Hace unos días recibí una llamada
telefónica de Francisco Javier Colmenar, un paisano que vive actualmente en
Almansa, quién me pedía información sobre los hermanos maristas de Chinchón. Me
contaba que su padre, en los últimos años de vida, no paraba de contar las
excelencias de la enseñanza que había recibido en el Colegio de Chinchón cuando
era niño, aunque no coincidían los nombres que él daba a los hermanos con los
que había encontrado en las informaciones que aparecían en internet, facilitadas
por la propia Congregación.
Como sabéis, en el año 1930 Se
inaugura un espacioso colegio en la casa que había sido propiedad de la Familia
Aparicio de la Peña, para trescientos niños de ambos sexos. Este Colegio fue el
resultado de la Fundación que crearon doña Fidela y doña Paula Aparicio, secundadas por el esposo de la segunda, don Alfredo de la Peña,
destinando la mayor parte de sus fortunas a la creación y mantenimiento de un
centro católico de enseñanza.
Al año siguiente, se proclama la
República, y de acuerdo con sus normas, la Junta Local de Instrucción Pública,
se convierte ahora en el Consejo Local de Primera Enseñanza, y en Chinchón se
constituye el día 4 de febrero de 1932, y en ella hay un representante del
Ayuntamiento, el médico y tres padres de familia.
Para cumplir con la legislación
vigente, la Fundación de los Hermanos Aparicio de la Peña comunican la apertura
de dos escuelas gratuitas de 1ª enseñanza, una para niños y otra para niñas
que, como hemos visto, había empezado a funcionar dos años antes.
Alumnos de los Hermanos Maristas de Chinchón, año 1934-1935
Pero volviendo a lo que ahora nos
interesa, hay un vídeo publicado por la propia Congregación “·Maristas” en el
que se entrevista a dos antiguos alumnos de Chinchón, Juan Colmenar Gállegos y
José García Bravo, quienes facilitan los nombres de los hermanos que trabajaban en el Colegio de Chinchón:
Don Valentin. Director. Don
Saturnino. Don Victoriano y Don Julián.
Sin embargo, hay una publicación
titulada “El coraje de la Fe” Comunidades Maristas en tiempos convulsos
(1936-1939) del que es autor Lluís Serra Llansana, que dedica un capítulo
completo a la Comunidad marista de Chinchón (Madrid), con el subtítulo de “NO NECESITAMOS IR A MISIONES”. 29 de julio de
1936.
En esta publicación menciona a
los 4 hermanos maristas que fueron asesinados a principios de la Guerra Civil:
Como se ve, no coinciden los
nombres, aunque también hay que resaltar que varios de ellos se habían cambiado
los nombres para no ser identificados.
He considerado interesante
transcribir lo que se narra en este librito, donde nos cuentan cómo fueron las
últimas horas de los hermanos maristas, cuando abandonaron Chinchón para ir a
refugiarse en la casa de doña Paula Aparicio, antes de ser detenidos y posteriormente
asesinados.
" 1. Cuatro hombres, con su maleta
respectiva, se adentran en la calle Conde de Xiquena, en Madrid, cerca de la
zona de Recoletos. Se detienen ante el número 3. En el entresuelo de este
edificio vive doña Paula Aparicio. Preguntan por ella al portero, que no les
permite subir con el equipaje. Suena el timbre y una sirvienta les abre la
puerta sin problema porque son personas conocidas. La dueña de la casa los
recibe con mucho cariño. Reconoce en ellos a los hermanos Feliciano, Felipe
Neri y Herminio Pascual, que van acompañados por don Julián Aguilar, empleado
de la comunidad y auxiliar en las clases de los niños pequeños. Todos ellos
trabajan en Las Escuelas de primera enseñanza de Chinchón, obra del patronato
fundado por doña Paula y otras señoras de Madrid para atender gratuitamente a
los niños pobres.
Mientras les preparan la comida,
los hermanos comunican a doña Paula las últimas novedades. Los acontecimientos
en Chinchón se precipitan el día 20 de julio con la llegada a la villa de los
milicianos de los pueblos vecinos, que asaltan el colegio y expulsan a los
hermanos. Las familias del pueblo los acogen con aprecio porque conocen la
excelencia de su trabajo y dedicación a los niños pobres. Solo quienes vienen
de fuera pueden mostrarse duros e intolerantes con ellos. Las nuevas
autoridades les conceden un plazo de 24 horas para abandonar la villa. Marchan
el 29 de julio. En la estación ferroviaria de Tajuña toman el tren. Una ciudad
grande como Madrid, a 44 kilómetros de distancia, les ofrece más oportunidades
de pasar inadvertidos. No será difícil alojarse en el colegio de Los Madrazo o
del Cisne. Al llegar, comprueban que los dos colegios han sido asaltados.
Deciden dirigirse a la casa de doña Paula Aparicio, fundadora de la obra donde
ellos trabajan. El hermano Felipe Neri sabe leer la realidad. El 29 de marzo,
pocos meses antes de iniciarse el conflicto, escribe en una carta: «La política
está tomando un mal cariz y esperamos tiempos peores, porque somos muy malos y
Dios nos está purificando con los azotes de la persecución. Estoy muy tranquilo
y dispuesto a sufrir todo lo que Dios quiera (…) Creo que en España el
comunismo está avanzando a pasos de gigante. Durará mucho o poco… será lo que
Dios quiera, pero viene».
