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Antiguas Cofradías Religiosas de Chinchón. (Cultura)
Las
Cofradías o Hermandades religiosas tuvieron una gran implantación en el pueblo
desde du incorporación al Señorío de Chinchón. Los Condes, además de hacer
diversas fundaciones de órdenes religiosas como los agustinos o las
franciscanas de Santa Clara, potenciaron la creación de las Cofradías que
encomendaban a los muchos capellanes que servían en las iglesias, intentando
infundir a sus vasallos una religiosidad de la que ellos hacían gala.
Desde
la Hermandad de los Coronados o Cofradía del Corpus Cristi a la Hermandad de la
Virgen del Rosario, que todavía perduran, ha habido otras muchas, como las
Hermandades de San Roque, San José, el Cristo de Gracia, la Virgen del Carmen,
la Misericordia y otras muchas, ligadas a los distintos barrios del pueblo y a
los distintos oficios.
Estas
Hermandades tenían como fin, además de dar culto al Santo o a las advocaciones
de la Virgen, en reunir a los cofrades y formar una verdadera hermandad para
ayudarse mutuamente, o al menos eso era lo que se decía en sus estatutos.
Vamos
a detenernos en las dos Hermandades de las que tenemos mayor información:
Cofradía del Corpus Cristi.
La
Hermandad de los Coronados o Cofradía del Corpus Cristi, data sus ordenanzas
escritas en el año 1519, aunque su creación pudo ser anterior. Se tiene
constancia de la publicación y otorgamiento de una ordenanzas en la antigua
Iglesia de Santa María de Gracia, el 12 de mayo de 1510, siendo autorizada
después, en el año 1523, por Bula del Romano Pontífice.
Tenía
como fin principal rendir culto al Sacramento de la Eucaristía , siendo su
festividad principal el día del Corpus Cristi, que en Chinchón tuvo siempre una
gran tradición y boato. Con este motivo se celebraban grandes fiestas y además
de la solemne procesión se representaban autos sacramentales en la plaza y en
el pórtico de la Iglesia.
Sus ordenanzas limitaban el número de cofrades a sólo
cuarenta, pudiendo ser de ambos sexos y vecinos de la villa. Para el ingreso en
la Cofradía
se exigía el no haber ejercido oficio rahez y demostrar la legitimidad y
limpieza de la sangre. En sus libros de registro, que están encuadernados en
pergamino y constan de varios volúmenes, se encuentra la historia de muchas
familias de Chinchón, ya que en los mismos se hace constar las partidas de
nacimiento, de matrimonio e, incluso, los testamentos y otros interesantes
documentos de los cofrades. Su valor adquiere aún más importancia al haber
desaparecido los registros parroquiales hasta el año 1808.
Esta
cofradía estaba compuesta principalmente por clérigos, y cuando se producía
alguna vacante era cubierta principalmente por sacerdotes y después, en
igualdad de condiciones, la cubría el pretendiente más antiguo, teniendo que
pagar los que ingresaban la cantidad de diez mil maravedíes.
Hermandad de la Virgen del
Rosario.
La
primera constancia documental de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario es
el acta de una reunión celebrada en la Sacristía de la Parroquia de Chinchón,
el día 10 de noviembre de 1743, en la que los cofrades redactan y aprueban unas
nuevas ordenanzas. Allí se indica que
“Por el poco cuidado que ha habido con los libros antiguos de esta
Cofradía, se han perdido sus ordenanzas y para que se tengan las que merecerían
y para en su honor se guarde la forma y el orden que ha tenido y tiene la
referida cofradía en sus funciones y demás procedimientos,... queremos formar y
renovar estas ordenanzas para el obsequio de nuestra señora...”
Tenemos
que recordar que el Papa Pio V había regalado al III Conde de Chinchón, don
Diego Fernández de Cabrera y Bobadilla, que era embajador de España en Roma, la
reliquia de una espina de la corona de Nuestro Señor Jesucristo, y un crucifijo
de marfil, que perteneció al oratorio del mismo Papa.
Posiblemente
el Conde, al regresar a España trajo hasta Chinchón la nueva advocación de la
Virgen y se debió empezar a construir una pequeña ermita, extramuros de la
villa, entre los dos caminos de Valquejigoso, en el sitio conocido como “Pozo
de las nieves”.
