El 2 de octubre de 1778, un grupo de ocho personas de Chinchón: El doctor don Miguel Ramón Linacero, capellán mayor de la capilla del Serenísimo Infante don Luis, cura propio de la muy noble y muy leal villa de Chinchón, el licenciado don Carlos de Zurita y Mendoza, visitador eclesiástico de este partido, don Antonio de Zárate, alcalde ordinario por el estado noble, don Bernabé Roldán, teniente de cura, don Ventura de Ortega y Palacios, don Francisco de Zárate, el doctor don Javier Díaz de Díaz, don Juan de Recas, don Juan Manuel Carrasco y don Juan Ventura Díaz, presbíteros y seculares de dicha villa, acordaron formar una sociedad con el objeto de socorrer a los pobres, desterrar la vagancia e instruir a la juventud de ambos sexos con el establecimiento de escuelas, solicitaando al Consejo de Castilla la fundación de una Real Sociedad de Amigos del País de Chinchón.
Contaron con el apoyo del Infante don Luis Antonio Jaime de Borbón y Farnesio, conde de Chinchón, que era una persona culta e ilustrada, y siempre trató de impulsar el progreso de Chinchón, por lo que no dudó en prestar su apoyo para la creación de la Sociedad de Amigos del Pais de Chinchón, consiguiendo de su hermano el Rey Carlos III la aprobación de la misma.
El rey había impulsado la creación de estas Sociedades Económicas de Amigos del País, siendo la de Chinchón la tercera que se creó en España, después de la Matritense y la Vascongada.
Se determina que la sociedad constituida establecerá una escuela de hilados de lino, algodón y cáñamo, bajo la dirección de un maestro que pedirá a la Real Sociedad de Madrid, para que enseñe todo género de hilados, con todo lo que es propio a esta manufactura, a excepción de los tejidos, en la misma escuela habrá una maestra que enseñe los hilados de lana para la fábrica de paños de la villa, y se evite así que los fabricantes tengan que darlo a hilar fuera de aquí como sucede en la actualidad.Los fundadores tienen el claro y decidido propósito de formar una sociedad que sólo tuviese por objeto el socorro de los verdaderos pobres, el destierro de la ociosidad y la instrucción de la juventud de ambos sexos, creando y estableciendo escuelas de hilados de lino, cáñamo y lana, seraje y trenzado de esparto "a las cuales deberán concurrir aquellos niños y mendigos que, no siendo proporcionados para otros trabajos, pudieran exercitarse útil y cómodamente en éste, cuidando también de proveer de una manutención frugal y sana a los pobres enteramente imposibilitados".
Poco se sabe del funcionamiento que tuvo la Sociedad de Amigos del País, y tampoco han quedado detalle de sus logros y realizaciones, posiblemente sus objetivos eran demasiado ambiciosos y las realizaciones se pudieron quedar muy por debajo de sus pretensiones. Pero, sin duda, era un meritorio intento de dotar a nuestro pueblo de una especie de formación profesional, lo que suponía un gran avance sobre el concepto de enseñanza que había en aquella época.
(La familia del infante don Luis, por Francisco de Goya)