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Organización administrativa en Chinchón en la edad media. (Historia)
En el año 1440 Juan II, Rey de
Castilla y León, hace donación de las tierras de la Ciudad de Segovia a su hijo
y heredero, el Príncipe de Asturias, don Enrique. El título de Príncipe de
Asturias no era meramente honorífico sino que llevaba anejo el poder y
jurisdicción sobre los territorios que constituían el patrimonio del
Principado.
Pero para que esta donación
fuese aceptada por la Municipalidad de los pueblos de Segovia, tanto el padre
como el hijo tienen que firmar un compromiso en el que se comprometen a no
segregar ninguna parte de este territorio. Este compromiso sería firmado
también por Isabel I de Castilla y, como veremos, tendrá gran influencia en el
transcurso de la historia de nuestro pueblo.
El Ayuntamiento de Chinchón
constaba de dos Alcaldes ordinarios, un Alguacil, cuatro Jurados y dos Fieles
del Concejo. Después se ampliaría a dos alguaciles y a los Jurados se les
asignó el nombre de Regidores.
Los cargos relacionados
constituían lo que se designaba entonces con el nombre de Concejo, Alcaldes,
Alguaciles y Oficiales, existiendo además de ellos los "hombres
buenos", que se reunían en concejo abierto o Concejo General.
Después se creó el
Corregimiento del Sexmo y los Ayuntamientos de Chinchón eran presididos por el
Corregidor.
Los cargos de justicia
municipal de Chinchón eran elegidos y nombrados por los mismos vecinos hasta
que una vez establecido el Señorío de los Cabrera, pasó a éstos el nombramiento
de los cargos indicados, así como también el de Corregidor, que antes era
nombrado por la Ciudad de Segovia.
Los miembros del Concejo
"se ayuntaban a campana repicada o tañida, según tenían de uso e costumbre
de se ayuntar" en la tribuna de la iglesia parroquial y en algunas
ocasiones en el Cementerio para el Ayuntamiento general. Cuando se trataba de
tomar cuentas a los Fieles del Concejo o practicar diligencias especiales sobre
asuntos de interés municipal, se solían reunir en la casa de alguno de los
alcaldes, desde donde se trasladaban todos los componentes del Ayuntamiento a
las casas de los mayordomos de los servicios municipales a tomar las cuentas y
hacer el recuento de los fondos. Si era necesario se trasladaban a los molinos
de aceite o de pan del Concejo o a donde tuviesen que hacer la inspección que
fuese necesario.
Como vemos el lugar que se
utilizaba para el "ayuntamiento general" del Concejo era el atrio de
la Iglesia Parroquial. Ya hemos hablado de la construcción de la primera ermita
de Chinchón dedicada a San Esteban que se debió realizar en el siglo XIV; desde
entonces, la pequeña aldea va creciendo y adquiere la importancia suficiente
como para ser considerada cabeza del Sexmo de Valdemoro y hasta ser elevada a
categoría de Villa, entre los años 1465 a 1467.
En el último tercio del siglo
XIV se debió construir la Iglesia de Santa María de Gracia. Desgraciadamente no
ha llegado hasta nosotros ninguna información del estilo arquitectónico ni
demás datos sobre la edificación, aunque bien pudo ser de traza gótica, a la
que se irían añadiendo detalles de diferentes estilos. Sólo sabemos que estaba
ubicada junto a la actual torre, que fue destruida en 1808, que era pequeña,
que frente a su atrio estaba el cementerio y que tenía escasa capacidad para
albergar a todos los fieles cuando se creó el Señorío de Chinchón.
No ha quedado ningún documento
ni representación gráfica de esta Iglesia. Incluso la torre que sobrevivió a la
destrucción de los franceses, no tiene nada que ver con la que se construyó
inicialmente, puesto que en el año 1713 fue reconstruida con un nuevo estilo y
en una nueva ubicación por el estado ruinoso de la torre de esta iglesia, y por
estar situada en un paraje en que además de estrechar el sitio por donde
pasaban las procesiones no se oían las campanas en gran parte del pueblo. La
antigua torre debía estar en la parte opuesta a la actual, y su traza se puede
adivinar junto a la tapia de la plaza de Palacio. La edificación de la nueva
torre, se hizo a cuenta de los bienes de propios y limosnas de los vecinos
y duraron las obras hasta el año 1727.
