Esta es la entrada número 3200 de las publicadas por El Eremita, desde aquel lejano día 1 de mayo de 2008 y en esta ocasión ¿que mejor oportundad para acordarnos de Juan José Ontalva?
Los más jóvenes seguro que no le conocen; los mayores, si. Es Juan Jose el relojero y debe frisar ya los 89 años. Tenía su pequeño taller en la calle Grande, donde ahora está Bankia. Allí, también su mujer Charo abrió un tienda de moda que llamó “Mazon” y allí también, en el primer piso hubo un Bingo, en el que casi todos podían cantar linea o bingo, pero los premios nunca llegaban a cubrir el dinero que te jugabas.
Eso debía ser allá por los finales de los años sesenta del siglo pasado. Después se marchó a Madrid, donde su prestigio le llevó al reconocimiento que ha alcanzado una dimensión internacional.
Era hijo y nieto de relojeros, pero inició su aprendizaje en la Casa Canseco, relojeros, por lo que en Chinchón siempre se le conoció con el sobrenombre de “Canseco”. Esto nos da pie para recordar que el reloj de la Torre de Chinchón es de la casa Canseco, y se instaló en el año 1890.
En una de las muchas entrevistas que le hicieron en la prensa especializada decía:
“En mi época, los hijos imitábamos a nuestros mayores. Consideré que mi destino era ser relojero, y lo acepté con mucho gusto. Hoy hay jubilados que, para pasar el rato, juegan al mus. Yo, en cambio, sigo enganchado al oficio", asegura.
Seis décadas de trayectoria entre manecillas y engranajes son las responsables de que algunos de los (cada vez más escasos) profesionales que siguen activos en la capital hayan pasado por sus manos. Es el caso de sus discípulos de Nuevo Arte de Reloxes (O'Donnell, 28) que, tras el cierre por jubilación de su anterior dueño, abrieron en 1996 esta nueva dirección, especializada en la restauración de relojes antiguos. "El relojero en España siempre ha tenido una serie de problemas que tienen sus raíces en la soledad. Hemos tenido que improvisar, que hacernos a nosotros mismos. No nos ha quedado más remedio", prosigue Ontalva. "Sin escuelas, los que pueden ser maestros, cuando desaparecen, se llevan consigo la experiencia, que es lo único que no se puede copiar".
En el año 2015, Con más de 60 años como reparador de grandes relojes a sus espaldas, Juan José Ontalva hacía repaso de su carrera y analizaba la situación actual del Sector. A su juicio, la falta de interés por la formación y la transmisión de conocimientos, harán de la reparación un oficio del pasado.
¿Cómo ve el futuro de la formación y de la relojería en España, en materia de reparación?
Mal, francamente mal. No le veo futuro. Al fin y al cabo, todos los que están trabajando en esta especialidad han aprendido en mi taller -no quiero arrogarme- pero de hecho, si no fuera así, creo que no habría nadie. Los pocos que habían han ido muriendo y los que estamos, estamos en una edad muy avanzada.
¿Cómo ha afectado la crisis a este oficio en los últimos años? ¿Cree que se atisba cierta recuperación, desde el punto de vista relojero?
Pues la crisis ha afectado, pero también afecta el cambio en los gustos de época. En generaciones pasadas no tenían quizá otras apetencias y distracciones, por lo que el coleccionismo estaba al alza. La gente joven de hoy día tiene muchos estímulos, lógicamente se quiere vivir bien y, si sobra un dinero, igual no va hacia el coleccionismo porque tiene mucha competencia. El turismo, por ejemplo, ha sido lo que más ha perjudicado al mercado del coleccionismo en nuestro país.
¿Cuáles han sido los años ‘dorados’ recientes del coleccionismo en España?
Yo diría que sobre los años 50-60, fueron cuando realmente había disponibilidad de dinero en sectores muy amplios e iban directamente al coleccionismo. Entonces el aficionado tenía otro estilo, tenía las colecciones en casa... Ahora hay que tenerlas en bancos, en cajas de seguridad y entonces, ¿para qué una colección de relojes si no la puedo mostrar?
¿Cómo ve el futuro de la reparación de relojes clásicos en España?
Apostaría por una escuela de relojería antigua, artesanal. Esa sería mi mayor ilusión, ver cómo se enseña una profesión bellísima, importantísima. El mundo que conocemos no sería posible sin los relojes. La medición del tiempo tiene una importancia tremenda, terrible, para todo. Hay máquinas más llamativas, como el ferrocarril, pero sin los relojes no habría ferrocarril, ni navegación, ni aeronáutica. Es un deber de todos proteger un oficio tan bonito.
Juan Jose Ontalva tiene en sus talleres unas de la más importantes colecciones de utensilios y ejemplares de relojería. En el año 1983 hizo una recopilación de diversos estudios y noticias de la época sobre relojes entre los que se encuentran fotografías y detalles del reloj del Congreso de los Diputados, que fabricó el relojero suizo Billeter en 1857.
Sirva este reportaje como un humilde reconocimiento a su dilatada trayectoria profesional, en tanto que en Chinchón se le hace el homenaje que se merece, como debería ser norma para todos los que de una u otra forma se distinguen en su vida profesional.