Tengo que reconocerlo, pero no conocía el Monasterio de Piedra, a mis años. Y eso, como no conocer Chinchón, se podría considerar como un pecado venial. Ya se sabe que el pecado mortal, dicen, es no conocer Granada.
Pues eso, que el otro día se me presentó la oportunidad y pude visitar este parque natural, que según nos contó un guía muy simpático e instruido, fue creado por don Juan Francisco Muntadas, cuando lo adquirió por la desamortizacion que realizó Mendizabal.
El río Piedra, (de este río toma el nombre el monasterio) forma, al pasar por las inmediaciones del monasterio, un paraje de gran belleza paisajística, con muchas cascadas de agua que se dividen en innumerables hilos de agua o chorreras, siendo la cascada de la Cola del Caballo, con más de 50 m., la de mayor altura e interés.
Unos senderos debidamente señalizados conducen por todo el parque, a lo largo de unos 5 km, a todos los sitios de interés del mismo.
Estas cascadas están formadas por la disolución de las calizas y la posterior precipitación de las mismas la cual ocurre al disminuir el caudal, con lo que la caliza disuelta va depositándose en capas sucesivas por las que discurre el agua formando innumerables saltos. Se trata de un fenómeno karstico originado por las ligeras fluctuaciones en el propio caudal del río.
El parque también cuenta con varias grutas, descubiertas por el fundador del parque. Allí también se encuentra el llamado Lago Espejo.
De mi visita dejo constancia con esta serie de fotografías tomadas con mi IPhone, porque no tenía a mano mi cámara fotográfica. Creo que dan una somera idea de la belleza que ha formado la naturaleza, bien dirigida, en este caso, por la mano del hombre.