Ya he comentado que el vino fue el producto más importante para la agricultura y la economía de Chinchón durante muchos siglos. Fue además, la base para la industria que más fama y renombre dio a Chinchón: La fabricación de aguardientes anisados, del que hablaremos próximamente.
La vendimia y posteriormente los trabajos de los lagares ocupaban a los hombres de Chinchón durante mucho tiempo y se centraba desde finales de septiembre a octubre, incluso a noviembre. Y desde luego siempre coincidía con la Festividad de la Virgen del Rosario que es el día 7 de octubre y en Chinchón se celebraba el primer domingo de ese mes. Por eso, para que los hombres de Chinchón pudiesen disfrutar de las fiestas antes de dedicarse a la vendimia, la Hermandad y las autoridades acordaron trasladar la fiesta al tercer domingo de septiembre o más bien al domingo siguiente de la Festividad de los Dolores de la Virgen que es el 15 de septiembre.
En Chinchón había gran cantidad de lagares donde transformar las uvas en vino. En la mayoría de las casas solariegas se fabricaba el vino y después se almacenaba en las tinajas de barro que había en las cuevas, muchas de las cuales aún existen, aunque ya no cumplen la función para la que se construyeron.
Actualmente ya casi han desaparecido casi todos ellos y la Cooperativa Vinícola “San Roque” prácticamente monopoliza la producción del vino de Chinchón, que se encuadra dentro de la denominación geográfica de Vinos de Madrid.
Visitando el Museo Etnológico “La Posada”, aún podemos recordar los utensilios que se usaban en las labores del lagar:
La máquina de remostar, el fuelle de inflar pellejos, los odres o pellejos que usaban los arrieros para llevar el vino hasta la capital, los cubetos para traer las uvas desde las viñas, los zahones, la pisadora, la prensa, la máquina de trasegar, las serillas, las canillas que se colocaban en las cubas, las garrafas....
Seguro que a muchos les traen buenos recuerdos estas imágenes y estos nombres.