Los primeros pobladores, de esta zona, de los que tenemos algunos vestigios se pueden datar en la época neolítica. Formaban pequeños asentamientos de población que se dedicaban al pastoreo, a la caza y tenían pequeñas explotaciones agrícolas.
Posiblemente los ejemplos más antiguos de estos asentamientos los podemos encontrar en cuevas horadadas en los materiales terciarios de los escarpes del páramo, sobre la vega, lo que les permitía un lugar al refugio de posibles ataques de enemigos, por la inaccesibilidad de la entrada de las cuevas, y una cercanía a la caza y a las tierras de labor que se encontraban en la vega.
Esta era la situación típica de estos asentamientos, cerca de las vegas de los ríos o en sus proximidades, en los cerros de talud. Raramente se encontraban en las llanuras cimeras, que eran más inhóspitas a causa del rigor meteorológico de estas latitudes. Estos primeros pobladores explotaban los recursos naturales de la zona, sus tierras y sus bosques, organizando un rudimentario sistema agrario, acorde con las necesidades de subsistencia y de la tecnología disponible. Estos primeros asentamientos pueden situarse cronológicamente en el III milenio antes de Cristo, y su ejemplo más importante es la Cueva de la Mora, que está en los montes sobre la Laguna de San Juan, que proporcionaría a sus habitantes suficiente materia prima para su alimentación.
En la segunda mitad del primer milenio a.C. encontramos los vestigios de la presencia de pobladores celtibéricos. En el cerro denominado del Salitral se sitúa, por los antiguos historiadores, un poblado de los Carpetanos. Este poblado se encontraba en la confluencia del arroyo de Valdelaspozas y el río Tajuña.
Cerca de allí, en las Eras del Monasterio, entre el Salitral y Casasola, se descubrió una necrópolis, y en el cerro de la Horca se hallaron restos de cerámica.
Por los restos encontrados se puede deducir que utilizaban como materiales de construcción el adobe, el tapial e incluso la mampostería, y su dedicación preferentemente pastoril se complementaba con actividades agrícolas y cinegéticas. Tenemos que pensar que en estas épocas se produjeron las grandes emigraciones o invasiones de los pueblos asiáticos. Estos movimientos se produjeron buscando las cuencas de los grandes ríos, entre ellos el Tajo, que les facilitaban el avance sin encontrarse con dificultades insalvables. Los pobladores de estas regiones, para poderse librar de la violencia de los invasores, se internaban en las cuencas de los ríos secundarios y buscaban los sitios más elevados, más abruptos, y por lo tanto más inaccesibles, pero que estuviesen relativamente cerca de los ríos, que les facilitaban lo más imprescindible para la subsistencia.
En la división administrativa de la península ibérica hecha en la época de los cartagineses, el territorio de Chinchón se encuadraba en la antigua Carpetania.
Posiblemente los ejemplos más antiguos de estos asentamientos los podemos encontrar en cuevas horadadas en los materiales terciarios de los escarpes del páramo, sobre la vega, lo que les permitía un lugar al refugio de posibles ataques de enemigos, por la inaccesibilidad de la entrada de las cuevas, y una cercanía a la caza y a las tierras de labor que se encontraban en la vega.
Esta era la situación típica de estos asentamientos, cerca de las vegas de los ríos o en sus proximidades, en los cerros de talud. Raramente se encontraban en las llanuras cimeras, que eran más inhóspitas a causa del rigor meteorológico de estas latitudes. Estos primeros pobladores explotaban los recursos naturales de la zona, sus tierras y sus bosques, organizando un rudimentario sistema agrario, acorde con las necesidades de subsistencia y de la tecnología disponible.
En la segunda mitad del primer milenio a.C. encontramos los vestigios de la presencia de pobladores celtibéricos. En el cerro denominado del Salitral se sitúa, por los antiguos historiadores, un poblado de los Carpetanos. Este poblado se encontraba en la confluencia del arroyo de Valdelaspozas y el río Tajuña.
Cerca de allí, en las Eras del Monasterio, entre el Salitral y Casasola, se descubrió una necrópolis, y en el cerro de la Horca se hallaron restos de cerámica.
Por los restos encontrados se puede deducir que utilizaban como materiales de construcción el adobe, el tapial e incluso la mampostería, y su dedicación preferentemente pastoril se complementaba con actividades agrícolas y cinegéticas. Tenemos que pensar que en estas épocas se produjeron las grandes emigraciones o invasiones de los pueblos asiáticos. Estos movimientos se produjeron buscando las cuencas de los grandes ríos, entre ellos el Tajo, que les facilitaban el avance sin encontrarse con dificultades insalvables. Los pobladores de estas regiones, para poderse librar de la violencia de los invasores, se internaban en las cuencas de los ríos secundarios y buscaban los sitios más elevados, más abruptos, y por lo tanto más inaccesibles, pero que estuviesen relativamente cerca de los ríos, que les facilitaban lo más imprescindible para la subsistencia.
En la división administrativa de la península ibérica hecha en la época de los cartagineses, el territorio de Chinchón se encuadraba en la antigua Carpetania.