CAPÍTULO
X. ALGUNOS ACONTECIMIENTOS QUE RECORDAR.
Chinchón siempre fue un pueblo donde nunca pasaba nada, y menos
aún en aquellos años.
Sin embargo, durante estos años de la Posguerra si hubo algunos acontecimientos
que marcaron unas fechas importantes para todos nosotros.
Desde la celebración del día de la Provincia hasta la
inauguración del nuevo Grupo Escolar por el mismísimo Francisco Franco. Fueron
acontecimientos que marcaron nuestra memoria y, pasados los años, ahora es
difícil hacer una valoración de la importancia que entonces se les dio en
Chinchón.
En Chinchón, casi nunca pasa nada; y entonces mucho menos. Sin
embargo, durante los años de la posguerra si hubo acontecimientos importantes
que de alguna forma iban marcando nuestros recuerdos y que han llegado a formar
parte de nuestro acervo histórico, aunque alguno de ellos pueda haber sido
olvidado por la mayoría.
En este sentido, quedó grabado en mi memoria una procesión que,
seguro, casi ya nadie debe recordar.
Era el mes de octubre del año 1956; don Ramón nos cuenta en
clase que en Hungría, un país del centro de Europa, se ha producido un
alzamiento popular contra el poder comunista. En Budapest, la capital húngara,
la multitud derriba una estatua de Stalin de 7 metros de altura, que había sido
erigida tras la victoria rusa en el año 1945. La destrucción del monumento
constituye para los húngaros todo un símbolo del alzamiento. Y nos cuenta,
también que unos días después se produce una terrible represión a cargo de las
tropas rusas, que a primeros de noviembre arrasan la capital y aplastan la
insurrección húngara.
Como es lógico, ninguno de nosotros entendió nada de lo que nos
contaba el maestro, y apenas si supimos siquiera donde estaba Hungría en el
mapa. Tampoco era lógico que una noticia de esta índole trascendiese en
Chinchón.
Sin embargo, las autoridades civiles y eclesiásticas organizan
rogativas por las víctimas del comunismo. Al día siguiente no hay colegio y se
hace una procesión por todo el pueblo para rogar a Dios, con cánticos y
plegarias, por el pobre pueblo húngaro, que estaba sufriendo las calamidades
que acarrea del comunismo, del que en España habíamos sido liberados por el
Alzamiento Nacional.
Y así, una procesión como tantas a las que asistimos durante
aquellos años de posguerra, quedó en mi recuerdo; porque ya se sabe que la
memoria tiene sus caprichos y selecciona, por causas que desconocemos, lo que
debe trascender en el tiempo.
El
día 3 de octubre de 1954 se celebró en la Plaza de Chinchón “El día de la
Provincia” en honor del Partido Judicial de Chinchón. Las autoridades de todos
los pueblos del Partido y los grupos folklóricos se dieron cita en nuestra
plaza para ofrecernos una muestra de lo más escogido del repertorio en “jotas”
y “mayos”.
Otro acontecimiento que iba a quedar en nuestros recuerdos fue
la celebración del “Día de la Provincia” que organizó la Excelentísima
Diputación Provincial de Madrid, en honor y exaltación del Partido Judicial de
Chinchón, y que se celebró el día 3 de octubre de 1954.
Ese día se reunieron en la plaza de Chinchón las distintas
representaciones de todos los pueblos que formaban el Partido Judicial, con la
asistencia de sus autoridades y la representación de sus “Coros y Danzas” que
hicieron una exhibición en un tablado montado al efecto en la plaza.
Una de las actuaciones en el tablado
que se colocó al efecto en la plaza el Día de la Provincia.
Previamente se había celebrado unos “Juegos florales” como se
llamaban entonces, que no era otra cosa que un concurso de poesía de exaltación
de Chinchón. El primer premio lo obtuvo el poeta Lope Mateo, periodista y poeta
nacido en Salamanca el 5 de junio de 1898 y fallecido el 6 de junio de 1970.
El premio lo obtuvo con estos versos:
! Oh Plaza de Chinchón, gaya ventana/ De la ibérica sangre
aventurera./ Corre por tus alegres galerías/ El ímpetu del viento, erguido
toro/ Sobre el perfil de tu labriego ceño./ Y en la azul revolera de tus
días/ El cielo pone, entre cristiano y
moro,/ Banderillas de sol para tu ensueño.
