Ya os hable en alguna ocasión de un personaje de Chinchón, llamado Vasco de Contreras. (5 DE JULIO 2008) Hoy voy a volver a este personaje pero desde una óptica diferente: la dramatizacion histórica. Pertenece este relato al libro inédito "Chinchón Mágico". He procurado ser fiel a la historia que se inicia en el año 1464, cuando Chinchón rodavía pertenecía a la Ciudad de Segovia, pero he hecho una recreación dramática que espero os guste.
Este relato se centra en dos sesiones del Concejo de la Villa de Chinchón en el pórtico de la Iglesia de Nuestra Señora de Gracia. El protagonista es un personaje singular del que los historiadores nos han dado diversas opiniones. Es a finales de la primavera del año 1464. Estamos en pleno reinado de don Enrique IV; en España los nobles y el clero se enfrentan por la sucesión al trono de Castilla por el que luchan Doña Juana "La Beltraneja" e Isabel que cinco años después se casará con Fernando, el príncipe de Aragón, mientras que en Chinchón se ocupan de las tareas rutinarias de la vida municipal...
En la organización de esta sociedad medieval nos encontramos con que la propiedad de las tierras de pan llevar, de los molinos de pan moler, y de las dehesas de pastos y de hierbales son de propiedad del Concejo, quien las arrienda para garantizar el suministro de pan y carne a la población. Asimismo es propietario de los molinos aceiteros y monopoliza la venta de los productos de primera necesidad para evitar el abuso de los intermediarios y sólo concede exclusivas a los que adquieren el compromiso de vender a precio justo. Asimismo el Concejo fija los sueldos y salarios, teniendo en cuenta la estacionalidad del año, marcando mayores sueldos para los meses de otoño e invierno dado que en esas épocas son mayores las necesidades.
Esta narración nos muestra la organización centralizada de la vida municipal, en la que la actividad privada está supeditada a una potente administración local que se encarga de proporcionar a sus súbditos no solo la protección contra los bandidos y los señores de los alrededores sino también todo lo necesario para la subsistencia, como el pan, el aceite, la carne e, incluso, el trabajo que les garantiza la supervivencia en los meses más difíciles del año.
Como es un poco largo, lo voy a publicar en dos entregas, y si no tenéis tiempo para leerlo ahora, dejadlo para la Semana Santa que está a la vuelta de la esquina.
Año 1464
Vasco de Contreras, ¿Truhán o Señor?
I
Las viejas campanas de la torre de la Iglesia de Santa María de Gracia se hicieron oír desde las primeras horas de la mañana. Hoy, a catorce días del mes de junio, año del nascimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mil e cuatrocientos e sesenta y cuatro, como es costumbre en el Concejo de la Villa de Chinchón, se va a proceder a la subasta de las dehesas carniceras, sotos y pastos, propiedad del Concejo, entre los ganaderos de la Comarca.
Desde finales del mes de mayo, el pregonero mayor acompañado por el señor Alguacil del Concejo, había recorrido los vecinos pueblo de Bayona, Villaconejos y Valdelaguna anunciando la fecha del concurso de concesión de pastos y hierbales, que tendría una vigencia anual, iniciándose con la llegada del verano, en la Festividad de San Juan Bautista.
Desde muy de mañana los empleados del Concejo habían iniciado los preparativos en el pórtico de la Iglesia. Con las abundantes lluvias primaveras de este año, los pastizales aparecían feraces y se esperaba gran afluencia de litigantes.
Después de la controversia surgida el año anterior los ánimos de las buenas gentes del lugar estaban exaltados. Efectivamente, la concesión de los pastos que ahora estaban a punto de expirar había ocasionado a los homes buenos del concejo más quebraderos de cabeza que de costumbre. En la concesión se estipulaba taxativamente que el precio pagado obligaba al concesionario a garantizar el abastecimiento de carne a los habitantes del pueblo durante todo el año, a unos precios previamente establecidos.
Los ganaderos que conseguían la subasta iban reservando el ganado suficiente para garantizar el suministro y vendían en el mercado el resto de las reses a unos precios lógicamente superiores.
Pero ocurrió que Juan Sánchez de Villaconejos que había conseguido la concesión en subasta de los pastizales de la Dehesa del Valle, que eran los más codiciados por los ganaderos, después de haber hecho el cálculo de las necesidades de carne para el suministro del año, y haber procedido a la venta del resto del ganado, tuvo la desgracia de que su cabaña sufrió una epidemia de glosopeda, lo que le obligó a sacrificar a todos los animales y por lo tanto no pudo cumplir con su compromiso de abastecimiento de carne.
Aunque intentó comprar reses a los otros ganaderos aún a costa de perder dinero y era evidente que su incumplimiento había sido motivado por causas ajenas a su voluntad, y así lo estimaron los homes buenos, reunidos en concejo abierto, no falto quienes se encargaron de soliviantar los ánimos para conseguir ventaja en la adjudicación de ese año.
