En muy pocas ocasiones tenemos la oportunidad de conseguir el acceso a un documento histórico, que narre de primera mano unos acontecimientos trascendentales en la historia de España, y que ofrezca además una información diferenciada de los hechos conocidos, tal y como han sido narrados por los historiadores oficiales.
Hace unas semanas me llegó un documento de estas características que, con la autorización de los propietarios, quiero compartir con todos vosotros.
Se trata de un documento de cuatro páginas manuscritas, fechado el 14 de mayo de 1808, sin firmar, en dos folios escritos por ambas caras, que apareció en la casa número 9 de la calle San Esteban Baja de Chinchón, que según se dice fue propiedad de Manuel Godoy, esposo de la Condesa de Chinchón. El documento apareció escondido en una pared de la casa, cuando se hacían obras de reparación, a finales del siglo XX.
El documento está deteriorado, con partes en las que hay agujeros que han dejado algunas palabras incompletas. El documento presenta manchas de humedad que también dificultan la lectura del mismo.
El documento se encabeza con el texto: “Llegada de Fernando 7º a Bayona”, y narra los acontecimientos desde la llegada de Fernando VII a Bayona ocurrido el día 20 de abril, y el 14 de mayo de 1808, fecha en que está datado el documento.
Como se sabe, las "Abdicaciones de Bayona" fue un evento histórico ocurrido el 5 de mayo de 1808 en Bayona, (Francia) - Hoy se cumple el 210 aniversario - cuando Carlos IV y su hijo Fernando VII fueron obligados a abdicar sus derechos al trono español a favor de Napoleón Bonaparte quien luego cedió a su hermano José Bonaparte, bajo el nombre de José I. Esto sucedió en medio de la ocupación francesa en España, de una pugna entre Carlos y Fernando por el trono español, y fue detonante de la Guerra de la Independencia española.
El documento tiene dos partes que se puede diferenciar claramente. En primer lugar narra los acontecimientos desde la llegada del Rey Fernando VII a la ciudad fronteriza y que coinciden casi literalmente con otras versiones de estos hechos; especialmente con lo narrado en la “Exposición de los hechos y maquinaciones que han preparado la usurpación de La Corona de España y los medios que el Emperador de los franceses ha puesto en obra para realizarla” una pequeña reseña escrita por Don Pedro Cevallos, Primer Secretario de Estado y del Despacho de S.M.C. FERNANDO VII, y que, como veremos después, estuvo presente en estos acontecimientos.
La segunda parte de este documento recoge una reunión celebrada el día 9 de mayo, cuyos datos que relata el anónimo autor ofrecen una versión un tanto escandalosa de los protagonistas.
Reunión en Bayona el día 9 de mayo de 1808.
Asistentes:
Napoleón.
El Rey Carlos IV y su esposa la Reina Maria Luisa de Parma.
Fernando VII.
Manuel Godoy.
Infante don Carlos Maria Isidro de Borbón.
Pedro Cevallos.
Pedro Gómez Labrador.
Todos los grandes y ministros franceses y españoles que se encontraban en Bayona.
La reunión duró 9 Horas y por lo que en este documento se narra debió ser muy agitada y difícilmente reproducible dentro de una diplomacia políticamente correcta; por lo que es normal que no aparezca mencionada en las reseñas históricas de esas fechas; ni siquiera en la reseña de Pedro Cevallos, anteriormente citada.
El autor de este escrito que nos ocupa debió ser uno de los asistentes, puesto que los datos que aporta parecen indicar un conocimiento de primera mano de los hechos, incluso de las palabras textuales que en esa reunión tuvieron lugar.
Los ánimos de los allí reunidos debían estar muy alterados por la gravedad de los hechos que se estaban desarrollando, que eran ni más ni menos que la cesión de los derechos del Reino de España a Napoleón y unos y otros querían no quedar como traidores a su patria.
Según el documento, la Reina Maria Luisa de Parma, toma la palabra en primer lugar y empieza acusando a su hijo Fernando de traidor:
“Hijo y traidor, hace muchos años que has venido tramando la muerte de tu padre, pero por la custodia del Príncipe de la Paz (Godoy) no has conseguido ni tú ni esos inicuos que te han seguido y coyugado a tus vilezas. Hijo mío y no del Rey, que sin tener más derecho a la Corona más que por parte de madre, nos las has arrebatado de la cabeza por la fuerza”
La Reina reconoce en presencia de todos que Fernando, su hijo, no es hijo del Rey; reconoce su adulterio. Al final de sus días llegaría a asegurar que ninguno de sus hijos habían sido del Rey Carlos IV, pero entonces no era normal que se atreviese a reconocerlo delante de todos, incluido el mismísimo Napoleón. Y continúa:
“Quiero y consentimos que Napoleon sea arbitrario (árbitro) de ella a la quien renunciamos y de la que nos destituimos y la damos en términos de extinción de toda nuestra familia, protesto tu castigo como traidor, el de tu comitiva y el la nación entera. A Napoleón se le encargo para su castigo; el Rey mi esposo es del mismo modo de pensar; a lo que respondió (el Rey): “todo lo apruebo por ser justo”.
Napoleón le dijo, te doy La Corona de Nápoles, y a Carlos la de Etruria, digan si les acomoda este Partido; respondió Fernando que el primer día tenía dada su respuesta.
