Una constante en los actos de las fiestas patronales, son sin duda los actos religiosos. Las misas, las novenas o los triduos y, sobre todo, las procesiones.
La procesión de San Roque es para un chinchonense que se precie, uno de los actos a los que debe asistir, sobre todo si está lejos de Chinchón.
En esta procesión antiguamente los hombres lucían sus trajes de boda, con corbata y todo, y las mujeres lucían sus mejores galas, y era una buena oportunidad para volver a utilizar el traje de madrina o una buen mantón de manila. La asistencia era masiva y había años en que el inicio de la procesión había llegado a la ermita del santo y la imagen no había salido aún de la iglesia. Ahora ya no hay tanta etiqueta en el vestuario y hay muchos que prefieren ver la procesión cómodamente sentados en los tendidos o en la mesa de un bar de la plaza.
Pero la organización de las procesiones ha cambiado con el tiempo. Durante las fiestas se hacen dos procesiones, la de la Virgen de Gracia y la de San Roque. Antiguamente la primera que se hacía, como ahora, el día 15; salía de la Iglesia para terminar en la ermita de San Roque, donde se cantaba una salve.
El día 16, festividad de San Roque, se hacía una procesión por la mañana, para trasladar la imagen del santo hasta la Iglesia y se subía también la imagen de la Virgen que había bajado el día anterior. Por la tarde se hacía la procesión desde la Iglesia a la Ermita de San Roque. Antiguamente, a la de la mañana se llamaba la procesión de los pobres y a la de la tarde, la procesión de los ricos.
Desde el año 1967, se modificaron estos itinerarios y se quedó tal y como se hace en la actualidad. El día 15 sale una procesión de la Iglesia con la imagen de la Virgen de Gracia, y otra desde su ermita con la imagen de San Roque. Ambas procesiones se unen en la plaza, donde se canta la salve a la Virgen y se trasladan las dos imágenes a la Iglesia Parroquial. El día 16 se hace la procesión con la imagen de san Roque, desde la Iglesia a la Ermita, pasando por el centro de la plaza, pero sin parar en ella.
Y para terminar, otro acto que ha permanecido en el tiempo ha sido la Almoneda en la puerta de la ermita, donde se subastan los regalos que se hacen al santo para financiar los gastos de la hermandad. Por esta almoneda pasaron los más reputados pregoneros del pueblo, el célebre Florentino “Machaco” y el “Pajero”, dignos antecesores de los que en los últimos años han recogido el relevo en este menester.