JORNADA DOS: Cuatro soldados franceses mueren en la plaza de Chinchón.
No existe en el archivo histórico ningún documento que narre los hechos que iban a ser el desencadenante de todo lo ocurrido. Tampoco se dice nada en los libros capitulares. Sin embargo, la tradición oral nos ha trasmitido lo ocurrido en la plaza mayor de Chinchón, el día 26 de diciembre de 1808. Y recogiendo esta trasmisión oral, así lo narra el historiador Narciso del Nero: “El miércoles 26 de diciembre, aproximadamente a las cuatro y cuarto de la tarde, llegó a Chinchón una partida de soldados franceses para tomar el camino de Aranjuez, a los que servía de guía un guarda de la vega de Colmenar de Oreja, seguidos en actitud hostil por un grupo de vecinos de dicho pueblo hasta la plaza pública que por ser día festivo se hallaba muy concurrida.Entonces el guarda, a voces, dijo: “A ellos que vienen de huida”, al mismo tiempo que con su escopeta mataba a dos. A la vista de los odiados invasores y enardecidos con este suceso, a tiempo que un soldado desenvainaba el acero, estos habitantes se lanzaron sobre ellos y a pedradas acabaron con otros dos, logrando huir los restantes, sin que para desgracia de la villa lograran evitar tales hechos las diversas personas, entre ellas el párroco don José Robles, que desde los primeros momentos se personaron en la plaza tratando, aunque inútilmente, de apaciguar los ánimos”.
De forma similar lo cuenta Simón Viñas Roy: “Obscurecía uno de estos días, cuando entraron en Chinchón ocho franceses que se dirigían a Aranjuez, en donde se concentraban para dar la desgraciada batalla de Ocaña(1), pero habiendo llegado a Colmenar de Oreja, los vecinos de esta villa, en vez de dirigirlos al real sitio, los dirigieron a Chinchón con el fin de desorientarlos. Estos vecinos llevados por la indignación producida por la inmotivada invasión, los acometieron y mataron dos soldados, escapando los demás a uña de caballo y llegando a Aranjuez contaron lo que les había sucedido y la suerte cabida a sus dos compañeros”.
(1) La batalla de Ocaña, a la que hace referencia se produjo un año después, en el año 1809. En ella las tropas francesas derrotaron a las españolas, lo que supuso dejar abierto el camino hacia Andalucía. Este error es lógico, puesto que, como hemos indicado anteriormente, Viñas Roy sitúa los hechos un año después de cuando realmente ocurrieron.
Tanto en estas descripciones, como en la tradición oral, siempre se ha hecho hincapié en que el instigador de la matanza fue un guarda de la Vega de Colmenar de Oreja, y en esta circunstancia se basaba el tradicional encono y rivalidad entre los habitantes de los dos pueblos. Esta contienda se acentuó años después, cuando en 1834 se hizo la organización administrativa de la provincia, quedando Chinchón como cabeza de partido judicial, título que reclamaba para si Colmenar de Oreja. En la actualidad está, afortunadamente, superada y olvidada esta rivalidad.
Tenemos además un testimonio gráfico de lo que allí pudo ocurrir. En el grabado número 3 de los desastres de la guerra, titulado: “Lo mismo”, Goya retrata el ataque de un grupo de paisanos a un patrulla de franceses. En el mismo se puede apreciar el ensañamiento de unos pueblerinos, armados con hachas y piedras, con unos soldados franceses que intentan defenderse con sus sables. No hay ningún detalle que identifique esta escena con Chinchón. Goya siempre evitó esos detalles identificativos para hacer más universal sus dibujos, pero es muy posible que cuando lo estaba pintando oía las palabras de su hermano Camilo narrando lo ocurrido en la plaza, esa fría tarde de invierno.
La repercusión de estos hechos estaba ya prevista por las ordenanzas militares francesas y se contemplaba en el bando que había publicado el General Murat a raíz del alzamiento popular del 2 de mayo de 1808 en Madrid, que en su artículo 5º decía textualmente: “Toda villa o aldea donde sea asesinado un francés, será incendiada”.
Sin duda que también las autoridades de Chinchón conocían el contenido de este bando y, por tanto, las consecuencias previsibles. No queda constancia del envío de ninguna misiva de solicitud de perdón, aunque posiblemente se hiciese. Lo que sí se comenta en alguna publicación, recogida de la trasmisión oral y por documentos posteriores, es la huida de algunos hombres, de las mujeres y de los niños a los pueblos cercanos, sobre todo a Valdelaguna.
Por lo que sabemos también huyeron del pueblo las autoridades civiles y religiosas, quedando la población totalmente desguarnecida e indefensa.
Por lo que sabemos también huyeron del pueblo las autoridades civiles y religiosas, quedando la población totalmente desguarnecida e indefensa.
En otros dos grabados de Goya tenemos la imagen de esta huida. Son los números 44 , titulado “Yo lo vi” y el 45 con el título de“Y esto también” En ellos podemos apreciar a mujeres que huyen, incluso con animales domésticos, el terror de un niño y la desesperación de la madre, junto a un clérigo que huye abrazado a su bolsa. En el horizonte queda el pueblo que han tenido que abandonar precipitadamente huyendo de los franceses.
Continuará...