Me había prometido a mí mismo que no volvería a escribir de política, pero debo tener poca fuerza de voluntad o no me importa demasiado faltar a mis promesas cuando me las hago a mí mismo; así que aquí me tenéis de nuevo con el tema de moda.
En el año 2011 ya lo anunciaban Juan Vázquez Yebra y Diana Vázquez Rolland en su libro “La desafección social hacia los partidos políticos” del que hice un comentario en este mismo blog en este enlace:
Los políticos o mejor dicho, los partidos políticos están de capa caída. Y además pienso que con toda la razón.
El señor Griñan y el señor Chaves son responsables de lo que ha pasado en Andalucia con los ERES. El señor Aznar y el señor Rajoy, lo son por el caso Bárcenas, como el señor Mas lo es del caso “Liceo”. Y todos ellos deberían haber presentado la dimisión de sus cargos, porque lo que ha ocurrido en todos estos casos, sucedió bajo su mandato y los “delincuentes” habían sido puestos por ellos o estaban bajo su mando. Y si ellos no toman la inciativa, el Sistema lo debía de propiciar sin paliativos.
Luego, si alguno de ellos, además de esta responsabilidad política, la Justicia demuestra que también cometieron algún delito que sean también juzgados por ello y la ley sea implacable.
Sólo así se llegará a una regeneración política imprescindible para que todo este tinglado empiece a funcionar.
Ya se sabe que el principal objetivo de un partido político es la conquista del poder. Y esto está admitido y hasta nos parece lógico; pero parece ser que para muchos políticos el objetivo personal es medrar para conseguir prevendas o “prevenditas”, y así vemos cómo en los más pequeños núcleos de poder también se pretende mantenerse en el cargo para seguir “viviendo” de los ciudadanos, y sus decisiones sólo están supeditadas a que se les siga votando.
Decían Juan y Diana Vazquez en su libro, que el problema no estaba sólo en los partidos y en los políticos, sino que también la sociedad tenía su responsabilidad. Ya es hora de que dejemos de ser “forofos” para defender “nuestros colores” y, de una vez por todas, dejemos de votar a los políticos y a los partidos que no asuman la imprescindible regeneración de la vida política.