Capítulo XV - La Ceremonia.
Ya se había olvidado el disgusto de cuando llamó Pepito el domingo a las cuatro de la tarde para decirles que no sabía cómo pero que estaba en la estación de Málaga; que sólo se acordaba de que el revisor le avisó que estaban saliendo de Antequera, y que miraran en su agenda el número secreto de su tarjeta, porque se le había olvidado ,y tenía que sacar dinero del cajero para pagar el billete de vuelta.
Ya se había recibido el cablegrama de Caracas avisando la llegada de los invitados venezolanos.
Los tios de Sepúlveda y los de Moral de Calatrava habían adelantado un par de dias su llegada para hacer una visita turística a la Capital aprovechando la boda de su sobrina.
Un señor vestido de gris, que dijo llamarse Estanislao había llegado de parte del fotógrafo para concretar todos los detalles del reportaje que se iba a hacer de la boda.
Goyo había comprobado con satisfacción que Mati había adelgazado los dos kilos acordados y el vestido de novia le quedaba precioso.
Todo estaba preparado y amaneció el lunes día 1 de septiembre. Minerva Piquero había predicho el día anterior tiempo revuelto por una borrasca que aparecía por las Azores, y mira por dónde ese día no se equivocó.
En casa de D.Inocente Pachón todo eran nervios, a pesar de que el día anterior se había confeccionado un riguroso "planing" para la utilización del servicio con estricta determinación del tiempo que cada miembro de la familia lo podía disponer .
- Mamá, me tienes que coser el botón del cuello de la camisa nueva que está flojo.
- Margarita, ¿ se puede saber dónde me has puesto los gemelos , que no están en su sitio ?
- Mamá, ¿ a que hora ha dicho que vendrá la peluquera ?
- ¿ Quién está en el servicio ? que es mi turno...
- Papá, dí a la abuela Federica que se esté tranquila en el salón y que no tiene que planchar el vestido de la novia...
- ¿ Quién me sabe hacer el nudo en la corbata nueva ?
- Inocente, encárgate tú de llamar a la floristería para confirmar que traen el ramo de la novia...
- Pero, ¿ no se iba a encargar de eso la novia de Santiago?
En la Residencia de los Arévalo y Villaverde la situación no era demasiado diferente.
- Edgardo José, te recuerdo que tienes hora a las nueve para la peluquería.
- Asun, ¿ y tengo que ponerme yo también este traje de pingüino ?
- Abuelo, tenías que haberte quedado con Fili hasta la hora de la boda, porque no paras de dar vueltas por toda la casa...
- Mamá, ¿ has guardado ya las alianzas en el bolso ? ¡ no se te vayan a olvidar !
Ringggg. ringggg. ringggg....
- Papá abre tú la puerta que están llamando....
- Pero, coño, Romualdo, ¡ qué sorpresa !
- Pepe, Pepote, un abrazo.... que he dicho a Milagros y a las niñas ¡ vamos a acercarnos a casa del novio para darles un abrazo antes de la ceremonia !... Pilarcita, Dolores... y tú también Romualdita, dad un beso al tío Pepe...
Vamos a dejar "tranquilos" a los protagonistas mientras todo empieza a funcionar con una precisión de reloj japonés de cuarzo:
Manolo, posiblemente para ser perdonado por consentir lo de Málaga, se ha ofrecido para conducir el Mercedes blanco de la empresa y ha madrugado para limpiarlo y decorarlo... aunque si empieza a llover...
Carmencita Miguelañez está supervisando la decoración de la Iglesia, donde están colocando unas guirnaldas de flores blancas en el altar mayor. Después tiene que contactar con la directora del coro parroquial para confirmar la hora de la ceremonia...
La tia Fili ha sido comisionada para confirmar que todo esta preparado en el restaurante...
Pili Matesanz y la novia de Santiago se han comprometido a pasarse por la floristería para recoger el ramo de la novia...
Memes Galindo llegaba a las dos de la tarde a casa de la novia para desde allí coordinar toda la operación. Se había preparado una meticulosa plannificación en la que se recogía desde quien tenía que preparar las arras hasta el que tenía que encargarse de cerrar la puerta cuando todos saliesen para la Iglesia.
- Mati, en diez minutos llega la peluquera, prepárate para no hacerla esperar... Margarita, te guardo las arras en tu bolso, para que no se te olviden... Ramón, a las cuatro tienes que llamar a Manolo para recordarle que tiene que estar aquí con el coche a las cinco y treinta y cinco en punto... Inocente, guarde en su cartera el cheque conformado para el Restaurante... ya he llamado a casa del novio para que ellos tampoco lo olviden....
