Los humanos solemos movernos más por sentimientos que por razones. El sentimiento paternal hace que seamos capaces de perdonar a nuestros hijos cualquier desmán que la razón desaconsejaría. El sentimiento religioso hace que una persona pueda llegar a aceptar el martirio, incluso con alegría. El sentimiento futbolístico puede hacer que uno sea del Atleti, del Barsa, del Madrid o hasta del Betis "manque pierda".
Y los lideres sociales, religiosos o deportivos lo saben y no dudan en recurrir a esos sentimientos para convencer a sus seguidores cuando las razones no encuentran los argumentos necesarios.
El nacionalismo es un anacronismo en la globalizada situación actual. Cuando se intentan suprimir las fronteras económicas, arancelarias y sociales y crear entes supranacionales y acuerdos que acerquen a las personas, pensar en poner puertas al pequeño campo de nuestras particularidades, parece un destino que solo se puede sustentar en sentimientos atávicos, que ni la historia ni la realidad son capaces de argumentar.
Pero hay que decir inmediatamente que estos sentimientos no se pueden rebatir con otros sentimientos contrarios. Sería demencial intentar que se pusiesen de acuerdo un ultrasur con otro del frente atlético, o un yihadista islamico con un guerrillero de Cristo Rey. Casi tan difícil como que Junqueras y Rafael Hernando puedan llegar al consenso, teniendo en cuenta las manifestaciones de uno y otro en las que utilizan los sentimientos en vez de las razones para argumentar su premisas.
Sería aconsejable un poco más de sensatez y raciocinio a la hora de afrontar problemas que se ha hecho amenazantes al fundamentarse en sentimientos de pertenencia e identidad, que un planteamiento racional dejarían sin contenido.
Desgraciadamente contra esos sentimientos nacionalistas, por una y otra parte, solo se entienden los razonamientos económicos, que parece ser lo único que ha detenido ese proceso demencial que solo se sustenta en los sentimientos que unos pocos han logrado inculcar en unas minorías, que desgraciadamente están creciendo exponencialmente, al intentar contrarrestarlos con mayores sentimientos y con amenazas legales, cuando ya se sabe que por seguir sus sentimientos uno es capaz de llegar al martirio, si llega el caso.
Solo entenderemos que se está superando esta cuestión, cuando en el Nou Camp se reciba al Madrid con aplausos y se deje de pitar a Pique en el Bernabéu.