Decía en televisión un analista financiero que, hace unos años, preguntaba a un importante empresario catalán cómo no actuaban para detener la demencial deriva del gobierno catalán hacia la independencia. Dijo que le contestó que eso nunca llegaría a nada. Y todos nos equivocamos.
Posiblemente no sea ahora el momento de analizar cómo y porqué se ha llegado a la actual situación. Hay quienes acusan a la CUP de ser los instigadores e impulsores del "Proces". Ellos y Ezquerra Republicana nunca ocultaron cuales eran sus propósitos y con ello consiguieron sus votos. Es la actual Convergencia quien ha cambiado sus reglas de juego. Un partido de derechas y capitalista se une a los antisistema y a los republicanos para impulsar la secesión.
Cuando el pasado martes, los seguidores de la huelga daban sus razones para apoyar la independencia de Cataluña, muchos argumentaban que así vivirían mejor, que con la proclamación de la Republica se terminarían los desahucio, la precariedad laboral, y que, por supuesto, podrían usar su idioma. E incluso parecía que se lo creían y hablaban en serio. Hubo un señor mayor que se confesaba independentista de corazón pero que la razón le creaba serias dudas y que habría que pensárselo seriamente a la hora de apoyar el "si" en un referéndum legal y vinculante.
Ahora, por fin, los amos del dinero se han decidido a hablar, y lo han dicho muy claro. ¡Nos vamos! Pero no de España, sino de Cataluña. Y eso, creo, si que lo estamos entendiendo todos.
El banco Sabadell y La Caixa han parado el golpe. Pero sólo parado. A ver si los demás no lo fastidiamos con nuestra banderitas y con salidas de tono innecesarias.