Este encantador pueblo pirenaico está situado en el corazón del valle de Tena, en la provincia de Huesca, a orillas del pantano al que da nombre, donde se embalsan las aguas del río Gállego.
De marcado estilo montañés, el caserío de Lanuza se arracima desde el borde mismo del embalse hasta la iglesia del Salvador, construida en el siglo XIX sobre un templo románico anterior incendiado en la Guerra de la Independencia y del que aún se conserva un crismón en la portada. Reabierta al culto, atesora entre otras obras de arte un relicario de plata fechado en 1557 en el que se exponen restos de Santa Quiteria, patrona del lugar.
Su presa del pantano fue inaugurada en 1980 y permite embalsar una capacidad total de 16,86 hm³ de agua.
Con su construcción quedaron anegadas 114 hectáreas de terreno dedicadas principalmente a pastos, además de una parte del núcleo urbano que quedaría completamente deshabitada en 1978.
La carretera que daba acceso Lanuza quedó cerrada y así sus calles terminaron de abandonarse. Sin embargo, el pronóstico fue errado y el nivel del pantano fue menor al anticipado, por lo que no todo el pueblo quedó bajo el agua, y en la década de los 90 los antiguos moradores consiguieron recuperar las propiedades no sumergidas e iniciaron un proceso de revitalización que sigue activo y según las estadísticas en 2021 tenía 42 habitantes.
Una excursión recomendable por los paisajes y por conocer un pueblo que renació de las aguas de un pantano.