EPÍLOGO.
Son las Fiestas de San Roque
del año 1945. Según dicen los periódicos, ha terminado la Segunda Guerra
Mundial.
Una pareja de padres jóvenes
pasea con su hijo por la plaza el día del Patrón San Roque. Es la hora de
comenzar una nueva vida olvidando los tiempos de guerra vividos unos años
antes.
Es hora de buscar la
prosperidad y el desarrollo económico, social y cultural. Es la hora de todos
los que vivimos en aquellos tiempos de posguerra, que conseguimos, entre todos,
llegar a la modernidad, y que ahora, después de tanto tiempo, queremos recordar
con nostalgia.
Esta memoria histórica no es,
desde luego, un trabajo de investigación; aunque tampoco son unas memorias al
uso. Se podría decir que es, más bien, una pequeña crónica de un tiempo y de
unas personas que vivimos ese tiempo. Pero es un crónica que está basada en
recuerdos que empiezan a desdibujarse y que ya son lejanos en el tiempo, aunque
el espacio sigue tan cerca.
Al escribirlas he querido ser
respetuoso con fechas y hechos que ocurrieron durante este tiempo para lo que
he tenido que recurrir a distintos archivos y publicaciones, intentando ser
fiel notario de lo que ocurrió.
Es posible que alguien me pueda
decir que no fue exactamente así como ocurrió, y posiblemente pueda tener
razón; pero así es como yo lo recuerdo, aunque en alguna ocasión me haya podido
permitir alguna licencia literaria que, desde luego, no pienso que pueda variar
demasiado el contexto de la historia.
No creo que nadie se pueda
molestar por lo que aquí cuento, aunque sí es más probable que alguien pueda
enfadarse por algún olvido, que me apresuro a decir que es involuntario, y
además comprensible, si pensamos el tiempo que ha transcurrido desde los hechos
que aquí narro.
Sólo me quedar presentar mis
disculpas si el trabajo adolece de un cierto orden; pero es que ya se sabe que
los recuerdos nos llegan a la memoria de forma un tanto desordenada y
caprichosa. He preferido no atenerme a una secuencia temporal y dejar que fluyesen
recordando los distintos aspectos de nuestra vida de entonces, porque hacerlo
de otra forma, podrían haber resultado mucho más farragosos y difíciles de
organizar.
Me he atrevido a presentar este
trabajo al Concurso convocado por el Ayuntamiento de Chinchón, porque pienso
que lo que aquí se cuenta puede completar de alguna forma los trabajos
históricos que ya existen sobre este mismo tiempo.
Y espero que mi trabajo, si no
para completar la información de lo ocurrido durante la posguerra en Chinchón,
pueda servir como añoranza para los que vivieron estos años y un acercamiento
más entrañable para los que los conocieron mucho después, incluso, para los que
todavía no hayan oído hablar de ellos.
AGRADECIMIENTO
Un día, por el patio de lo que
era la posada de la calle de Morata llegó un turista, de los de entonces, con
una cámara de fotos. Nos pidió permiso para hacernos una fotografía junto al
pozo, colocando unos serones delante. Esta es la instantánea, y esos éramos
nosotros, tan jóvenes y con todas nuestras ilusiones aún intactas.
Para terminar, solo agradecer
la colaboración de mis amigos; los de siempre, con los que llevo compartidos
muchos días, muchas ilusiones y muchas añoranzas. Gracias a sus recuerdos y a
sus vivencias, con las que he ido adornando las mías. Sin su aportación estas
memorias históricas de la posguerra hubieran sido más cortas y, desde luego,
menos sugerentes.
A todos nos une, además de la
edad y los recuerdos, nuestro amor por nuestro pueblo y por sus gentes, porque
entre todos hemos ido formando y formamos un poquito de Chinchón.
UNA
ACLARACION:
Aunque se trataba de
hacer unas memorias, para su redacción he tenido que acudir también a recabar
datos del Archivo Histórico de Chinchón y otras publicaciones históricas de
distintos autores, sobre la época que hemos tratado.
Y UNA
JUSTIFICACIÓN:
Pasados los años,
nuestra memoria, nuestros recuerdos, necesitan un apoyo de las imágenes, para
recobrar su verdadera dimensión. Todos guardamos en aquellas latas de la
conserva del membrillo, las viejas fotografías que heredamos de nuestros
padres, por las que hemos podido conocer a nuestros abuelos y también las
costumbres y la forma de vestir de entonces.
Sin este testimonio,
nuestros recuerdos y nuestra memoria quedarían incompletos. Por eso, como
complemento imprescindible de esta memoria, he considerado fundamental rescatar
parte de las viejas fotografías familiares y “pedir prestadas” algunas que
viajan por el nuevo espacio que es internet, que de alguna forma nos pertenece
a todos.
Es posible que alguna de
las fotografías que aparecen en este trabajo corresponda a los años anteriores o posteriores a la época que hemos tratado en este estudio, pero muestran
situaciones, personas o costumbres que son comunes a la primera mitad del siglo
XX en nuestro pueblo.
Durante estos tiempos de
la Posguerra fueron numerosos los fotógrafos que llegaron hasta Chinchón y que
nos dejaron una muestra de su arte, al tiempo que plasmaban una realidad. Un
ejemplo es Ingeborg Morath, una fotógrafa austriaca, nacida en el año 1923.
En esta instantánea, el
fotógrafo austriaco Nicolas Muller ha captado la esencia de lo que era la plaza
de Chinchón en un día de toros; posiblemente, un Festival Taurino.
Pero
también los periódicos de la época nos dejaron bellas imágenes del pueblo. Esta
fotografía de Cortina ilustraba junto a otras varias un amplio reportaje con el
sugerente título que muestra la propia fotografía, en la que hacía un amplio
recorrido por las distintas actividades de Chinchón, haciendo énfasis en la
agricultura.
Un
joven, que no aparenta más de doce años, monta un burro, camino de las eras al
mediodía, saliendo por la Puerta de la Villa de la plaza.
La
plaza, desierta, como correspondería a la sagrada hora de la siesta, menos para
este niño, que tiene que ayudar en las tareas de la trilla.
Dos
estampas del festival. El puesto de golosinas frente a la Fuente Arriba y un
espectador, poco aficionado a la Fiesta Nacional se toma un refresco en el Bar
del Puro.
Y con estas fotografías, cierro el trabajo de investigación que he titulado "CHINCHÓN EN LA POSGUERRA" Memoria Histórica de la Posguerra en los confusos recuerdos de un niño de Chinchón, y que obtuvo el 3º Premio en el XII Concurso de Investigación y Memorias de Chinchón y su Comarca de 2016.
Espero que su lectura haya servido de entretenimiento para algunos y haya hecho rememorar viejos recuerdos a los que también vivieron estos años.
Y como firma, mi carnet de aspirante de la Acción católica.
¡¡THE END!!