Una forma de acabar con aventuras
innovadoras es un buen escarmiento.
En el mundo de las ideas todo
cabe. Todo se puede teorizar; otra cosa es cuando llegamos a la práctica. Los
argumentos para defender el sistema comunista son tan buenos como los que se
emplean para defender el capitalismo. Incluso del neoliberalismo y del
comunismo radical se podrían admitir, en
teoría claro está, algunas de sus premisas y enunciados. Y no digamos cuando
algún iluminado se atreve con fórmulas innovadoras, que chocan frontalmente con
lo establecido. Muchos se apuntan, porque lo “progre” siempre ha tenido muchos
adeptos y es “snob” andar en las vanguardias.
Algunos dirán que no hay nada
nuevo, que sólo son recetas antiguas pero envueltas en nuevos y atractivos
envases, que se han fabricado siguiendo
las técnicas mas avanzadas del marketing, y muchos piensan que solo hay que
darles tiempos para que el personal se de cuenta de que esas fórmulas ya han
fracasado antes.
Y tenemos ejemplos. En Grecia,
durante mucho tiempo, sus dirigentes cometieron toda clase de tropelías y
corruptelas, falseando datos, ocultando la realidad y enriqueciéndose a costa
del erario público y la situación llegó a tal estado que las autoridades
de la Comunidad Europea, donde habían entrado con engaños y falsedades, no tuvieron más
remedio que intervenir su economía y decretar unas condiciones draconianas para
solucionar la situación, que hicieron que su gobierno convocase nuevas
elecciones legislativas.
En esa situación había tres opciones.
Creer a los que habían provocado la hecatombe que decían haberse regenerado, y
los de los extremos; los de izquierdas y los de derechas. Y los griegos optaron
por los de la izquierda. Un movimiento que empezaba a surgir en diversos países
de la Comunidad Europea. Pedían una renegociación de la deuda para no morirse
de hambre, e incluso una posible quita de la misma, cosa que no era nueva en la
historia y ya había concedido en algunas ocasiones a Estados en situaciones
dramáticas, tan dramáticas como la que ahora se sufre en Grecia.
Pero claro, los dirigentes de los
distintos países donde van apareciendo seguidores de los ganadores griegos no
podían permitir que el Banco Central Europeo claudicase ante las demandas de
los nuevos dirigentes griegos y se opusieron a cualquier solución que no fuese
la de endurecer las condiciones para seguir financiándoles, aunque con ello
hubiera que seguir rompiéndoles las narices.
Y es que claro, pensaron que era
mucho más efectivo dar un buen escarmiento, y mucho mejor y menos traumático si
se hacía en cabeza griega.