Lucila era hija del rey de un pequeño estado griego, aunque entre sus allegados era conocidas por Filomena', o sea, 'Hija de la Luz', o también “la que ama cantar", y allá por el año 202 de nuestra era, cuando apenas contaba con trece años, fue martirizada en Roma cuando reinaba el Emperador Septimio. Estos datos son para poneros en antecedentes, pero nuestra historia comienza en la actualidad.
En el cielo estaban la mar de preocupados. Los datos que llegaban de la tierra no eran para menos. En Estados Unidos, en Brasil, en el Reino Unido no paraban de crecer los casos de infectados por el Covid19 y las muertes crecían y crecían. También en España la situación se iba degradando y nadie parecía dispuesto a tomar las riendas para frenar la pandemia. Los medidas tomadas para “salvar la Navidad” eran imprecisas y daban pie para que los ciudadanos no se tomasen en serio el peligro que corrían. Parecía que los políticos estaban más pendientes de perjudicar a los contrarios que en buscar soluciones al problema. Hasta la llegada de las esperadas vacunas servían como arma de enfrentamiento partidista.
Fue San Pedro a quien se le ocurrió la idea.
-¡Llamad a Filomena, el es la patrona de las causas desesperadas, y es la que puede solucionar todo este desbarajuste que hay en las Españas!
Y Filomena se puso a pensar en cuál sería la mejor solución.
-¡Ya está! se dijo y puso en marcha su plan.
-Una gran nevada que dure tres o cuatro días, después un frío polar con temperaturas jamás recordadas, durante una semana, por lo menos. ¿A ver quien es el guapo que se atreve a salir así de sus casas?
-Así, dijo a San Pedro, una quincena de aislamiento no lo evita nadie.
Y algo de resultado si que dio, pero no contaba la santa y mártir Filomena que todavía habría en este bendito Madrid, unos cuantos desaprensivos que con este tiempo infernal, se marchasen a la mismísima Puerta del Sol, a bailar al son de la “Macarena” ¡Ayyyyy!