Por
estas fechas se estaba restaurando el castillo de los condes que había sido
destruido setenta años antes, en la guerra de los comuneros, y estaba en plena
construcción la Iglesia de la Piedad, en la plazuela de Palacio, que se había
iniciado en el año 1534, y se terminaría en el año 1626.
No
sabemos la fecha exacta de la construcción de la ermita ni de la fundación de
la Cofradía de nuestra Señora del Rosario, pero debió ocurrir en los últimos
años del Siglo XVI.
En
las ordenanzas se recogen las normas que han de cumplir los hermanos y
cofrades, así como los actos a realizar con motivo de la fiesta de la Virgen
que se establece en el primero domingo de octubre de cada año, aniversario de
la batalla de Lepanto, y fecha en que fue constituida la festividad de la
advocación de la Virgen del Rosario.
Llama
la atención, en la organización de la Cofradía, el carácter militar de la
misma, ya que los cargos directivos se denominan: Capitán, Alférez, Sargento,
Revisores, Mayordomo, celadores, etc., todos ellos considerados como Oficiales
que se distinguían del resto, considerados como hermanos, cofrades, o
“soldadesca”.
En
las ordenanzas se estipulaba la limosna que debía pagar los cofrades que
ascendía a 8 reales de vellón, teniendo la posibilidad de hacer el pago con una
libra de cera.
Se
establecía el recorrido de la procesión desde la Iglesia Parroquial a la ermita
que debía pasar por la calle de la Iglesia, la calle Grande y la Plaza hasta
llegar a su destino. La víspera de la fiesta se debían hacer luminarias ante
las casas de los oficiales y hermanos de la Cofradía, y en la puerta de la
ermita, y tenían obligación de asistir a la procesión todos los cofrades, que
no estuviesen ausentes o impedidos, con hachas de cera encendidas, bajo multa de
media libra de cera.
Se
estipulaba que se harían misas por los difuntos de la Cofradía y que los pobres
de solemnidad estarían exentos del pago de las “limosnas”, que eran
obligatorias para todos los demás.
Esta
capilla debió quedar muy deteriorada, como la mayoría de los edificios del
pueblo, los últimos días del año 1808, cuando las tropas francesas al mando del
Mariscal Víctor, arrasaron Chinchón, como castigo por la muerte de cuatro
soldados franceses.
En
los años siguientes se debieron hacer obras de reparación de la ermita y hay
constancia que en el año 1830, siendo mayordomo de la Cofradía don Felipe
Rocaberti, se mandó construir una carroza para la imagen de la Virgen. Esta
carroza semejaba una galera, en memoria de las que lucharon en la batalla de
Lepanto cuyo triunfo se atribuyó a la poderosa intercesión de Nuestra Señora
del Rosario y con este motivo el Papa
Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias y agregó a las
Letanía de la Santísima Virgen el título de "Auxilio de los
Cristianos". Más adelante, el Papa Gregorio III cambió el nombre de la
fiesta a la de Nuestra Señora del Rosario.
A
causa de las leyes desamortizadoras de Mendizábal, el día 29 de junio de 1837,
al ordenarse por ley la extinción de las órdenes religiosas, el Convento de los
Padres Agustinos y su Capilla pasa a propiedad estatal, y con ellos todos los
objetos de valor, incluso las campanas, alhajas y muebles.
En
un pleno celebrado el día 22 de julio de 1840, reunidos los representantes del
partido judicial de Chinchón, acuerdan solicitar a S. A. el Regente del Reino,
el edificio del antiguo convento de los agustinos para que se construya la
cárcel del partido. La solicitud es
atendida en el año 1842 y desde ese momento, también la Capilla pasa a ser de
titularidad municipal y se acuerda con fecha 24 de junio de 1846, que se pueda
abrir al culto, siendo arreglada con las limosnas que recogió Felipe Rocaberti,
mayordomo de la cofradía y ermita de la Virgen del Rosario. El Ayuntamiento
autoriza a esta hermandad para que trasladen la imagen de la Virgen del Rosario
a esta iglesia con la condición de que en ella se diga una misa todos los
domingos y días de fiesta de precepto, condición que actualmente no se está
cumpliendo.
Relator independiente.