Francisco Antonio de Lorenzana y Butrón, más conocido como Cardenal Lorenzana, nació en León, el 22 de septiembre de 1722 y murió en Roma, el 17 de abril de 1804. Cardenal, historiador, liturgista y humanista ilustrado español, que de forma más o menos directa tuvo relación con nuestro pueblo.
En el año 1784 mandó realizar las llamadas Descripciones o Relaciones de Lorenzana, un cuestionario de catorce preguntas al que debían contestar los vicarios, jueces eclesiásticos y curas párrocos del arzobispado para recabar información de todo tipo sobre la archidiócesis, sobre aspectos tan variados como los sistemas de cultivos, las limitaciones climáticas, la comercialización de los productos, la bondad de sus aguas o la enfermedad más común que se sufría en su pueblo, entre otras informaciones fundamentalmente de naturaleza geográfica. El manuscrito con las respuestas se conserva en el Archivo Diocesano de Toledo.
En Chinchón contesta a este cuestionario el cura párroco don Miguel Ramón Linacero en el año 1786, y por las contestaciones conocemos muchos datos de interés del pueblo en aquella época, y de los cuales he dado cuenta en diversas ocasiones en este mismo blog.
El Cardenal Lorenzana, tras completar sus estudios en el colegio jesuita de su ciudad natal, entró al estado eclesiástico y alcanzó una canonjía en Toledo. Desde el 5 de junio de 1765 al 14 de abril de 1766 asumió el obispado de Plasencia. De ideología acentuadamente regalista, impulsó la expulsión de los jesuitas en 1767. Desde el 14 de abril de 1766 al 27 de enero de 1772 asumió el arzobispado de México, donde desplegó una energía y capacidad de trabajo tales que se hizo tan famoso como temido, sobre todo por los conventos de monjas, cuyos estatutos intentó reformar, y por los jesuitas, contra los cuales chocó desde el principio. Supo conjugar la fe católica con el reformismo ilustrado e intereses sociales e incluso científicos. Este infatigable arzobispo volvió a España en 1772 para colocarse a la cabeza de la archidiócesis de Toledo hasta el año 1800 en que renunció al puesto en teoría por razones de salud, si bien la causa verdadera eran sus conflictivas relaciones y roces con el valido Manuel Godoy.
Allí reunió una gran biblioteca que hizo pública en 1771 y levantó un apropiado y funcional edificio para la misma. Formó una colección de 379 incunables, cerca de mil manuscritos de los siglos XI al XIX y más de 100.000 libros impresos entre el siglo XVI y el XIX, que unidos a los libros de loa colección del Infante don Luis de Borbón, el Conde de Chinchón, constituyeron el núcleo de la actual gran Biblioteca de Castilla-La Mancha, conocida como Biblioteca Borbón Lorenzana.
Su labor social fue memorable, aunque sus sucesores no supieron estar a la altura del formidable impulso que dio a estas empresas; fundó dos hospicios, en Toledo y Ciudad Real, en los que además se instruía a los menesterosos en faenas para que se ganaran la vida con una idea típicamente ilustrada de los beneficios que reporta la caridad activa. Acogió a los religiosos franceses emigrados por la Revolución Francesa. Fue nombrado cardenal el 30 de marzo de 1789 por Pío VI y tras participar en el cónclave tras su fallecimiento (1799-1800), renunció a su arzobispado y acompañó al antiguo cardenal Chiaramonti y nuevo Papa Pío VII a Roma y allí permaneció hasta su muerte. En 1801 fundó una nueva Academia Católica en la Ciudad Eterna. A su muerte nombró como herederos suyos a todos los pobres. Su sepulcro está en Roma.En la sala capitular de la Catedral de Toledo se conserva el retrato del cardenal, realizado por el pintor Zacarías González Velázquez.
Le sustituyó en el Arzobispado de Toledo su protegido don Luis María de Borbón Vallábriga, conde de Chinchón.