2. Chinchón tiene en esa época
unos 7.000 habitantes. La belleza de sus edificios hará que cuatro decenios más
tarde sea considerada como Conjunto Histórico-Artístico. La Plaza Mayor, con
sus balcones y soportales, crea un espacio sugestivo y agradable. Las
tendencias políticas están vivas entre sus habitantes, pero los hermanos se
concentran en su labor educativa y pastoral llevando adelante una obra, fundada
el 1 de octubre de 1932, que les exige todas sus energías. Tiene muchos alumnos
y una interminable lista de espera.
El hermano Feliciano, burgalés,
es el mayor del grupo y, a la vez, su director. Tiene un hermano sacerdote.
Ingresa en el juniorado de Burgos; postulantado y noviciado en Vic, y
escolasticado en Sant Andreu de Palomar. A lo largo de su vida es destinado a
muchos lugares. No obstante, en Calatayud pasa cuatro cursos y en el colegio
Los Madrazo, trece, como profesor de los primeros años de bachillerato. Tras un
año en Granada, en sus tres próximos destinos ejerce la responsabilidad de
director: Barruelo de Santullán, Toledo y Chinchón. Hombre de excelentes
cualidades y capacidad de arrastre. Cuatro sobrinos suyos entran en el
Instituto atraídos por su ejemplo.
El hermano Felipe Neri, navarro,
es el primogénito de una familia muy numerosa: once hijos, de los cuales dos
son hermanos maristas y tres religiosas de San José, de Cluny. Presta el
servicio militar en Melilla. A punto de cumplir 24 años, ingresa en les
Avellanes, donde ya estaba su hermano Juan Norberto. Ejerce su apostolado en
dos colegios, y ambos gratuitos. Primero, en Burgos, donde permanece siete años
como profesor del Círculo Católico de Obreros. Después, en Chinchón. La
confianza en la Providencia encamina todos sus desvelos. Por indicaciones de
los superiores, con la finalidad de proseguir su labor, los hermanos visten de
paisano y adoptan nuevos nombres para poder figurar como maestros laicos.
Felipe Neri se llama Victoriano García, y pide a su familia que le llamen así
para sortear el control y la censura.
Es consciente del trabajo
apostólico: «Sin ir a misiones ya tenemos dónde civilizar, y eso tan cerca de
Madrid. (…) Tengo en clase 62 alumnos; muy buenos, o al menos buenos delante de
mí» (carta de 29 de noviembre de 1933).
El hermano Herminio Pascual,
también navarro, es el joven de la comunidad. Ingresa en Villafranca de
Navarra, y en les Avellanes realiza el postulantado, noviciado y escolasticado.
Calatayud, Barruelo de Santullán, Burgos, Lucena y Chinchón son sus cinco
destinos. En el último, lleva solo desde enero. Los tiempos convulsos en el
ámbito sociopolítico se corresponden con sus titubeos personales en la vida
religiosa. Es presumible que pueda abandonar y regresar a casa.
En Chinchón se reanima su llama
interior. El apoyo de su comunidad y los buenos ejemplos de los hermanos le
permiten reavivar su vocación. Todavía hay fuego bajo las cenizas. Don Julián
Aguilar Martín es originario de Berge (Teruel). A los 12 años ingresa en el
juniorado de Vic. Cuando es postulante en les Avellanes, tiene un accidente que
le afecta a la visión. Por este motivo no es admitido al noviciado. Regresa a
su familia. Se dedica a las tareas agrícolas, pero sigue teniendo el sueño de
ser hermano. Pide volver como empleado y trabaja en algunas comunidades. Llega
a Chinchón y se convierte en un hermano más. Como a tal lo tratan los alumnos y
sus padres, pese a que él lo desmiente. El hermano Felipe Neri escribe en 1933:
«Somos tres profesores y el cocinero, cuatro. Los cuatro frailes, pero de
paisano. El cocinero me ayuda casi todo el día en la clase. Tenemos 162
alumnos, y apuntados en la lista para entrar más de 70, o sea todos los del
pueblo». Julián es tratado como un hermano más y va a correr la misma suerte
que la comunidad. Un testigo afirma: «Pudo desligarse de la comunidad en
peligro al ser simple adscrito y no profeso, pero prefirió morir junto a los
demás hermanos».
3. Mientras los cuatro siguen
conversando animadamente con doña Paula, y María Ontalva, la sirvienta, ultima
los preparativos de la comida, el portero los delata a los milicianos, que
registran las maletas y encuentran algunos objetos y documentos religiosos. No
hace falta ninguna prueba más. El portero les dice: «Los cuatro pájaros están
arriba». La sirvienta pone la sopera en el centro de la mesa. Los comensales
están a punto de tomar asiento. Suena el timbre. Los milicianos detienen a los
cuatro y les obligan a seguirlos. Son entre las 4:30 y 5:00 de la tarde. Los
llevan probablemente a la Casa de Campo, alguno piensa que fue a la Puerta de
Toledo, y los fusilan inmediatamente. Tres hermanos y un laico marista obtienen
la palma del martirio por el coraje de su fe".
Para completar la información, en
el año 1963 el Ayuntamiento de CHINCHON concede el título de Hijo Adoptivo a
don Juan Armiño Armiño y entre los
méritos que se aducen, se informa que que fue director del Colegio de los
Maristas de CHINCHON hasta el año 1935. Hay una fotografía, que puede ser de
esa fecha, donde están los antiguos alumnos junto a don Juan Armiño, acompañado
por don Moisés Gualda Carmena, que era el párroco de Chinchón, en el patio del
Colegio en la calle Hermanos Maristas.
Agradecería si alguien pudiera ofrecer alguna información fidedigna que aclarase estas divergencias en los nombres de los hermanos maristas. No obstante, nos ha servido para recordar una parte interesante en la historia de nuestro pueblo.