Ya en esta época había en la
población caballeros y personas nobles, aunque los "hombres buenos"
salían de los "pecheros", que eran los más interesados en la buena
marcha de la economía del Concejo, ya que sólo ellos estaban obligados a
sobrellevar las cargas, puesto que los nobles no pechaban por estar exentos de
tributos. El hecho de existir dos Alcaldes y cuatro Regidores puede indicar que
debía haber por cada estado un Alcalde y dos Regidores.
El nombramiento de estos cargo
se hacía anualmente teniendo que comunicarlos al Rey primero, luego a la Ciudad
de Segovia y posteriormente a los Marqueses de Moya, aunque en este caso lo que
comenzó siendo una comunicación de mero conocimiento para obtener el visto
bueno del Señor, se convirtió luego en simple propuesta para que los señores
eligiesen o nombrasen a los que ellos tuvieran por conveniente sin atender para
nada la opinión o deseos de sus vasallos.
El Alguacil mayor era el brazo
de la justicia, el caudillo de las milicias, el que tenía bajo su custodia el
pendón del Concejo y quien lo entregaba al Alférez siempre que la milicia salía
de campaña. Era el representante del Rey tanto en la paz como en la guerra.
Completaban la organización
municipal varios oficiales menores, como los Fieles que eran los encargados de
escribir y sellar las cartas del Concejo. Cuidaban de la legalidad de los pesos
y las medidas y de controlar la calidad en los mercados y eran los que
vigilaban que los vendedores guardasen los precios establecidos. En la
práctica, los fieles eran verdaderos interventores y contadores que llevaban
las cuentas de los servicios municipales.
La vida municipal de este
Concejo era autónoma a pesar de la dependencia de la Ciudad de Segovia.
Pero aunque la vida municipal
de los Concejos tenía una total autonomía, la Ciudad de Segovia, con los once
Sexmos en que estaban agrupados los 151 pueblos que constituían el territorio
de su jurisdicción, formó un municipalidad de gran fuerza y poder por la
estrecha unión de la capital con todos los pueblos que formaban su alfoz.
Disponía de una milicia
disciplinada, tenía una gran riqueza ganadera, agrícola y forestal y creó una
pujante industria y un próspero comercio que consiguió que los propios reyes
cuidasen de ganarse su adhesión, y los utilizaron como contrapeso para contrarrestar
el poder de los nobles.
Sus milicias llegaron a poner
en pie de guerra a más de 35.000 hombres, sus industrias llegaron a ocupar más
de 34.000 obreros, su ganadería, base de la industria textil, fue tan
importante que en el año 1171 en la ciudad había más de 150.000 ovejas, en
Villacastín más de 100.000 y en el resto del territorio el número era tan
considerable que un solo ganadero tenía más de 50.000.
El núcleo de la municipalidad
era el Estado llano, formado por los hombres buenos pecheros, de quienes el
Erario sacaba los recursos de los tributos y derramas, donde la agricultura
entraba sus brazos, la industria sus obreros y la milicia sus soldados.
Con los pecheros convivían los
hidalgos, los que constituían el estado noble formado por la clase social privilegiada,
exenta de las cargas concejiles, pero que sí estaba obligada a contribuir con
sus fuerzas en las campañas militares con sus lanzas y caballos. En las épocas
de paz aleccionaban al pueblo llano con sus virtudes privadas y cívicas. A esta
clase iba elevándose poco a poco aquella parte bien acomodada del estado llano
que por su cultura o por el ejercicio de las armas con caballos propios,
merecían el privilegio de las exenciones que disfrutaban los nobles.
Con estos caballeros y los
numerosos peones que les acompañaban se hicieron célebres las milicias de
Segovia en distintas empresas militares, principalmente en la Batalla de las
Navas de Tolosa, en la del Salado, en Algeciras o en Sierra Elvira.
Todo esto cambiaría cuando los
Reyes Católicos segregan estas tierras de la Municipalidad de Segovia para
crear el Señorío de Chinchón a favor de los Cabrera Bobadilla.
Relator independiente.