A las doce de la mañana tomaron asiento en la presidencia Diego González Fuente y Juan González Rivero, Alcaldes ordinarios de Chinchón; junto a ellos el Alguacil Mayor, los cuatro Jurados o Regidores y los dos Fieles o Contadores del Concejo.
El escribano inició la lectura pormenorizada de las distintas parcelas de pastos y hierbales que iban a ser objeto de subasta, los precios de salida y las condiciones de suministro de carne para el año siguiente.
El interés que este año había despertado la subasta de los pastos había dejado pequeña la capacidad del atrio por lo que los asistentes habían ido tomando posición a la sombra de los cipreses del Cementerio que circundaba la fachada sur del edificio de la Iglesia.
Un murmullo que provenía de una de las calles adyacentes hizo que el escribano detuviese su lectura. El Alguacil Mayor, a indicación de don Diego, el Alcalde, se levantó de su asiento y se dirigió a un grupo de personas que hacían intención de llegar hasta la puerta de la Iglesia.
El alguacil, como máximo representante de la Justicia, les hizo detenerse y después de hablar con el que parecía el Jefe de la comitiva, se dirigió de nuevo a la presidencia de la asamblea constituida.
En voz baja, situado detrás de los dos alcaldes, hizo una breve exposición de la situación:
- Se trata de Alfonso Pérez de Segovia, Guarda del Rey y Alcalde Mayor de Sexmo de Valdemoro, dice que se trata de un asunto de suma importancia...
- Dile que estamos reunidos en Ayuntamiento general y que después les recibiremos gustosos...
Como los dos alcaldes se habían vuelto para hablar con su Alguacil, no habían advertido que su visitante ya se encontraba frente a ellos.
- Es un asunto que no admite dilación y el Guarda del Rey nuestro Señor Enrique IV no puede ser postergado por asuntos triviales de administración ordinaria.
Diego González, el Alcalde, contuvo con su mano izquierda a su compañero que había hecho intención de abalanzarse hacia el intempestivo visitante.
-Tranquilo, Juan, - dijo con voz pausada - nuestro ilustre visitante y colega de Valdemoro, debe traernos un asunto de suma urgencia, vamos a escucharle y después continuaremos con nuestros asuntos domésticos.
Después se levantó. Como estaba sobre la tarima sobre la que descansaba la mesa presidencial, la cabeza del visitante quedó a la altura de su pecho. Inclinando la cabeza le miró fijamente a los ojos, dejó pasar unos segundos, extendió su mano derecha, y con la misma voz pausada pero elevando el tono, para ser oído por todos los reunidos, continuó:
- En nombre de todo el Concejo de Chinchón que se encuentra ahora reunido en Ayuntamiento general, quiero dar la bienvenida a nuestro ilustre visitante don Alfonso Pérez de Segovia, Guarda de nuestro señor el rey Enrique y Alcalde Mayor del Sexmo de Valdemoro... ¿ Cual es ese asunto tan importante que no admite espera ?
- Como Vos bien sabéis es nuestra principal misión el velar por la seguridad de nuestros conciudadanos, de sus cuerpos y de sus propiedades, y nos vemos en la obligación de poner en el conocimiento de ustedes que un miembro de esta comunidad está cometiendo toda clase de fechorías en el Sexmo de Valdemoro que me honro en presidir.
- Graves son vuestras acusaciones, sin duda. ¿Cual es el nombre del acusado y cuáles son las pruebas que podéis presentar de sus delitos?
- ¡Vasco de Contreras! y me acompañan testigos que pueden dar fe de todo lo que voy a exponer.
- ¿Vasco de Contreras? Debéis saber que es un noble hidalgo, respetado y querido por todos nosotros y que además goza de la amistad y el favor de nuestro querido Rey Enrique IV, a quien, en diversas ocasiones, ha brindado sus lanzas y su ayuda. Por lo tanto, os ruego que no hagáis acusaciones que después no podáis demostrar.
El nombre de Vasco de Contreras levantó un gran murmullo entre todos los reunidos. Todos ellos le conocían. Algunos les apreciaban y los más le temían. Su carácter hosco y su actitud desafiante le hacían merecedor de respeto aunque no de simpatía entre sus paisanos. Aunque tenía su casa solariega en el pueblo, la mayoría del tiempo lo pasaba en el castillo que había fundado su padre, dedicado a la caza y al cultivo de sus tierras, cuando no estaba inmerso en sus frecuentes correrías guerreras, la mayoría de las veces a petición del mismo rey.
- Desde el Castillo de Casasola, que fundó su padre Juan de Contreras "el Viejo", ha organizado incursiones para apoderarse del soto de las Arenas, así como una cierta parte de los Condonares y se ha adueñado de unas tierras en la ribera del Jarama, en el término de Seseña que son propiedad de Juan del Busto...
