El pasado viernes, a las 11 de la mañana se inauguró en el Cementerio de San José de Granada el monumento a las víctimas de la Guerra Civil, obra del escultor granadino y residente en Chinchón, don Eduardo Carretero Martin, que se ha titulado “La Piedad”
En este blog y en la prensa de Granada nos hemos hecho eco de este acontecimiento. Sin embargo, no entiendo la razón por la que se ha creado una gran polémica en Granada por causa de esta obra.
En una crónica del diario El Ideal de Granada de fecha 5 de febrero se dice que el monumento está “inspirado” en la Piedad de Miguel Angel. Posiblemente se refiera al nombre, porque asegurar ésto refiriéndose a la escultura sólo se puede entender si no se conoce la obra del maestro italiano, o se desconoce la de Carretero.
Hablar de la escultura de Eduardo como símbolo religioso, es desconocer absolutamente cúando, cómo, y porqué se hizo.
Eduardo Carretero nació en el año 1920, por lo que tenía poco más de dieciséis años cuando se inició la guerra civil. Sin embargo se alistó en el ejército republicano y fue herido poco después. Conoció, como testigo presencial, las atrocidades que se cometieron en los dos bandos en que se dividió España.
Algunos años después, eran los años sesenta del siglo anterior, sintió la necesidad de contar lo que había visto y vivido, y lo hizo como él sabía hacerlo, esculpiendo. Hizo una serie de bocetos que tituló “La guerra civil” en los que representaba las atrocidades que aún estaban en su mente: cuerpos destrozados en las cunetas de las carreteras, fosas comunes, cuerpos mutilados y hombres y mujeres que clamaban llorando con desesperación la muerte de los esposos, los hermanos, los hijos y los amigos.
Y lo hizo en barro. Un barro desgarrado que se abría con grietas profundas, como las heridas en el alma de las dos Españas. Y quiso contarlo -lo ha repetido él en infinidad de ocasiones- para que las nuevas generaciones conociesen lo ocurrido, para que no volviese a repetirse, y para que sirviese como símbolo de reconciliación definitiva entre los dos bandos irreconciliables.
Estas pequeñas esculturas, estos bocetos permanecieron, durante muchos años, semi escondidos, porque por entonces, todavía no se podía hablar de reconciliación y de estos recuerdos. Luego sólo eran conocidos por sus amigos que le visitaban en su estudio de Chinchón.
Cuando le contaron el proyecto de hacer un monumento a las víctimas de la guerra civil en su Granada natal, ofreció uno de estos bocetos para hacer la escultura, pero siempre dejando claro que debía ser como homenaje de “todas” las víctimas de la guerra civil, sin distinción de bandos, credos o colores.
Luego vino lo de “la piedad”. Él nunca lo había titulado así, pero cuando se lo informaron,-desconozco de quien fue la idea- no le pareció mal porque, como dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, piedad es el amor entrañable que consagramos a los padres y familiares, y un sentimiento de lástima, misericordia, y conmiseración.
El monumento de Granada, o sea, La Piedad de Carretero, representa un grupo de hombres, mujeres y niños que demuestran sus sentimiento de lástima y conmiseración, y también, ¿porqué no? de desesperación, por el hombre que yace a sus pies, y que puede ser su padre, su hermano, su novio o su hijo.
Me parece bien que sigan con la polémica de si deben o no poner en las tapias del cementerio de Granada los nombres de los fusilados durante la guerra, pero, por favor, no quieran utilizar para ello una bella obra de arte, que sólo representa lo que es: Un homenaje a todas las víctimas que hubo durante la Guerra Civil Española, con el deseo de que no se vuelva a repetir.
Quiero aprovechar para dejar una serie de fotografías tomadas en la inauguración de ese monumento, donde Eduardo Carretero estuvo acompañado por familiares y amigos.
Fotos: m.carrasco.m.