38.- La Pasión de Chinchón. (Cultura)
En Chinchón, el
año 1963, era cura párroco don Moisés Gualda Carmena y
hacía un año que había llegado de coadjutor un curita vasco, recién salido del
Seminario que se llamaba don Luis Lezama Barañano, que años después
se haría famoso por ser el “cura de los maletillas”.
Don Luis,
cuando estaba en el seminario, había escrito un guión radiofónico sobre la
Pasión de Cristo, inspirado en los evangelios de San Mateo y de San Juan. Lo
había estrenado en el propio seminario durante la Semana Santa de unos años
antes.
Cuando llegó a
Chinchón se acordó de su guión y vio que había en el pueblo escenarios
naturales que eran el marco perfecto para hacer una representación de la Pasión
de Cristo.
A don Moisés no
le pareció muy bien la idea, que la consideraba poco seria y, posiblemente, no
sabía si estaría acorde con las nuevas enseñanzas del Concilio o sería un
proyecto demasiado avanzado para la seriedad de cristianos viejos que imperaba
en el lugar.
Don Luis entra
en contacto con Pilar Montero Roldán que era la promotora y
directora de las funciones de teatro de aficionados que se hacían en el pueblo.
Porque en Chinchón, desde que se construyó el teatro en el año 1891 siempre
había habido una gran tradición teatral, y por lo tanto, era relativamente
fácil reclutar actores para la representación.
Tanto don Luis
como Pilar coinciden en los sustancial de lo que debe ser la Pasión de
Chinchón, y ella recibe el encargo de dirigir la representación, aunque en
ocasiones las avanzadas ideas del cura chocan con las más conservadoras de la
directora que no aprueba los cambios imprevistos que quiere introducir don
Luis.
La
representación se plantea como un “Vía Crucis” y por lo tanto como un acto
litúrgico dentro de las celebraciones de la Semana Santa. Por ello, los
primeros años, la comitiva está precedida por la cruz y los ciriales portados
por monaguillos.
La segunda
condición es que se haga un recorrido por diversos escenarios naturales,
buscando que en los mismos haya el menor artificio posible.
Los actores
deberán ser personas que tengan aproximadamente la misma edad que los
personajes que van a representar. Y esto provoca inicialmente, las primeras
dificultades. Era relativamente fácil convencer a los jóvenes para que
actuasen, pero había mayor dificultad para animar a personas mayores que
quisiesen actuar, y más sin tener muy claro lo que se pretendía.
Puesto que el
guión terminaba con la Resurrección, lo que representaba una novedad en
comparación con las distintas Pasiones que se hacían en distintos puntos de
España, la representación tenía que hacerse el Sábado Santo, ya que no tendría
sentido desde el punto de vista litúrgico hacerlo el viernes, adelantando la
representación un día a la fecha de la resurrección.
Para facilitar los
aspectos teatrales de la representación se acordó que ésta tendría que ser con
luz artificial, lo que permitía que los espectadores sólo viesen lo que estaba
iluminado, con lo cual se podían resolver problemas técnicos en la
representación, que a plena luz tendrían difícil solución. Era difícil
determinar la hora exacta de la representación porque al ser una fiesta movible
en el calendario, la fecha variaba y había que tener en cuenta el cambio de
horario que se produce en estas fechas. Por eso, desde un principio se acordó
celebrarlo el Sábado Santo, al anochecer; que además es una hora mucho más
literaria, que anunciarlo a una hora determinada, que resultaría mucho más
prosaico.
Relator independiente.