Una investigación que comienza con el hallazgo de unos pergaminos del siglo XIV en Egipto sitúa "con argumentos fácilmente demostrables" el Santo Grial en la basílica de San Isidoro de León, templo palatino de los reyes doña Sancha y Fernando I, a quien le fue ofrecido este cáliz en el siglo XI.
Los investigadores Margarita Torres y José Miguel Ortega del Río han desgranado hoy en una rueda de prensa los detalles de una investigación que defiende que el cáliz de doña Urraca, pieza destacada del museo de San Isidoro de León esconde la copa con la que Jesús celebró la última cena.
Torres y Ortega del Río han volcado el contenido de esta investigación en el libro 'Los Reyes del Grial' que han presentado hoy.
Lo que se puede demostrar "científicamente" a través del hallazgo de una serie de documentos y de la tipología del propio cáliz de doña Urraca y su tipo de cerámica Qumram -utilizada en Palestina en la época de Jesús-, es que "la copa que los artesanos de Jerusalén consideraron que era la usada por Cristo está en León desde el siglo XI", han concretado.
Esta fue la razón por la que este equipo de investigación envió a Egipto un documentalista que halló en una biblioteca dos pergaminos originales que explican el recorrido que siguió el Cáliz de Cristo desde el año 400, cuando salió del Santo Sepulcro de Jerusalén en el que estaba custodiado.
La copa de Cristo viajó a España en el siglo XI como regalo del califa de la dinastía Fatimí, que gobernaba Egipto, al emir de Denia por haber ayudado este enviando víveres a superar una "gran hambruna" que asoló el califato.
Este príncipe musulmán se lo entregó a Fernando I, rey de León, en 1054 para garantizar la paz de los dos reinos, según recoge la documentación hallada en los pergaminos, han detallado.
Los investigadores han afirmado, asimismo, que el propio cáliz de doña Urraca ofrece también una pista y es que cuando Saladino cedió al traslado del Santo Grial exigió quedarse con una esquirla, y uno de los pergaminos hallados en Egipto apunta a que al cáliz de Cristo le falta una, la misma de la que adolece el cáliz de doña Urraca y que se cree que Saladino escondió entre sus tesoros.
Visitando el Museo de San Isidoro de Leon, nos encontramos que el caliz de Doña Urraca ya no estaba depositado en su lugar habitual, sino que estaba siendo acondicionado para ser expuesto en un lugar más prominente, dado la fama que ha alcanzado con motivo de estas manifestaciones de los investigadores.
La guía que nos enseñaba este museo me indicó, a preguntas mías, que no era dogma de fe lo de que ese lujoso caliz fuese realmente la copa con la que celebró Jesús la última cena.
Después de casi dos mil años, considero una temeridad que unos “investigadores” que van a presentar “su libro” afirmen "con argumentos fácilmente demostrables" la autentificación de este objeto, teniendo además en cuenta la gran proliferación de “santos griales” que existen en el mundo.
Pero aunque yo no me lo crea, cada uno es muy dueño de poner su fe en lo que quiera.
Por cierto, el caliz de doña Urraca es una preciosidad.