Llevamos tres años de aúpa. Una pandemia que ha dejado miles y miles de muertos, que se ha llevado por delante a muchas empresas y nos ha dejado a todos un poco tocados y expectantes de lo que nos pueda venir encima.
Después llegó una depresión aislada en niveles altos, a la que llamaron Filomena y paralizó todo el país. Luego siguieron una sucesión de olas del COVID, (vamos ya por la sexta) y otras tantas “Danas” que inundan todo por donde pasan.
Y luego llegó Putin y se puso todo patas arriba. Desabastecimiento, huelgas, manifestaciones... y hasta lo de Marruecos.
Y los políticos armando, también, jaleo, porque en la política como en la guerra, todo vale.
El otro día, esperando el autobús, llegó un señor despotricando contra Sánchez, porque, según él, era el responsable de todo; hasta de que el bus llegase con retraso, y por supuesto, de que estuviese lloviendo.
Estos días es mejor no escuchar la tele, porque te dan ganas de ir al Súper y llenar tu casa de provisiones por si acaso. (Yo no se si el desabastecimiento es por la huelga de transportistas o porque estamos comprando como si se fuese a acabar el mundo).
Ya digo, que aunque ahora veo poco la tele, si he escuchado a los políticos poniéndose a parir y acudiendo a encabezar las manifestaciones de protesta, diciendo que todo está mal, pero no aportando ninguna propuesta para solucionar el problema.
¿Qué más tiene que pasar para que recapaciten y se unan para buscar una solución?
¿Tiene que usar Putin sus armas nucleares?
A este paso va a ser muy difícil decidir a quien vamos a votar en las próximas elecciones.