Capítulo V - Comisión de Festejos.
A la semana siguiente se iniciaron los primeros movimientos tácticos de los poderes fácticos. Era fundamental tomar posiciones para evitar que el "enemigo" escalase las cotas de privilegio. El primer asalto lo inició Margarita aprovechando que Pepito tuvo que esperar a Mati - como de costumbre - el sábado por la noche.
Después de darle un beso, llamarle hijo, por primera vez, y decirle lo contenta que estaba; a pesar de la mirada casi asesina de Inocente, le dijo que había quedado el lunes con D.Melchor, el cura, para hablar sobre la ceremonia. Que las bodas en la parroquia resultaban preciosas y que, seguro, cantaría el coro parroquial, que para eso conocía a la Directora, que era compañera suya en la Escuela de Evangelio de la Parroquia.
Se cuidó mucho de resaltar que, no obstante, tenía que llamar a su mamá para saber lo que ella pensaba, y que no había que demorar la entrevista porque, según había oido, podía haber problemas para encontrar restaurante para la celebración si no se hacía con tiempo...
El contraataque de Asunción no se hizo esperar. El domingo por la mañana le había contado su hijo la conversación de la noche anterior y se las arregló para invitar a los novios a tomar café.
La acogida a su nuera no desmereció para nada de la que había tenido su hijo. Repitió, por lo menos, un par de veces lo de "hija", le dijo que el vestido que llevaba, además de ser precioso, le hacía más esbelta, que había estado viendo en las revistas los trajes de madrina en las bodas reales y que ella se iba a hacer uno igualito que el de la reina de Noruega en la boda de su hijo, que estaba segura que iban a ser muy felices y que estaba deseando hablar con su madre para acordar los detalles de la ceremonia y de la celebración.
Siendo consciente que se le había adelantado su consuegra en lo de la ceremonia, y su contraofensiva en esta batalla no tenía muchas probabilidades de éxito, prefirió atacar por la celebración:
- El mes pasado estuvimos en la boda de Amparito, la hija de Fausto, el carnicero, y resultó una celebración preciosa en el Melía Castilla, ¿ verdad, Pepe ?
Pepe estaba oyendo por la radio el carrusel deportivo, y asintió sin demasiado entusiasmo, lo que no satisfizo suficientemente a su esposa, que aprovechó para lamentarse del exceso en las retrasmisiones de futbol, amenazó con apuntarse a la Asociación de Mujeres abandonadas por el Futbol, y resaltó la suerte que tenía Mati porque a su Edgardo José no le gustaban los deportes.
Después de leer detalladamente el menú en la tarjeta de la boda, que "casualmente" estaba en el primer cajón del aparador, resaltó lo bien que resultaba el que se indicase, a la entrada, la mesa que correspondía a cada uno de los invitados. Que el pastel de verduras con crema de bogavante era de lo más exquisito que había tomado en su vida y que además regalaban a los novios un viaje de una semana en cualquier Hotel Meliá del mundo y la estancia de esa noche en la suite nupcial.
Lo más finamente que pudo, dejó caer que, lógicamente, quería ponerse en contacto con su madre para conocer su opinión, porque reconocía que salía un poco caro...
En esta partida de ajedrez los dos primeros movimientos lo habían hechos las "reinas" y había que ser "grandes maestros" para contrarestarlos con juego de peones.
Aquella noche, Inocente, aprovechando que Mati y su madre estaban repasando lo que ya tenían comprado del ajuar doméstico y podían tener la "guardia" baja, preguntó:
- ¿Qué te ha dicho el cura?
- Que no hay ningún problema, que, tratándose de nosotros, lo que queramos y cuando queramos, que ya sabemos que está a nuestra disposición.
- Y digo yo, Mati, ¿ tu vas a misa ?
- Ya sabes que desde que salgo con Pepito sólo voy en alguna ocasión, por Navidad y Semana Santa.
- ¿ Y te vas a casar por la Iglesia ?
- ¡ Inocente ! ¿ Quieres hacer el favor de no empezar con tus cosas ? ¡Como sigas por ese camino, dejo de hablarte para el resto de mis dias !
- No te excites, mamá. Papá puede ser que tenga razón. Pero, ¿ que quieres que te diga ? si no me caso por la Iglesia no me iba a parecer que estaba casada... Por otra parte que iban a decir todas vuestras amistades... y además la ceremonia de la Iglesia es mucho más bonita que la del Juzgado, y la novia se luce mucho más...
- No, si a mí me trae sin cuidado, pero si yo fuese el cura, no os casaba ni aunque me lo mandase el Papa. Lo que pasa es que D. Melchor está ya viejo y es más facha que Mussolini, y es de los que piensan, todavía, que debía ser obligatorio el bautizo, la comunión y el matrimonio canónico.
- Mira, Inocente, porque ahora estamos nosotros solos, te lo consiento, pero que no se te ocurra empezar con tus paridas delante de los padres de Pepito, porque eso sí que no...
- Vale, no te preocupes, delego en tí la representación familiar para los asuntos nupciales...
- ¡No empieces con tu ironia...! Por supuesto que me voy a encargar yo personalmente de toda la organización. Pero no te creas que después te voy a permitir que critiques lo que hagamos. ¡ Hasta ahí podíamos llegar !... Y tú, hija mía, no te preocupes que para eso está tu madre que sabe siempre estar a la altura de las circunstancias.
En la primera jugada, Inocente, era consciente de haber perdido la torre, un caballo y un par de peones, aunque esto no le preocupaba demasiado porque, en el fondo, estaba totalmente seguro que esta partida la tenía más perdida que si jugase con Kasparov.