Ese día llegaron hasta Chinchón las Autoridades Provinciales a
las que esperaba una nutrida representación de nuestro Ayuntamiento con don
Juan Rodríguez Ortiz de Zárate, su alcalde, a la cabeza.
También allí nos dimos cita todos los niños y niñas, que ese día
no habíamos tenido que ir al colegio. Un cómico, delante de un cartel, cantaba
las aleluyas al viejo estilo de los juglares medievales. Después del pregón
oficial de la fiesta, los grupos de coros y danzas fueron subiendo al tablado
para hacernos una demostración de las jotas y “mayos” de los distintos pueblos.
Allí los representantes de Chinchón nos cantaron y bailaron nuestra jota, con
el lanzamiento del pelele, sus seguidillas, para terminar con su “Viva
Chinchón, porque tiene la fama del aguardiente…”
Un año después, en el mes de agosto de 1955, también se llenó la
plaza de Chinchón; pero esta vez de cámaras de cine, grandes focos y personas
muy extrañas, la mayoría extranjeras, a las que apenas si entendíamos.
Nos dijeron que iban a hacer una película y que se iba a llamar
“La vuelta al mundo en 80 días”.
“La
vuelta al mundo en 80 días” Con David Niven, Mario Moreno “Cantinflas” y Luis
Miguel Dominguín, fue, sin ninguna duda, la que di0 a conocer nuestro pueblo en
todo el mundo y convirtió la plaza de Chinchón en su imagen y emblema.
Y eso sí que fueron fiestas. Un grupo de unos quince niños nos
habíamos ido a un campamento que organizaron en los Grupos, y que estaba en
Ávila. Allí estuvimos durante dos semanas en lo que llamaban “La casa del
Botijo”. El día que volvimos todas las calles del pueblo estaban cortadas y el
coche de viajeros, como entonces llamábamos al autocar de línea, nos dejó
enfrente de las monjas. Desde allí cargados con nuestras maletas, tuvimos que
llegar a nuestras casas, sin poder pasar por la plaza que estaba cerrada,
porque ese día estaban rodando las escenas de la corrida y no se podía pasar.
Pero al día siguiente ya estábamos en los balcones disfrutando
del espectáculo y aplaudiendo cuando nos mandaban y con los ojos muy abiertos
porque no entendíamos muy bien que era aquello de rodar una película.
Algunos de nuestros padres se apuntaron y cobraban 50 pesetas
cada día, también nuestras hermanas mayores y las madres de algunos de mis
amigos. Aquello fue una novedad para todos, y además pudimos conocer de cerca a
Luis Miguel Dominguín y, sobre todo, a Mario Moreno “Cantinflas” a los que
veíamos subir por el Barranco, camino de la casa de don Pedro del Nero, donde a
veces les invitaban a comer.
Aunque la película fue un éxito y al año siguiente consiguió
todo un Óscar, nosotros no la vimos hasta años después y nos llamó mucho la
atención que de tanto tiempo como habían estado rodando, saliese tan poco de
Chinchón; aunque hay que reconocer que estaba muy bonito.
Pero desde luego, el acontecimiento más importante de todos
aquellos años fue, sin ninguna duda, la llegada de Franco a Chinchón.
El
día 18 de julio de 1951 Chinchón tuvo protagonismo en la prensa nacional. El
periódico Arriba, al día siguiente, le dedicó la portada y un amplísimo
reportaje de todos los actos que se celebraron en nuestro pueblo, con motivo de
la inauguración del Grupo Escolar “Hnos. Ortiz de Zárate” con la presencia del Generalísimo
Franco, que fue aclamado en la plaza y en las calles de Chinchón.
El 18 de julio de 1951, XV Aniversario del glorioso Alzamiento
Nacional, en Chinchón se va a vivir un día muy especial. Se levantaron arcos de
ramas y flores a la entrada del pueblo y una gran pancarta: “CHINCHÓN saluda a
FRANCO”.
Desde días atrás se había estado acicalando las calles. En todos
los balcones de las calles por donde pasará la comitiva se han colocado colchas
de encaje y banderas nacionales, como era costumbre hacer en la festividad del
Corpus Cristi.
Efectivamente, Francisco Franco Bahamonde, Caudillo Victorioso
de España, va a visitar por primera vez nuestro pueblo para inaugurar el Grupo
Escolar “Hermanos Ortiz de Zárate” símbolo de la restauración y progreso que
está consiguiendo con la merecida paz alcanzada en la Santa Cruzada librada
contra el nefasto comunismo. (Esto, más o menos era lo que oíamos decir a los
mayores, aunque nosotros, entonces, no entendíamos muy bien lo que significaba.
