Escuchar el silencio. Casi se nos
ha olvidado. Hay demasiado ruido, hay demasiada música, hay demasiado jaleo y
hay demasiada algarabía; y no estamos acostumbrados a estar en silencio.
La otra mañana estaba viendo
varias tertulias políticas en la televisión y harto de tanto grito, tanto
insulto, tanto “y tú más”, caí en la 2, y hablaban del silencio. ¡Qué placer!
Escuchar hablar a tres personas que no se atropellaban, que se escuchaban, que
aportaban sus ideas y sus palabras a un diálogo constructivo y fértil.
Me quedé hasta que terminó.
Después apagué la televisión porque no me apetecía volver al guirigay político
ni a las chorradas vacuas de “mujeres, hombres y viceversa” por el que también
había pasado en mi zapping.
Y me acordé de nuestro emérito
rey cuando se dirigió al ahora tan denostado presidente venezolano. ¿Por qué no
nos callamos todos un poco, y nos quedamos en silencio pensando que vamos a
decir después?
Después me enteré que la
Comunidad de Madrid se ha gastado casi siete millones de euros en propaganda
política. Otra forma de no callar. O peor, otra forma de hablar para contar
mentiras, porque toda propaganda tiene algo de engaño. Y además pagándolo con
el dinero de todos, cuando habría tantas cosas en las que gastárselo con más
provecho.
Esperemos que en la próxima
campaña que se avecina, los políticos guarden silencio para pensar antes de
hablar, y dejen de prometer lo que todos sabemos que nunca cumplirán.
A lo mejor, entonces, empezamos a
tomarlos en serio y nos podemos creer lo que dicen; si no, mejor ¡Por que no se
callan!