Un pequeño cuentecito de María Jesús Frutos, publicado en el Revista "Totum Revolutum" de este año. Os va a gustar.
"La herencia de los varones en mi familia es que tienen los ojos tan grandes como platos y son por tanto muy observadores. Pero en la vida cotidiana tenían sus problemillas, cuando yo vivía con mi padre, el pobre usaba los ojos para comer claro, como éramos solo los dos pues yo comía en un plato-ojo y él en otro, si hacia una cosa no hacia la otra, asi que se echaba toda la comida fuera de la boca, yo tenia que dárselo para que no se manchase tanto. después lavábamos los platos pero no podíamos usar mistol, lo hacíamos con suero y como se come 3 veces al Día pues el suero corría por mi casa a litros, nos lo tenían que traer en un camión y todo.
Sufría mucho mi padre ,claro, se pasaba el Día cegado, a él no se le metían motitas de polvo en los ojos, sino que directamente se le metían trozos de pollo y granos de arroz. La desesperación le llevo a tomar una decisión. Aunque ya nadie le admirase por sus grandes y observadores ojos él iba a conseguir ser como todos nosotros y asi fue como decidió coserse los párpados dejando sólo una rendija para ver. Ahora nos sentábamos a la mesa y comíamos en platos de duralex., él ya no se manchaba y veía perfectamente lo que se llevaba a la boca".
"La herencia de los varones en mi familia es que tienen los ojos tan grandes como platos y son por tanto muy observadores. Pero en la vida cotidiana tenían sus problemillas, cuando yo vivía con mi padre, el pobre usaba los ojos para comer claro, como éramos solo los dos pues yo comía en un plato-ojo y él en otro, si hacia una cosa no hacia la otra, asi que se echaba toda la comida fuera de la boca, yo tenia que dárselo para que no se manchase tanto. después lavábamos los platos pero no podíamos usar mistol, lo hacíamos con suero y como se come 3 veces al Día pues el suero corría por mi casa a litros, nos lo tenían que traer en un camión y todo.
Sufría mucho mi padre ,claro, se pasaba el Día cegado, a él no se le metían motitas de polvo en los ojos, sino que directamente se le metían trozos de pollo y granos de arroz. La desesperación le llevo a tomar una decisión. Aunque ya nadie le admirase por sus grandes y observadores ojos él iba a conseguir ser como todos nosotros y asi fue como decidió coserse los párpados dejando sólo una rendija para ver. Ahora nos sentábamos a la mesa y comíamos en platos de duralex., él ya no se manchaba y veía perfectamente lo que se llevaba a la boca".