- Memes, ha llamado Carmencita para decir que lo de la Iglesia ya esta todo preparado, y también está en camino el ramo de la novia...
- Gracias, Santiago, tomo nota.
- Niña, aquí hay un señor muy raro, que dice que se llama Estanislao, y que pregunta por la novia.
- Déjale pasar, abuela, que es fotógrafo y viene para preparar el reportaje.
Sin duda que a las dotes organizativas de la amiga de Mati se habían unido las positivas influencias de los ángeles custodios de los contrayentes, porque a las cinco en punto de la tarde, el mercedes blanco de la Empresa Inmobiliaria, reluciente y adornado con flores y gladiolos , con Manolo al volante, salía de la casa del novio hacia la Iglesia Parroquial de los Santos Niños, cumpliendo con el horario establecido que determinaba la llegada del novio a las cinco y treinta en punto a la puerta de la Iglesia.
Edgardo Jose y su padre con frac de rigurosa etiqueta y Asunción luciendo un vestido de fiesta con gran profusión de pedrería y tocada con una pamela color malva a juego con el vestido, empezaron a recibir los saludos y parabienes de los invitados que iban llegando poco a poco mientras esperaban la llegada de la novia.
En la sacristia, D. Melchor ya estaba revestido con la casulla de los dias de fiesta y el coro parroquial hacía ejercicios de vocalización bajo la dirección de la compañera de Margarita en la Escuela de Evangelio.
Cuando llegó Manolo a casa de Mati, ya hacía veinte minutos que Inocente no paraba de meter prisas a todos, augurando que no iban a llegar a tiempo.
En el último momento la abuela Federica quiso ir al servicio y Pedro tuvo que insistir para que se marcharan todos, que él se encargaba de llevar a la abuela en su coche..
Y las cinco cincuenta y seis minutos ¡ Oh milagro ! entraba por la puerta de la Iglesia nuestra radiante novia del brazo de don Inocente Pachón que hacía grandes esfuerzos para sonreir a todos los invitados sin que se le escapase una lagrimilla juguetona que casi le afloraba a los ojos, mientras el coro entonaba la cantata nº 156 de Juan Sebastian Bach.
Detrás el novio del brazo de la madrina, a continuación Pepe el del Mercado y Margarita con su escote generoso que no le había parecido mal a su marido, y después el resto de los familiares y amigos que fueron tomando asiento en los bancos de la Iglesia empezando, como es costumbre, por los más cercanos a la puerta de salida.
De los cuatrocientos diez invitados que habían confirmado su asistencia, en la Iglesia no había más de trescientos ; el resto se repartía en los bares de los alrededores y a la sombra en el parque de al lado, amén de los que siempre llegan tarde a todos sitios y a estas horas estarían saliendo de su casa.
El acompañamiento no desentonaba en elegancia con las familias anfitrionas y abundaban los sombreros entre las señoras que lucían expléndidas después de morenearse durante el mes anterior en las playas del litoral. Llamaba la atención Carmencita Miguelañez que lucía un vestido de gasa semitrasparente, color pistacho, de falda estrecha y cuerpo ajustado que realzaba la exuberancia de su figura.
Los caballeros, la mayoría con trajes veraniegos, agradecían que la tarde se hubiese presentado algo nublada, a pesar de lo cual, lo temprano de la hora hacía que empezasen a sudar los más calurosos.
Don Melchor había comenzado la ceremonia agradeciendo la asistencia de todos y resaltando la alegría que sentía en ese momento por celebrar la boda de Matildita a la que él mismo había bautizado en esta misma Iglesia.
Como es tradicional se habían colocado los novios y padrinos de cara al altar y por tanto de espaldas a los invitados. La tia Fili se había afanado en colocar por detrás el vestido de la novia. La madrina, aprovechando que nadie le veía la cara se enjugó una lágrima - ella se quería convencer que era de alegria - con el pañuelo de encaje que guardaba en el bolso, junto a los anillos.
- Estamos aquí reunidos, para unir en santo matrimonio...
Por enésima vez el cura hizo señas al fotógrafo para que no entorpeciera la ceremonia, cuando, para hacer un primer plano de la novia, se había subido a una esquina del altar...
- Si alguno de los aquí presentes conoce algún impedimento por el que no pueda celebrarse esta unión que hable ahora o calle para siempre...
