Mi tierra de Castilla parece un mar de plata en las noches de luna clara.
Antes, cuando el sol dora las espigas con sus rojos rayos del ocaso, los trigales simulan olas de oro y fuego movidos por el viento que sopla en vaivenes acompasados, como dirigidos por la batuta de un músico loco, hasta que las mieses se acaman esperando el amanecer.
Son las tierras de mi tierra. Es la tierra de Castilla. Es la imagen que, de noche, sueño mientras la luna se duerme recostada en los recodos del camino.
Es la luna que aparece como un fantasma para iluminar las tierras de mi tierra en las noches de Castilla.