Simultaneamente en la Residencia de los Arévalo-Villaverde se estaba librando otra partida de similares características, aunque la derrota de Pepe, el de la tienda de ultramarinos del Mercado Municipal, iba a ser menos dolorosa porque estaba, casi, de acuerdo con lo que decidiese su mujer. Él que siempre había sido un hombre pragmático hacía mucho tiempo que había llegado a la conclusión de que lo más barato era dar estos caprichos a su mujer. Mucho más caro le salió cuando, al hacerse mayor su hijo, quiso poner una tienda de ropita de niños, para "realizarse". Después de tres años, esta realización le costó cinco millones de pesetas de las de entonces y aún tiene cerrado el local, sin que nadie le ofrezca ni la mitad de lo que le costó...
Sólo faltaba una tercera partida que tampoco iba a tener demasiado color. Mati, con blancas, prácticamente le dio el "mate pastor" a Pepito que jugaba con negras. Ella no tuvo que recurrir ni a su mohín lastimero para que él le entregase - yo creo que gustoso - la partida.
Así pues, de forma tácita, quedó constituida la comisión de festejos. No hacía falta repartir los cargos específicos ni asignar responsabilidades, todas y cada una de las componentes de la Comisión eran conscientes de sus puntos fuertes y de sus puntos débiles, y así, seguro , que conseguirían fácilmente el consenso necesario.
Sólo quedaba fijar un calendario de reuniones, determinar las prioridades, fijar los objetivos y, sin duda, conseguir el éxito final.
Capítulo VI - El Cursillo prematrimonial.
- Si tú, mamá, no me acompañas, yo no voy a ver a D. Melchor.
- Yo no sé cuando vais a ser capaces de hacer algo por vuestra cuenta. Si el pobre es un bendito y además os quiere mucho a los tres. Ya me dijo el otro día, que le hacía mucha ilusión el haberte bautizado, dado la primera cominión y ahora casarte.
- Sí, pero es que ya sabes que Pepito no está dispuesto a venir al cursillo prematrimonial y no sé cómo se lo va a tomar.
El bendito de don Melchor se lo tomó bastante bien. Claro está que entre la madre y la hija habían urdido una excusa bastante aceptable, con un poco de buena voluntad.
- Ya sabe Vd., padre, cómo está el trabajo. El pobre Edgardo José trabaja hasta los sábados por la tarde. Y como Vd. ha puesto el cursillo todos los jueves a las siete y media.
- A las nueve, por lo menos, termina todos los dias, terció Mati, lo más convincente que pudo.
- No te preocupes, Matildita, vienes tú y luego comprais unos tests que venden en el Obispado y los rellenais los dos juntos y si teneis alguna duda os ayudan vuestros padres que tienen una honda formación cristiana...
Les contó lo importante que eran estos cursillos en los que participaba un médico-sexólogo , un sacerdote-psicólogo que mandaban de la Vicaría, un matrimonio que daba testimonio de su vida religiosa vivida en pareja y que dirigía él mismo avalado por la experiencia atesorada en más de cuarenta años de pastoral familiar en la parroquia...
Admitió, no obstante, que como había muchos casos como el del novio de la niña, el Obispado había ideado unos cursillos prematrimoniales por correspondencia que los podían hacer los novios en casa y enviarlos a corregir, y que una vez aprobados recibían el certificado correspondiente para poder casarse en cualquier parroquia de la Diócesis.
Cuando les despedía le dijo a Mati que últimamente la veía menos por la Iglesia pero que confiaba en que la buena educación cristiana que había recibido de sus padres - sobre todo de su madre que debía ser siempre un ejemplo para ella - le durase para toda la vida.
Margarita que siempre presumía de no mentir nunca salió de la entrevista bastante contrariada por haber tenido que contarle al cura semejante patraña, pero se consoló pensando : ¿ qué no va a hacer una madre por la felicidad de sus hijos ?
Mati contó a Pepito la entrevista con el cura y la conversación que había tenido también con su padre sobre lo de casarse por la Iglesia.
- Pues, por mí, si quieres, nos casamos por el Juzgado.
En un alarde de sinceridad, no demasiado frecuente en él, reconoció que no sentía ninguna necesidad de hacer una parodia de acto religioso carente de significado, que lo importante era vivir en pareja siempre que hubiese acuerdo mutuo, y que cuando se terminaba el amor, no había por qué continuar juntos, que eso del matrimonio era un mal rollo, y que, posiblemente, lo mejor era seguir como hasta ahora sin tener que cambiar la buena vida que ambos tenían...
La verdad es que al final se pasó un "pelín" y ... claro, Mati inició la defensa numantina tantas veces empleada a base de "lo que pasa es que tú no me quieres", "eres muy egoista y sólo piensas en tí", "tu madre te tiene demasiado mimado", "en el fondo te da miedo comprometerte", y cuando advirtió en su cara signos de verdadero arrepentimiento por lo que había dicho, soltó la bomba de efectos demoledores: " y si quieres, lo dejamos, porque yo no quiero obligarte a nada..."
Lo de "obligarte" y lo de "nada" le salieron con un hilito de voz entrecortada, que había copiado de la interpretación de Lola Herrera en "Cinco horas con Mario", y aunque no tuvo los aplausos del respetable, consiguió la rendición más incondicional que recuerda la historia. Pepito, no sabía qué palabras escoger para convencerla de que sólo estaba filosofando y que en ningún momento se le había pasado por la cabeza cambiar de planes, que estaba enamorado de ella y que estaba seguro que su amor duraría por toda la eternidad...
- Y si quieres, como muestra de mi sinceridad, ¡ voy contigo al cursillo de don Melchor...!