Santuario de San Ignacio de Loyola
Donde estaba la casa-palacio de de la Familia de Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, se ha construido una basílica y se ha restaurado la antigua torre-vivienda donde nació el Santo. En un paraje una gran belleza, los jesuitas han construido este complejo, destino de peregrinación para los seguidores de San Ignacio.
Iglesia de Nuestra Señora de Begoña.
En la parte alta de Bilbao está la Iglesia de Nuestra Señora de Begoña, patrona de la Ciudad, a la que tienen gran devoción todos los bilbainos, y cuyo nombre han adoptado muchas mujeres vascas.
Santuario de Nuestra Señora de Aránzazu.
Enclavado entre montañas, se reconstruyó a mediados del siglo XX un santuario para honrar a la Virgen de Aranzazu, cuya imagen fue encontrada, mucho tiempo atrás y como ha ocurrido en tantos sitios y ocasiones, por un pastorcillo.
En abril de 1950 Pablo de Lete, Ministro Provincial de los franciscanos, lanza la idea de la necesidad de la construcción de una nueva basílica. Ya en el llamamiento aboga por una construcción singular centrada en dos ideas, amplitud y relevancia artística. Ese mismo mes de abril se abre un concurso de ideas para la realización del proyecto. Las premisas eran las de respetar las construcciones monacales existentes y la entrada de la carretera. Se inscribieron 40 arquitectos de los cuales presentaron proyectos 14 de ellos. Se seleccionó la idea de los arquitectos Sáenz de Oiza, y Luis Laorga del colegio de arquitectos de Madrid.
Junto a los arquitectos intervienen el escultor Jorge Oteiza para la fachada principal, el pintor Lucio Muñoz para la decoración del ábside, el escultor Eduardo Chillida para las puertas principales de acceso, Fray Javier María de Eulate encargado de las vidrieras y el pintor Néstor Basterretxea para la decoración de las paredes de la cripta.
Se celebró la primera misa el 20 de agosto de 1955. Pero antes, el 1 de julio de 1955 el obispo de San Sebastián había encargado a la Comisión Diocesana de Arte Sacro un dictamen sobre las obras y sus relevancia artística. La Comisión respondió, ordenando parar dichas obras al entender que las actuaciones artísticas contempladas no tenían en cuenta los preceptos de la Santa Iglesia en materia de Arte Sagrado. Por este motivo se paralizan las obras de decortación.
Durante la prohibición moría Carlos Pascual de Lara que había ganado el concurso para el diseño del ábside. Por ello en 1962, el 16 de marzo, se convoca otro concurso para tal fin. A este concurso se presentan 112 artistas de los cuales 42 presentan sus proyectos. Gana el madrileño Lucio Muñoz que lo realizaría en cinco meses con ayuda del escultor Julio López y el pintor Joaquín Ramos además de un equipo de carpinteros.
Les dejo como primicia un boceto realizado por Carlos Pascual de Lara, posiblemente para la decoración del ábside.
Si pasáis por allí y os fijáis con detenimiento, en la portada de la basílica, el escultor Jorge Oteiza esculpió catorce apóstoles. Dicen que le preguntaron por qué habia puesto 14 apóstoles. Cuentan que él repondió : "Es que en ese espacio no entraban más".
Sin embargo hay otra versión de la contestación del escultor; según dicen, lo que realmente respondió fue: "Yo no he puesto los doce apóstoles, sino los catorce remeros de Orio".
Este podría ser el resultado del frontal del altar del Santuario de Nuestra Señora de Aranzazu con la pintura de Carlos Pascual de Lara.