- Me alegro de que haga mención al Castillo de Casasola. Cuando Juan de Contreras, allá por el año 1449, mandó levantar ese castillo roquero, hubo gran controversia si tenía o no derecho a hacerlo. Fueron muchas las acusaciones que los vecinos de Bayona, Valdemoro, Seseña, Morata e incluso de Chinchón, hicieron contra él, alegando que se había adueñado de tierras que no le pertenecían. Después se demostró que la mayor parte de estas acusaciones las habían promovido los que acostumbraban a utilizar esas tierras para cazar y aprovecharse de sus cultivos antes de que estas tierras fuesen valladas y defendidas por los torreones de la fortaleza.
El Alcalde del Sexmo de Valdemoro, depositó sobre la mesa un legajo de papeles...
- Aquí están pormenorizadas y firmadas todas las acusaciones que nos han llegado contra Vasco de Contreras. Solicitamos de Vds. las estudien, las comprueben y tomen las medidas necesarias para restituir las tierras a sus verdaderos propietarios...
Hizo una pausa, elevó su voz y procuró dulcificar el tono para desdramatizar la amenaza:
- En caso contrario nos veríamos obligados a hacer llegar hasta las más altas instancias estas demandas.
Los murmullos de los asistentes habían ido creciendo en intensidad. Cada cual iba tomando partido, aunque todos con las oportunas reservas.
Desde el fondo del camposanto alguien gritó:
- ¡Es un infundio!, no podemos consentir que vengan forasteros a denigrar a uno de nuestros más ilustres señores.
- ¡ Fuera ! - gritaron otros a coro.
- ¡Tienen razón los de Valdemoro! - dijo alguien, aunque su voz apenas llegó a terminar la frase.
Diego González, el Alcalde Mayor, ya tenía experiencia en situaciones similares y contuvo al Alguacil que hacía intención de intervenir dirigiéndose a donde habían surgido las voces.
- ¡ Calma ! ¡ Silencio ! - Levantó el brazo derecho, mientras que con el bastón de mando en la mano izquierda golpeaba la tarima con golpes secos y acompasados, hasta que se apagaron todas las voces.
- Es de todos conocida nuestra imparcialidad y nuestra rigurosidad a la hora de afrontar los temas que afectan a la seguridad y al buen orden de nuestra jurisdicción. Desde aquí prometemos a todos que vamos a investigar estas acusaciones y haremos justicia.
De nuevo levantó la mano derecha para acallar un conato de intervención de su visitante.
- Vos, Don Alfonso Pérez de Segovia, conocéis bien que siempre hemos estado al lado de los débiles cuando se trataba de salvaguardar los derechos contra los poderosos. Recordar, si no, cuando por ahora hace siete años, conseguí reclamar ante el Concejo de Concejos de la Ciudad de Segovia, presidido por el Corregidor Juan de Zúñiga, la petición del Sexmo de Valdemoro de que el Rey nuestro Señor, interviniese para evitar los abusos de poder del Arzobispo de Toledo.
Efectivamente, el día 11 de Junio de 1457, Diego González de la Fuente, acompañado por Alfonso García Merinero, vecino de Chinchón y Juan Sánchez, hijo de Juan Antonio, vecino de Bayona en representación del Sexmo de Valdemoro, consiguen que todos los homes buenos del Ayuntamiento de los pueblos de la Ciudad de Segovia y su tierra, estando ayuntados a pueblo general en el Monasterio de San Francisco de la Ciudad de Ávila, según era uso y costumbre de juntarse, dirijan un escrito a Enrique IV para que intervenga personalmente en un conflicto planteado por el Arzobispo de Toledo D. Alfonso Carrillo. Este era, por entonces, enemigo político de Enrique IV. El Concejo Chinchón no estaba bajo su jurisdicción por pertenecer a Segovia, mientras que los Concejos de Valdemoro, Morata de Tajuña y Perales si lo estaban por ser de la jurisdicción de Alcalá de Henares.
El Arzobispo de Toledo envía a sus jueces eclesiásticos para intimidar a los moradores de estas tierras con el fin de hacerles la vida imposible, amenazándoles incluso con la excomunión y así anexionarse más tierras a su jurisdicción.
En esta petición se ruega, incluso, que el Rey suplique al Santo Padre su intervención nombrando buenos jueces que hagan entrar en razón al Arzobispo de Toledo.
No sabían entonces los allí reunidos que estos acontecimientos que se han relatado pudieron contribuir a que un año después, en el 1465, Alfonso Carrillo, el Arzobispo de Toledo, se opusiese formalmente al Rey de Castilla, despojando de su corona la estatua del Rey en Ávila.
Cuando la comitiva de los inesperados visitantes se perdió por la calle que les llevaría camino de su pueblo, ya casi nadie atendía la monótona lectura del escribano que dio paso a las pujas de los litigantes. Aquella tarde, en todo el Concejo de Chinchón sólo se oía decir un nombre: Vasco de Contreras.