Jean-Luc Godard, Javier Marias, José Luis Balbin, Almudena Grandes, Ouka Léele, Juan Diego, y hasta la mismísima Isabel II, reina de los ingleses, encabezan la interminable lista de los fallecidos en los últimos meses; entre los que seguro tenemos familiares y amigos entrañables.
De todas las edades, pero la mayoría de una edad provecta, como es natural, que se asemeja a la nuestra, los que ya peinamos canas o ni siquiera eso, porque hemos perdido el poco pelo que aún nos quedaba.
Lo leemos en la prensa, lo escuchamos en la radio o lo vemos en televisión, pero sin detenernos demasiado, porque eso de hablar de la muerte todavía es tabú y nos da un cierto reparo. Y no debía ser así.
Si algo tenemos seguro en esta vida es que es finita; vamos, que seguro que tarde o temprano se va a acabar; aunque seas la reina de Inglaterra.
Y cuando llegas a una cierta edad, o sea, cuando nos hacemos mayores; en una palabra y sin eufemismos, cuando llegamos a viejos, sería hora de sentarnos tranquilamente a esperar que llegue la muerte; que vendrá, aunque esperemos que no tenga muchas prisas.
Mientras, sigamos disfrutando de las pequeñas cosas que todavía nos regala la vida. Recordemos los buenos momentos, que seguro que los hay. Disfrutemos de esas bellas puestas de sol, del frescor de los amaneceres, de las acogedoras sombras en verano y de los cálidos soles del invierno. De los besos de tus nietos cuando todavía son pequeños, de sus logros cuando se van haciendo mayores y de las reuniones familiares aunque ya te cueste organizarlas.
Mantengamos la comunicación con los amigos aunque cada vez sea más difícil reunirnos; y procuremos no hacer demasiado caso a nuestros achaques, aunque el maldito dolor de rodilla no pare de recordárnoslos.
Y sobre todo, aunque lo esperemos, olvidarnos de la muerte. Llegará, pero que ese día no estemos pensando en ella; que cuando llegue estemos tranquilos y satisfechos de nuestra vida, con sus claroscuros, con sus días de pesar y con sus días de alegría, pero rememorando estos y olvidando aquellos.
Y así viviremos felices estos últimos días, meses o años que nos queden, que no sabemos aún si serán muchos o pocos, pero tranquilos y en paz con nosotros mismos y con los que nos rodean, que están a nuestro lado y que nos quieren.
Y esperar a que llegue nuestra última hora... pero ya digo, sin ninguna prisa.