón.
Relator independiente.