Yo no sé por qué pero los segundos que transcurren desde este momento hasta que continúa el sacerdote son de un dramatismo digno de Alfred Hitchcock.. Nadie dijo nada y llego el momento que más temen los novios.
- Yo Edgard...Pepito, te quiero a tí Matild.. Mati, en la salud y en...
- La enfermedad , le apuntó el cura.
- la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza... hasta que la muerte nos separe.
La última frase la dijo lo más rápido y bajo que pudo siendo consciente que se estaba equivocando y a Mati le entró esa risa tontorra, histérica y contagiosa que le impedía artícular dos palabras seguidas.
- Yo Mati, (Ja,jaa) te quier. ( je,jee.) te quiero a tí Edgar...Pepito ( y se le escapó una carcajada medio sofocada por el inicio de una llantera que le dejó totalmente bloqueada)
Don Melchor que ya era veterano en estas circunstancias, salío en su ayuda :
- ¿ Tu Mati, quieres a Jose como tu legítimo esposo.?...
- "Si quiero..." susurró ella ahogando su congoja, mientras el sacerdote continuó con los ritos del matrimonio evitando que los novios tuviesen que decir nada más.
Asun pensó: "Cuando yo digo que esta niña es un poco histérica.."
Inocente disculpó internamente a su hija achacando su desliz a los nervios del momento...
Pepito se sintió culpable porque él le había puesto nerviosa...
A Mati se le quedó la mente en blanco, y sólo quería que le tragase la tierra...
Entre los invitados, al silencio que se había hecho para oir las palabras de los contrayentes le siguió un murmullo mezclado con risitas en los primeros bancos...
El Ave Verum de Mozart interpretado por la coral acompañada por el órgano y el transcurso de la ceremonia fueron calmando los nervios de los novios y todo fue volviendo a la seriedad propia del acontecimiento...aunque después no iban a recordar cómo no acertaban a ponerse mutuamente las alianzas y que al monaguillo se le habían caido al suelo las arras cuando intentaba ponerlas en el bolso de la madrina.
Terminada la misa, don Melchor, quizás para compensarles por el mal rato que habían pasado, pidió un aplauso para los novios - no es que él estuviese de acuerdo con estas clase de manifestaciones en la Iglesia, pero se lo había visto al nuevo coadjutor que le habían mandado recién salido del Seminario, y como quería quedar bien con la familia...
Con el "Podeis ir en paz" se desencadenaron los acontecimientos: Los padrinos besaron a los novios, el padre de él y la madre de ella subieron al altar para abrazar a sus hijos, los testigos se apresuraron a dirigirse también al altar; el coro entonó el "Canticurum iubilo" de Haendel, que ya nadie escuchaba, los invitados intentaban localizar a sus conocidos haciendo grandes ademanes con sus brazos para llamar su atención: los niños que habían resistido hasta entonces controlados por sus papás iniciaban las competiciones atléticas pertinente en busca de los abuelitos, Emilio, el amigo del novio, se las ingeniaba para "toparse" con Carmencita y despues de saludarla y decirle que estaba guapísima, intentaba quedar con ella en el restaurante...
Don Melchor no se pudo resistir y cogiendo el micrófono rogó a todos que guardasen la compostura debida en la Casa del Señor....sin demasiado éxito porque a los dos minutos la algarabía casi apagaba las notas de la marcha nupcial de Mendellson que interpretaba con ardor el organista, mientras los novios, después de hacerse la foto de rigor delante del altar, iniciaban su "carrera de obstáculos "hacia la calle acosados por los invitados que pugnaban como si hubiese un premio para los primeros en felicitarles .
Con la llegada a la puerta de la Iglesia se alcanza la apoteosis : Después de una lluvia de granos de arroz - menos mal que Manolo había abortado un intento de "lanzamiento de paella" que habían previsto Julito y Evaristo que se habían presentado en la puerta de la Iglesia con paellera y todo - , después, digo, del arroz y de los "sprais" de colores llegan los "tirones" del velo de la novia por parte de los invitados menos "rápidos" que parece que quieren compensar su tardanza en felicitarle con una mayor efusión en sus manifestaciones y la "marca de carmin" en la cara del novio por parte de las invitadas que tienen que hacer malabarismos para no meter el pico de su pamela en el ojo del pobre Pepito.
La única ventaja de todo esto es que dura escasamente un cuarto de hora porque inmediatamente todos los invitados parten raudos para coger sitio en el restaurante...