Hacia Roma caminan
dos pelegrinos,
a que los case el Papa,
porque son primos.
Sombrerito de hule
lleva el mozuelo,
y la pelegrinita,
de terciopelo.
Al pasar por el puente
de la Victoria,
tropezó la madrina,
cayó la novia.
Han llegado a palacio,
suben arriba,
y en la sala del Papa
los desaniman.
Le ha preguntado el Papa
como se llaman.
Él le dice que Pedro
y ella que Ana.
Le ha preguntado el Papa
que qué edad tienen.
Ella dice que quince
y él diez y siete.
Le ha preguntado el Papa
de dónde eran.
Ella dice de Cabra
y él de Antequera.
Le ha preguntado el Papa
que si han pecado.
Él le dice que un beso,
que le había dado.
Y la pelegrinita
que es vergonzosa,
se le ha puesto la cara
como una rosa.
Y ha respondido el Papa
desde su cuarto:
¡Quién fuera pelegrino
para otro tanto!
Las campanas de Roma
ya repicaron,
porque los pelegrinos
ya se casaron
Otra poesía de Federico García Lorca a la que se le puso música.