Durante mi estancia en Chinchón, habíamos formado una peña literaria con cuatro buenos amigos: Mateo de las Heras, Alfredo Rodríguez Freyre, Pablo de la Peña y Juan José Recas, en cuya casa nos solíamos reunir periódicamente.
Yo, desde Roma, les mandaba los versos que iba escribiendo. Un día recibí una carta de Alfredo diciéndome que, al pasar por la Plazuela de Palacio, había oído quejarse a la Torre, porque yo nunca la había cantado en mis versos.
José Manuel de Lapuerta.Las quejas de la Torre.
Roma 22 de Diciembre de 1959
¿Es verdad que por las noches
asomada a la plazuela.
pensando que no te cantan
dejas escapar tus quejas?
¿Es verdad que en las mañanas
cuando las luces clarean
tienes celos de la Plaza
porque le han cantado a ella?
¿Es verdad que los olivos
y los trigos de la vega,
la vendimia de la uva
y la trilla de la era
te hacen sentir desamores
porque te olvidó el poeta?
¿Y que envidias al Castillo
y a las casas y a las cuestas
y piensas que no te cantan
porque te faltan las rejas
y arriba en el campanario
no hay un escudo de piedra?
Ilustración: La torre desde los Alamillos de Oscar Villalón.
Nota: Con esta poesía dedicada a la torre, que tanto le gusta, va mi felicitación para una colaboradora en mis ediciones gastronómicas, experta en cocina y amiga, que hoy cumple años.