El Infante D. Carlos respondió: “Señor Emperador, yo no he nacido para ser Rey, solo si para ser Infante ilustre de España. Dijo:Hermano mío, habla, no te cortes, defiende tu derecho de ser español, toda tu Nación está pronta para sacrificarte por ti, la Religión y su independencia, no te aturdas, desde aquí acaso vamos al suplicio o a un encierro perpetuo que la Providencia quiere a la fiel Nación, que a un tiempo tomará venganza contra un Emperador separado de todos los principios y aún desposeído de todo derecho y razón por su natural. Fernando mío, ¿Quien te parece que te quita la Corona de España, un padre ignorante, o el amancebamiento de una madre impía con ese privado Godoy? Y ese si que es el traidor tramador de la muerte paternal, crímenes los más horrorosos de la Religión y quien autoriza estos designios y la tiranía de un Emperador de quien pensábamos tener asilo. Concluye el Infante: Ya no soy Infante de España, pero si lo he nacido, Grande Napoleón”
El Infante don Carlos Maria Isidro de Borbón, que aquí confesaba que no había nacido para ser rey, a la muerte de su hermano Fernando VII, en el año 1833 disputó el trono de España a su sobrina Isabel II, y con ello se iniciaron las guerras carlistas.
Continúa el documento:
“Habló Cevallos contra los Reyes y Godoy. Reconvino al Emperador por principios; de providencia dijo a Godoy: “Has vendido a tu Príncipe, a tu Patria y a la nación entera; ese Emperador que ahora tanto te alaba, ese mismo tiene decretado tu castigo y el de los mismos Reyes, ¿Lo ves, traidor, como se está aprovechando por momentos de estas desavenencias? Tú, traidor, podías no haber inclinado el ánimo de esos Miserables Padres hacia sus hijos, tu horror de los crímenes lo debías haber hecho aunque no fuera más que por que te libre la vida del furor del Pueblo. Responde traidor, te creo, no creo que lo niegues que soy muy español y soy la segunda persona de la Nación. Hoy he concluido pero Cevallos ha hecho siempre su deber, aunque tú siempre te has guardado de mi.
Cevallos habló cinco cuartos de horas pesar de que el Emperador se quedó sin saber qué responder. Solo dijo: “Sácame delante ese fenómeno, que no es posible que otro en la tierra hable con más libertad a una Majestad Imperial. Yo te daré el castigo.”
PEDRO Cevallos había sido ministró con Carlos IV, pero después se alineó con su hijo Fernando, con quien ejerció como primer Secretario de Estado (Ministro de Asuntos Exteriores) Como se indicaba al principio, escribió una pequeña crónica de todos estos acontecimientos, y refleja, más o menos lo que aquí dice, pero lo sitúa en entrevistas que mantuvo a solas con Napoleón, no en esta reunión del 9 de mayo, que narra nuestro anónimo cronista.
Como hemos visto Cevallos culpa a Godoy de todo lo ocurrido y también a los Reyes Padres y defiende en todo momento la actitud de Fernando VII.
Continúa el escrito:
“Salió Cevallos y tomó la defensa el caballero Labrador. (Pedro Gómez Labrador) y últimamente se decretó la extinción de la Dinastía. A Fernando se le dieron 6 horas para que respondiera a la renuncia.
En sustancia, la renuncia dice: Vos mi señor Emperador me aseguráis que mi muy amado pueblo de Madrid tiene dos Partidos, el uno de mi Padre y que es duplicado al mío; así mismo me aseguráis han muerto once mil en un ataque el día 2; que el Partido mayor pide la renuncia en mi Padre, yo no he pensado renunciar, vos sabéis no hay causa para ello, todo lo que me aseguráis lo dudo, de ningún modo me podían obligar, primero perdería no solo la vida sino mil que tuviera. Lo hago por evitar la efusión de sangre con la protesta si no es verdad que a los dos partidos que será nula y de ningún valor. Al Todopoderoso pongo por testigo y al Pueblo francés protestó asimismo, y me reservo ser siempre Príncipe de Asturias. Espero en la providencia volver al trono de España y hacerla feliz. Recomiendo a toda mi Nación que se esfuerce en mantener sus derechos de Religión y de la independencia del enemigo común; mi sabía Nación bien me aconsejó en público quien era este enemigo, pero yo no deseaba más que conferenciar con Vos gran Napoleón para evitar la efusión de sangre entre las dos naciones; me engañé y comprometí más y más la efusión, creo muy bien que las luces de los artesanos españoles descifran mejor vuestro modo de pensar que los hombres grandes ni los ejemplos de la Historia. Así en aquella ciudad como en Oviedo y demás pueblos toman las armas y están haciendo evoluciones. El obispo ha cedido todas sus rentas para gasto de guerra. Esta nombrado al Marqués de Santa Cruz general de todos.
Fecha: 14 de mayo de 1808.”
En realidad, Fernando VII estaba renunciando al trono en favor de su padre, aunque este ya había cedido sus derechos a Bonaparte.
Nos encontramos con un documento que leído ahora no hace más que corroborar lo que de una u otra forma es conocido. Sin embargo, en aquellas fechas hubiera causado un cataclismo político por lo que aquí se cuenta y por las graves acusaciones que se vierten entre las principales autoridades de España.
No sabemos quién pudo ser el autor del escrito ni cómo pudo llegar a la casa de Chinchón. Por otra parte, es normal que el receptor quisiese esconderla por las implicaciones penales que le podrían suponer.
No cabe duda que el autor era partidario de Fernando VII y enemigo de Carlos IV, su esposa y Manuel Godoy, por lo que el que muchos años después apareciese el escrito en una casa que pudo pertenecer a personas relacionadas con Godoy puede significar que alguien quería poner en su conocimiento lo que decían de el sus enemigos.
Es pues, un documento insólito, que ahora no ofrece descubrimientos desconocidos, y que adquiriría gran valor si se conociese la identidad del autor, que debía ser un personaje importante dentro de la política española.
Un documento que El Eremita ha querido compartir con todos sus lectores.