EL FUTURO IMPERFECTO DE ESPAÑA.
Un artículo de Arturo González en Público.
Con la grave e inminente crisis económica mundial que de modo ineludible nos afectará y con los recortes de más de diez mil millones de euros a que nos obliga la Unión Europea resulta sorprendente el desmedido interés de nuestros líderes políticos por gobernar. El Gobierno que llegue estará condenado a la crítica feroz y probablemente al fracaso. Ésta es la situación ante la que todos mienten. Ninguno señala estas dos cuestiones al anunciar sus programas, todos lo silencian como si no existieran y no fueran a repercutir en su acción de gobierno. Deberían afrontarlo y no engañar a los españoles. El cercano futuro no es muy prometedor, pero adquiriría fuerza moral y política quien lo advirtiese. Ya está bien de que nos oculten las previsibles dificultades con el fin de llegar al poder. Porque gobernar será un sinvivir y un castigo, Y como tal castigo el Gobierno debería decidirse por sorteo y al que le toque que apande. Nada de lo que dicen podrán cumplirlo. Bien es cierto que unos tratarán más que otros de evitar desigualdades e injusticias, y a ésos sería a quienes sería decente que les correspondiese, dada la imposible implantación del castigo del sorteo obligatorio para gobernar. Gobierne quien gobierne volveremos al invierno de los recortes y las penalidades. Mientras no se arregle lo de China y lo del petróleo, ahora dominado por Estados Unidos gracias a su éxito con el fracking , la situación no se resolverá. Amén de otras circunstancias, como Brasil y Rusia, el desconcierto europeo o las migraciones masivas causadas por los conflictos de Oriente Medio. Hablar de programas y pactos de Gobierno como si todo lo anterior no gravitase sobre nosotros es un engañabobos. Más allá de la aritmética para la investidura y de las estériles discusiones, soberbias, desplantes y exigencias exageradas, decir la verdad no es derrotismo ni pesimismo crónico. Es la única forma de honestidad política. Algo que, a lo mejor, los españoles agradecíamos.
Deseemos, pues, un Gobierno progresista, pero sepamos que el camino estará lleno de obstáculos casi insalvables, y no por sus políticas nacionales, sino porque la bicha del capitalismo mundial nos sigue sometiendo. Como sometería a cualquier opción conservadora. Ahí radica el miedo y no en las miserables amenazas del Gobierno en disfunciones.
Esto es lo que dice el artículo de Arturo González, pero como aquí todos opinamos, también quiero dejar este correo que me envía un amigo, generalmente bien informado y que sabe bastante de estos temas de política.
¿Qué pretende Pablo Iglesias?
Ayer Pablo Iglesias, en la ronda de contactos de Pedro Sánchez para tratar
de formar Gobierno, le volvió a recordar al líder del PSOE que el
referéndum en Cataluña y la Vicepresidencia del Gobierno son exigencias
irrenunciables para Podemos.
Entre las posibles interpretaciones de la actitud del líder de Podemos para
explicar estas exigencias se contarían las siguientes:
1-Podemos cree, acaso con razón, que Pedro Sánchez va a tragar con estas
exigencias.
2-Podemos no cree que Pedro Sánchez vaya a tragar y por tanto estas
exigencias inasumibles, especialmente el referéndum, tienen como fin
hacer imposible el pacto con el PSOE y provocar unas nuevas elecciones. O
esperar en la oposición un futuro sorpasso.
3-Podemos sabe que ese tipo de referéndum es inasumible, por lo que
llegado el momento retirará esta exigencia que ya sabe de antemano que
es imposible, lo presentará como una gran concesión y endosará en
cambio al PSOE todas sus demás exigencias, que es lo que quería desde el
principio.
4-Pablo Iglesias es rehén de la facción catalana de su partido, no le queda
otra que exigir el referéndum y ni él sabe lo que puede pasar.
Y tú, querid@ amig@ ¿qué es lo que opinas al respecto?
Atentamente,
¿Y a vosotros que os parece?
Yo pienso que todos andamos un poco perdidos, y no habrá más remedio que esperar a los acontecimientos, si no queremos quedar mal por no haber acertado en casi nada de los pronósticos.
Aunque, yo contestando a mi amigo por cortesía, me inclinaría por la segunda opción.