Durante este período de tiempo que he estado retirado, he tenido tiempo de abordar un proyecto que tenía aparcado desde hacía varios meses. Escribir la segunda parte de la novela "Los velos de la memoria" que publiqué hace un tiempo en este blog, y que podéis leer pinchando en la portada que aparece en la parte inferior de este blog.
Mi intención es publicar también esta segunda parte por capítulos, como hice en la primera, y a falta de algunos retoques que estoy haciendo, pienso que estará dispuesta para el mes que viene.
Ahora os dejo el prólogo de esta segunda parte que firma El Eremita.
LOS VELOS DE LA MEMORIA II:
SEGUNDA PARTE:
EL AMO.
PROLOGO:
Me encarga mi amigo Manolo Carrasco que haga un pequeño prólogo para esta segunda parte de “Los Velos de la Memoria”, que lleva el subtítulo de “El Amo”.
Cuando leí la primera entrega con el subtítulo de “Historia del Solar”, me pareció una novela interesante, con mucha acción, con muchos personajes, con una interesante intrahistoria que retrataba un pueblo peculiar durante un larguísimo periodo de tiempo que narraba la historia de tres generaciones.
En la primera parte, el protagonismo indiscutible de doña Margara llegaba a eclipsar al resto de los personajes, por lo que muchos de ellos quedaban prácticamente esbozados y el lector se quedaba con ganas de conocer más detalles interesantes de sus historias.
Esta impresión personal que le trasmití, coincidía con los comentarios que había recibido de otros lectores que le habían pedido una nueva versión ampliada o una segunda parte complementaria de lo escrito.
Ahora que muchos escritores recurren a sagas y trilogías, parece lógico pensar que la decisión del autor de escribir una segunda parte, e incluso otra tercera, puede ser acertada.
En esta segunda parte, que debe ser leída después de la primera publicada, recoge la historia que se inicia en una época anterior y se centra en la vida y peripecias de Rosa, la amante de don Nicomedes.
Podríamos decir que Rosa es la antítesis de doña Margara. Rosa no es una heroína, no tiene ni la prestancia ni el ánimo para llegar a ser un prototipo humano que pueda servir como canon a imitar. Rosa es una pobre mujer que nació para no ser nadie. Como le dice su madre en una ocasión: “Mira, para los pobres eso de la honra y de la dignidad son finezas que no nos podemos permitir. Eso queda para los ricachones que tienen que pensar en el qué dirán para pavonearse entre los de su clase. Nosotros nos tenemos que conformar con no pasar hambre.”
Rosa va a tener que acomodarse a las circunstancias que le va preparando el Destino, aceptando las distintas situaciones que se van planteando. La valoración moral de este comportamiento se va amoldando a las circunstancias que le tocaron vivir.
Con una formación precaria, toda su vida se va a regir por una moral de subsistencia en la que no cabe la maldad pero tampoco los remilgos de un remordimiento por lo que la vida le ha obligado a hacer.
Su cuna le había reservado una vida de sometimiento a los padres, primero; después, a los amos, para terminar atada a un marido de su misma clase, que la iban a obligar a tener que acatar lo que cada uno de ellos pudieran disponer en cada momento de su vida.
Sin embargo, todo eso cambió drásticamente por un hecho deleznable por parte del que iba a ser su “amo”, que sin embargo cambió su vida a una situación mucho más placentera y fácil para ella.
El ser la querida, la mantenida, la barragana, en una palabra, la furcia oficial del señorito, no iba a representar para ella un trauma moral que amargase su existencia, porque los pobres no se pueden permitir el lujo de una conciencia exquisita, como las formalidades sociales y religiosas enseñan a las jovencitas de buena familia y alta alcurnia; aunque no sea nada más que hasta consiguen un buen marido.
Luego se tuvo que amoldar a los requerimientos de la sociedad, cuando sus hijos tuvieron que emprender una formación y una preparación que les permitiese no tener que aceptar su mismo destino.
La acción se desarrolla en un Madrid que termina el siglo XIX y comienza el XX. Un Madrid en el que la miseria apenas si salpica a nuestra protagonista, y que empieza su carrera de progreso y ampliación que llegaría a convertirle en una de las principales capitales de Europa.
Al escoger este escenario para la novela, el autor se enfrenta al reto que representa ahondar en una época y una ciudad en construcción sólo conocida parcialmente, aunque se puede disponer de informaciones fragmentarias que ofrece la impresionante herramienta que es Internet.
El autor ha ideado un complejo decorado de historias y situaciones, mezcladas con hechos históricos reales, en el que ha ido colocando a sus personajes, para hacer más creíbles sus vicisitudes personales y más amena su lectura.
Como ya es su costumbre, el autor va poniendo a sus personajes nombres de personas reales, aunque ninguna de ellas tengan nada que ver con el personaje de la novela. No deja de ser un pequeño homenaje a estas personas, como muestra de cariño y admiración.
Esta segunda entrega es un complemento de la novela anterior, posiblemente con menos acción y menos dramatismo, más pausada, que da el contrapunto a la azarosa y trágica vida de doña Margara, que siempre se guió por el egoísmo, la soberbia y la venganza.
Pero es mejor que cada uno de los lectores hagáis vuestra propia valoración, porque siempre habrá tantas historias como lectores, porque el lector, a la postre, es el que conforma la historia que ha ideado el autor.
Yo espero que os guste.
El Eremita.