Una columna de Hidegarde Apolo para EL EREMITA.
La estética del toreo tiene su atractivo. En primer lugar la estampa del animal con su prestancia y su armonía. Luego esta el torero, normalmente hombres de buena planta, adornados con unos trajes vistosos y coloristas. Y los colores; el rojo de los capotes, el amarillo de la arena y el abigarrado de los tendidos. Luego el ballet que describen toro y torero, lleno de plasticidad y movimiento.
Así lo vieron miles de artistas a través de los tiempos, que plasmaron en sus lienzos ese colorido y esa plástica, o que rebuscaron palabras para describir esa belleza en sus poemas y en sus escritos.
Y si esto es así, ¿Cómo puede haber personas que no son capaces de ver la belleza en este "arte del toreo"?.
Y es que en este arte hay, también, crueldad. Crueldad y masoquismo. Cuando los extranjeros ven por primera vez una corrida quedan espantados cuando comprueban que el color rojo no solo esta en los capotes sino que también es rojo de sangre, del toro o del torero. Nosotros, no. Nosotros estamos vacunados; nos acostumbraron desde pequeños a ver como se podía hacer sufrir a un animal y nos decían que eso no era malo y era una tradición.
Luego, con el tiempo, cada uno va perfilando su sensibilidad y poco a poco empieza a percibir que algo chirría en esa modalidad de "arte". Unos antes y otros después. Pero nadie nos hará cambiar de opinión con argumentos a favor o en contra, hasta que nuestra sensibilidad no encienda la lucecita de alarma en nuestra conciencia.
Ayer por la noche, en el Parador de Turismo de Chinchón, y dentro de las Jornadas Taurinas, RAÚL ALONSO SÁEZ, nos ofreció una conferencia bajo el título: "LOS ORÍGENES DE LA FIESTAS DE LOS TOROS, TRADICIÓN, ARTE Y CULTURA"
En esta conferencia abordó las raíces de la tauromaquia remontándose hasta los 20.000 años antes de Cristo, para recoger vestigios en el arte que demostraban, a juicio del conferenciante, la existencia de fiestas y tradiciones alrededor del toro y que se podrían ensamblar con la tradición taurina actual.
La conferencia abarcó una larga época que se iniciaba en los vestigios prehistóricos, siguiendo por las muestras del arte minóico y egipcio, hasta llegar a la civilización romana, en la que nos mostró unos mosaicos, cuyo contenido era muy similar a todas las fases y suertes de la actual lidia taurina.
Hubo una excelente entrada, a pesar de competir con la celebración de un partido de fútbol de la selección española, y después de la conferencia se sirvió un vino español en el claustro del Parador.