El día 27 de noviembre de 1752,
se reúnen en el Ayuntamiento de Chinchón, ante el Juez Delegado don Francisco
Felipe Montalvan, con la presencia del Señor Cura Párroco de Chinchón don
Francisco Antonio Gómez Ramón, los siguientes señores: D. Tomás Varela de
Lasores, Teniente de Alcalde Mayor; don Bernardino Fominaya y Monterrroso y don
Juan Aparicio, Alcaldes Honorarios de los Estados Noble y General; don
Antonio Felix de Pinillos, don Vicente Carrasco, don Manuel Alonso y don Juan
Antonio González Recas, Regidores por ambos Estados, y don Juan Joseph Herrera,
Diego Recio Rodriguez y Ventura Díez, vecinos y personas nombradas para esta
declaración. Dijeron que esta Villa se llama Chinchón y que es de Señorío
perteneciente su jurisdicción al Serenísimo Señor Infante Felipe, como Señor
del Estado de Chinchón.
Todos ellos estaban allí reunidos
para dar cumplida respuesta al cuestionario enviado por el Sr. Marqués de la
Ensenada….
Y entre las reseñas de población,
monumentos, riquezas y actividades del pueblo, ya figuraba entonces un molino
harinero situado en la Vega de Chinchón, en el sitio del Manto, enfrente del camino del Montaral, en el camino de Madrid.
Como es sabido, en esta fértil
vega regada por el río Tajuña, hubo asentamientos romanos, visigodos y árabes,
hasta que a principios del siglo XIV se fueron reuniendo en lo que hoy
conocemos como pueblo de Chinchón. El paso de las distintas civilizaciones
dejaron, entre otras, una basta y cuidada red de regadío, que se ha conservado
hasta hace pocos años. Sobre uno de sus caces principales estaba construido el
Molino al que hoy se le dado el nombre de “El Molino del Manto” por el paraje
donde está construido.
El primer destino de esta
edificación singular fue, como es lógico, el molido de diversos tipos de
grano de uso alimenticio, para posteriormente combinar esta actividad,
con la de finca de recreo para la familia propietaria de la misma y de las
hectáreas de regadío que la circundaban.
Durante la guerra de la
Independencia, y tras la revuelta del 27 de Diciembre de 1808 en la que los
vecinos de Chinchón darían muerte a varios soldados franceses, el molino sirvió
de cuartel de enlace para las tropas invasoras, durante el posterior asedio que
sufriría esta noble ciudad.
La primera modificación de la
arquitectura del molino data de 1810, en la que se replantean la planta
baja y los arcos sobre el río como se encuentran en la actualidad. Durante este
siglo XIX, y dado el carácter de residencia de campo que empieza a
adquirir la casa, se inician diversas plantaciones en el jardín según la
moda de esta época romántica.
Siendo ya propietario del Molino,
el Coronel del cuerpo de Ingenieros, Don Ramiro Ortiz de Zárate, en 1912,
diseñó el jardín con numerosos juegos acuáticos, incluyendo variedades arbóreas
originales de otros continentes como las yucas y las palmeras tibetanas,
que combinan con otras especies europeas como los castaños, olmos, tilos,
plátanos… y todo ello mantenido por el antiguo sistema de riego que aún se
conserva activo.
Los actuales propietarios de este
singular molino, han realizado un ambicioso proyecto de restauración, para
intentar mantener el espíritu original de la finca y su jardín romántico, que
puedan servir de base para la diversidad de actuaciones culturales y medioambientales
y de ocio que pueden proyectarse en el presente y el futuro.
(Datos históricos recopilados en
el Archivo Histórico de Chinchón y datos del Molino del Manto tomados de la
Página Web del propio establecimiento, de donde se han tomado también las fotografías
que acompañan el reportaje).
Además aprovecho para mostraros algunas instantáneas de las actuaciones musicales que tuvieron lugar el pasado fin de semana, del que ya informé anteayer, con las actuaciones de Juan Habichuela, José María Bandera y Jorge Pardo, y de Fernando Egozcue y Ara Malikian.
Con mi felicitación por el éxito conseguido en estas II Jornadas y el deseo que se repitan actos como este que prestigian nuestro pueblo.