Desde horas muy tempranas no habían parado de llegar camiones
con falangistas de todos los pueblos de alrededor. Los viejos camaradas que
habían luchado en la guerra habían rescatado sus viejos uniformes para
lucirlos, quizás por última vez, delante de su caudillo. También los niños,
“flechas”, de las Escuadras de la Organización Juvenil Española, con sus
camisas nuevas azules, sus boinas rojas, sus pantalones grises, sus medias
blancas hasta debajo de las rodillas, sus botas negras y sus relucientes
correajes, buscaban una sombra en que cobijarse del sol de justicia que en
julio cae sobre Chinchón.
A las once y media de la mañana, las autoridades locales y
provinciales bullían nerviosas viendo que se acercaba la llegada de la comitiva
oficial. Don Juan Rodríguez, el alcalde, junto al Gobernador Civil don Carlos
Ruiz García, y el resto de la Corporación Municipal esperaban en la puerta del
Ayuntamiento hasta que les llegase el aviso de la proximidad del cortejo.
A eso de las doce menos cinco empezaron a llegar los primeros
coches. En primer lugar la policía secreta que, aunque les habían asegurado
desde el pueblo que no había ningún riesgo de posibles atentados, no querían
dejar ni el menor resquicio a un posible incidente.
A continuación llegó el cortejo oficial, seguido por el séquito
de costumbre. Franco viajaba en su coche blindado, que utilizaba para todos sus
desplazamientos.
La acogida fue espectacular. La plaza, con sus mejores galas,
fue un clamor. Los vítores, los gritos de adhesión, los “vivas” a España y al
Caudillo eran constantes. Franco, después de corresponder al saludo de las
autoridades, contemplaba complacido el espectáculo multicolor que ofrecía la
Plaza Mayor de Chinchón. Había oído comentar la belleza de esta plaza, incluso
había visto algunas fotografías, pero el espectáculo que tenía ante sus ojos le
podría haber emocionado si no estuviese acostumbrado ya a manifestaciones como
esta.
Franco
llega al balcón del Ayuntamiento para saludar al público.
La guardia personal de Franco y el Servicio de Orden montado por
las Autoridades locales se veía impotente para contener los deseos de la gente
que, a toda costa, quería tocar al Caudillo. Así, cuando Franco tomó la
decisión de trasladarse a pie desde la plaza al Grupo Escolar, entró mayor
nerviosismo, si eso era posible, a los responsables de la seguridad; pero este
gesto fue valorado muy positivamente por la mayoría de los vecinos de Chinchón
que vivieron ese día con la emoción de poder agradecer todo lo que el invicto
caudillo había hecho por su patria.
Franco,
acompañado por don Juan Rodríguez Ortiz de Zárate, alcalde de Chinchón y don
Carlos Ruiz García, Gobernador Civil de la Provincia, por la calle Grande, entonces
llamada de José Antonio.
Yo, aquel día anduve perdido entre la multitud de la plaza, al
dejar la mano de mi madre. Terminé llorando y saliéndome sangre por la nariz
por la calor que estaba pasando, hasta que me encontró mi tía Rosario que me
llevó a la Fuente Arriba para limpiarme la sangre y me acompañó hasta que
encontramos a mis padres, que ya andaban preocupados por mi desaparición.
Después toda la comitiva llegó al Grupo Escolar para proceder
oficialmente a su inauguración Un acto que tuvo gran repercusión a nivel
nacional y del que se hicieron eco la prensa escrita donde el periódico Arriba
le dedicó la portada y también el No-do que hizo un amplio reportaje, que
muchos años después recogió el director Antonio Mercero en su película
“Espérame en el Cielo” del año 1988.
Después, el Pleno del Ayuntamiento, acordó conceder la Medalla
de Oro de la Ciudad a Franco y le nombró Hijo Adoptivo de Chinchón; dando
también este mismo nombramiento al Gobernador Civil.
La guerra había terminado quince años antes, pero en Chinchón
había seguido muy presente en nuestros años de niños, porque nuestros padres y
abuelos nos contaban los hechos trágicos que ocurrieron y que en nuestras
mentes inocentes iban marcando una idea de un cierto maniqueísmo, en la que
siempre se llegaba a la conclusión de que los “malos” eran los otros.
Continuará....