Decir que Fran Rivera es un inconsciente (que lo es) por exponer a su hija a un riesgo innecesario, es "un ataque brutal al toreo". (Lo ha dicho el propio Francisco). Decir que personas que ostentaron cargos de responsabilidad, se lucraron ilícitamente, es un ataque frontal al Partido Popular. ( Estamos cansados de escucharlo a sus dirigentes). Hablar de los escándalos vaticanos, es atacar a la religión católica. (También lo hemos oído, ¿verdad?). Y que los aludidos achaquen su situación a esos supuestos ataques en vez de analizar las causas de su deterioro, no es nada más que la demostración de lo que es el victimismo.
Empezando por Cataluña, siguiendo por los partidos políticos y pudiendo terminar con las religiones o por cualquier actividad como puede ser el cine, el teatro, los toros, el fútbol o la literatura, nos encontramos como sus representantes se lamentan de los ataques sistemáticos que, según ellos, reciben de sus enemigos, más supuestos que reales, con lo que tratan de justificar un deterioro que se debe más a sus errores y carencias, que no están dispuestos a reconocer.
El que las iglesias estén cada vez más vacías los domingos, no es porque algunos digan que eso de las procesiones es un anacronismo y lo de los reyes magos un cuento que nada tiene que ver con la religión, salgan con túnicas, barbas o estén representados por mujeres.
Que cada vez más personas no entiendan la estética de la tauromaquia basada en el maltrato y en la exposición a riesgos innecesarios, no es la causa de su decadencia que viene gestándose desde hace mucho tiempo por el fraude en la organización de los festejos, que manejan solo unos cuantos, mirando más el beneficio que la pureza de la fiesta, que la mayoría de las veces solo puede subsistir a base de subvenciones que no se aclaran convenientemente.
Que después de muchos años los ciudadanos se lanzasen indignados a las calles y a las plazas para decir que ya estaba bien de tanto mamoneo y desfachatez, no es un ataque a la patria y una manifestación de unos "anti sistemas", sino todo lo contrario; es la defensa de unos derechos que estaban siendo sistemáticamente lesionados por unos cuantos que se habían hecho con el poder y se estaban lucrando personalmente con ello.
Y como no pueden justificar el deterioro a que están abocados, ni quieren reconocer su fracaso, optan por hacerse las víctimas y, pobrecitos, achacar lo que pasa a los ataques recibidos de sus enemigos.
Claro que también en estos casos, sobre todo si hablamos de política o religión, después del victimismo utilizan también el miedo para asustar al personal con las terribles consecuencias que acarrearía el éxito de los que no opinan como ellos y que han decidido que sean "sus enemigos"... y los de todos.