Hace un año y un mes que me embarcaba en esta aventura de hacer un blog personal. Han sido más de treinta y cinco mil visitas las que he recibido durante estos largos meses. Me he reencontrado con viejos amigos y he conocido a otros nuevos. Entonces -no sabía que la sigladura iba a ser tan larga- desde el puerto, los que me conocían me desearon buena suerte. Pasado el tiempo he pensado que ya es hora de bajar del barco, para iniciar otras aventuras.
Es la hora de coger los bártulos, dejar el desierto de eremita y enfundarme el traje de vagabundo para seguir recorriendo la vida. Pero he pensado hacerlo solo, con la compañía de mis recuerdos y guiado por mi atlas de ilusiones. Ahora me convertiré en el eremita errante. Dedicaré mi tiempo a vagar, en su doble acepción: Andar vagabundeando por esos mundos (virtuales) de Dios y andar ocioso, sin obligaciones ni compromisos como me ha supuesto este blog. Posiblemente algún día volveré, entre aventura y aventura, para contaros mis vivencias y comentar la actualidad del centro de operaciones que seguirá siendo mi desieto de Chinchón. Entonces, espero encontraros de nuevo a todos.
Por ahora, os dejo mi adios, escrito sobre la arena de la playa, esperando que las olas del olvido tarden mucho tiempo en borrarlo.
Es mi nota de despedida, o posiblemente, ¿quién sabe?, sólo un "hasta luego"...
El Eremita.