Tengo que confesar que yo dormí plácidamente el último día en que los EEUU tenían que desbloquear la suspensión de pagos del Estado. Aunque entre los políticos hay mucho descerebrado yo estaba seguro que algo de cordura quedaba en el Senado americano y no iban permitir que todo se fuese al garete. Era mas o menos una pose de todos ellos, era como echar un órdago sabiendo que te lo van a querer.
Todos nos preguntábamos que iba a pasar cuando el Parlamente Español tuviese que votar el plan soberanista de Ibarretxe, y no pasó nada.
Ahora le toca el turno a Mas. Todos sabemos, y ellos también, que lo de la independencia de Cataluña no tiene ninguna viabilidad y además es imposible. Pero los políticos siguen dando el coñazo con el tema y posiblemente en este caso lo que habría que hacer era querer el órdago.
Si se quieren separar, de verdad, que se separen. Si quieren plantear a los catalanes la posibilidad de hacerlo, que se lo planteen. Seguro que los catalanes, a los que admiro en muchas cosas, son bastante más sensatos que sus políticos y les exigen que se dediquen a solucionar sus problemas en vez de crear otros ficticios.
Yo ese hipotético día de la decisión de los catalanes, iba a dormir tan tranquilo como cuando los demócratas y los republicanos americanos tenían que llegar a un acuerdo.
Y basta ya de hacer discursos grandilocuentes sobre la unidad de España, rasgarse las vestiduras y amenazar con el ejército. Si quieren irse que se vayan... pero no van a querer.